El 28 de febrero, el Museo Amparo de la ciudad de Puebla cumplirá 30 años. El sábado 27, siete salas del conjunto se abrirán para iniciar el proyecto de exhibición de su colección de arte contemporáneo. Aunque físicamente estarán instaladas las 60 obras de 37 artistas de la nueva exposición, por razones de la pandemia (Puebla está en semáforo epidemiológico rojo) será difícil que el público asista en los primeros días; mientras tanto se podrá visitar de forma virtual.
El Museo Amparo, que fue creado por la Fundación Amparo en 1991, nació con dos colecciones: la de arte prehispánico y la de arte virreinal y del siglo XIX; hace 11 años inició de manera formal la integración de una colección con arte contemporáneo que en su aniversario 30 tendrá estos siete espacios para exhibición permanente, con rotación de piezas e incorporación de otras de las demás colecciones.
El espacio que se destinará al arte contemporáneo representa cerca de 30% de las áreas expositivas del Museo, precisa el director ejecutivo, Ramiro Martínez. “Existen pocos lugares en Puebla con exhibición del arte contemporáneo mexicano y decidimos montar parte de nuestro acervo de una manera semipermanente —no es una contradicción, estarán rotando las obras—. Tener la colección prehispánica, la colonial y siglo XIX, y la contemporánea en un espacio ofrece al público una aproximación interesante a la colección”.
El Amparo posee alrededor de 4 mil 500 obras, de las cuales aproximadamente 3 mil son prehispánicas; mil, virreinales y del siglo XIX, y poco más de 400 son obras contemporáneas, casi todas de la última década.
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Es uno de los inmuebles históricos del centro de la ciudad.
“Establecer la parte contemporánea como uno de los ejes con los cuales funcionamos marca un antes y un después en nuestra operación; a partir de ahí van surgiendo proyectos de acercamiento con el público. Nos importa presentar las obras, también la forma en que los artistas están trabajando hoy, aquí o en otro lugar”, dice.
La nueva exposición se llamará El tiempo en las cosas. Colección de Arte Contemporáneo. La curaduría es obra de Tatiana Cuevas, quien desde hace tres años desarrolla una investigación para este proyecto: “Es interesante analizar el de arte contemporáneo como un acervo que no se adquiere sólo para representar lo que se hace hoy en día (que en buena medida lo hace) sino para establecer un diálogo con las otras colecciones. Responde a intereses institucionales donde la identidad de México está representada. De ahí que se optó por mostrarla en diálogo con piezas prehispánicas y algunas del siglo XIX”, detalla la curadora.
Un Xipe Tótec —pieza de origen nahua que representa los ciclos y la renovación—, que estará en una de las salas de exposición contemporánea, es una obra que simboliza esos diálogos que se proponen. Compartirá espacio con piezas actuales que abordan el impacto del ser humano en la naturaleza, uno de los ejes de la exposición.
“Un aspecto muy importante de entender la contemporaneidad es que no se nutre sólo de las ideas del hoy, sino que está presente el ayer, y que las ideas que estamos tratando de resolver son ideas cíclicas que han estado presentes a lo largo de la historia de la humanidad. Entonces, teniendo este acervo, era una oportunidad de proponer ese diálogo en un mismo espacio”.
4 mil 500 obras aproximadamente tiene el Museo Amparo en sus acervos
Tatiana Cuevas agrega que la exposición se articula en torno a la noción de dos concepciones del tiempo: la lineal y la cíclica: “Propicia una comprensión de la situación actual como algo que es recurrente y algo que no nos conduce a una meta única”.
El tiempo, el espacio, pulsiones humanas de afecto, violencia, miedo, poder, fuerzas de la naturaleza, —como lo que vivimos— y el impacto de la acción humana en la naturaleza es parte de lo que se verá en seis salas. Después, una última sala se ha destinado al trabajo de un artista. En estos primeros meses será Iñaki Bonillas.
En las seis salas estarán obras de Melanie Smith, Teresa Margolles, Daniel Monroy Cuevas, Abraham Cruzvillegas, Ana Roldán, Jorge Satorre, Gabriel Orozco, Jorge Méndez Blake, Sofía Taboas, Mariana Castillo Deball, Carlos Amorales, José Dávila, Edgardo Aragón, entre otros.
Cuevas cuenta que la exposición inicia y cierra con obras que se refieren a fragmentos, son piezas de Melanie Smith y de José Dávila. “Es algo que me interesa mucho a lo largo de la exposición: cada una de las obras es un fragmento de una realidad más amplia y todas están sujetas a una interpretación determinada por cada individuo y el momento en que se interpreta”.
Obra de la serie La hora Nacional, de Carlos Amorales, que forma parte de la colección de arte contemporáneo.
De un fragmento de realidad también habla la serie de fotografías de Teresa Margolles, Esta finca no será demolida, que registró en 2011, en Ciudad Juárez: “Otra vez, son vestigios, fragmentos de una problemática específica; ese objeto no sólo es la historia de una familia y un contexto, sino de un país”.
Otro diálogo es el impacto humano en la naturaleza con una obra de Jorge Satorre, The Erratic. Measuring Compensation, que hizo en el norte de Europa, y ahí mismo está el Xipe Tótec. Luego están obras de Gabriel Orozco, Horses Running Endlessly; Mathias Goeritz: El animal del Pedregal. Otra sala tiene obras más referidas a lo urbano y al poder, como los Durmientes, de Francis Alÿs, y la serie de portadas de Teresa Margolles, PM. Son 60 obras en seis salas.
400 OBRAS DE ARTE es el aproximado de piezas contemporáneas
Un año de ajustes
Ramiro Martínez dice que la colección de arte contemporáneo, en un principio, estaba abocada a artistas consolidados: “Era de artistas mexicanos o trabajando en México, y que hubieran alcanzando una visibilidad en los 90, que también fue la época de la fundación del museo. Después nos fuimos moviendo hacia artistas mayores; luego nos enfocamos en artistas más jóvenes. A título personal, me gustaría que el proyecto se centrara en generaciones todavía más jóvenes; de repente, instituciones y coleccionistas coleccionamos los mismos nombres. Hay que arriesgar un poco más en esa parte. Hay mucha gente trabajando en México; es una oportunidad y una responsabilidad visibilizar a otras personas”.
El Amparo volvió a cerrar el 29 de diciembre; la reapertura en octubre implicó recibir sólo 15% de aforo, pero les mostró que sí se puede abrir de manera segura con todas las restricciones y recomendaciones. En línea, durante 2020, desarrolló programas de colaboración con artistas como Sala de Estar, Sala de Espera. “Fue aprender que hay mucha gente trabajando, fuera del circuito conocido, y muy bien. Y eso lleva a la necesidad de ampliar nuestro campo de colaboración con creadores y artistas con quienes trabajamos”.
Destinar un área para exposición permanente implica reducir el espacio de temporales; Ramiro Martínez cuenta que desde hace años el equipo del museo analizaba reducir el número de muestras y alargar periodos de exhibición; ahora tiene que ver también con buscar reducir los costos de operación. El Museo recibe recursos de la Fundación Amparo, que desarrolla también un trabajo social, y este campo, en medio de la pandemia que hoy se vive, obviamente demanda mayores recursos.