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El ciclón Melissa que en días recientes golpeó a Jamaica ha dejado una impactante devastación. La situación es crítica, además de los fallecidos, hay zonas donde el agua alcanza todavía una gran altura y la gente refugiada no puede volver a casa porque el ganado muerto se pudre en las aguas enlodadas.
De acuerdo con la información que poco a poco fluye, las autoridades de Jamaica, en colaboración con instancias internacionales, se pondrán manos a la obra para ayudar a la nación a recuperarse.
En medio de la crisis, este desastre natural nos recuerda un acontecimiento histórico que hasta antes de este ciclón fue un punto que hilvanó a México con el país caribeño: las recientes colaboraciones en materia de investigación arqueológica.

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Fue en 1692 que un terremoto golpeó a la ciudad de Port Royal, que entonces era la sede del gobierno británico en Jamaica, y era también el principal punto comercial y pesquero de la isla. El sismo venció la barrera de arena donde se sostenía la ciudad, y junto a los tsunamis, que erosionaron aún más el terreno, la ciudad se sumergió dos tercios.
Pero esa urbe sumergida no se destruyó, por lo que aquellos vestigios han sido objeto de investigación de arqueólogos subacuáticos de Jamaica y de otros países.
Desde 2019, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), que cuenta con la Subdirección de Arqueología Subacuática (SAS), comenzaron a colaborar con arqueólogos de Jamaica para develar lo que se encuentra todavía bajo el agua.

Esta colaboración fue posible por las gestiones del entonces embajador de México en Jamaica, Juan González Mijares, quien impulsó un proyecto para que arqueólogos subacuáticos del INAH viajaran a Jamaica a compartir conocimientos con los investigadores locales, y para participar en las exploraciones.
Pero ahora, ante la crisis que hoy azota Jamaica, no se sabe cuál es el estado del patrimonio material del país.
Jamaica cuenta con el Fondo para el Patrimonio Nacional, instancia encargada de la promoción, preservación y desarrollo del patrimonio cultural material, la cual colaboró con el INAH en los trabajos del Port Royal. Proyecto de Formación de Arqueología Subacuática, por el que arqueólogos mexicanos brindaron al país caribeño herramientas y conocimientos sobre exploración arqueológica bajo el agua.
El proyecto fue encabezado por Roberto Junco, de la SAS, Roberto Junco, quien da más detalles a EL UNIVERSAL sobre este trabajo.
Junco detalla que un contexto arqueológico como una ciudad hundida parece ser algo muy extraño, pero realmente existen en diferentes partes del mundo.
“Este caso es el único con el que contamos en la zona del Caribe, pero tenemos los rastros de otra (ciudad) en Guatemala, tenemos también varias ciudades o porciones de ciudades hundidas en lo que es la bahía de Nápoles; en Turquía por supuesto hay varias partes de ciudades que están hoy sumergidas, parece una locura, pero están las evidencias”, narra el arqueólogo.
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Factor Pompeya
Junto explica que hay ciudades que se hunden casi intactas, lo que se conoce como el factor Pompeya.
“Le llamamos el factor Pompeya; las cosas que estaban en esa ciudad se quedan en el lugar donde estaban siendo almacenadas o guardadas en el agua”. Y detalla que un factor de alto interés en Port Royal es que los objetos que se hundieron no se destruyeron ni fueron movidos, ya que el terremoto de 1692 fue tan rápido que los habitantes no lograron sacar sus pertenencias. “Era una ciudad que estaba operando en el momento en que se destruyó, eso nos permite a los arqueólogos reconstruir el pasado”, indica Junco.
Un dato que destaca es que los arqueólogos jamaiquinos buscaron la colaboración con México y otros países ya que estaban buscando la inscripción de Port Royal (tanto la parte en tierra como la sumergida) en la lista de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, un hecho que se concretó apenas en julio pasado.
Además de ofrecer cursos a los arqueólogos de Jamaica sobre arqueología subacuática, el INAH ayudó en la elaboración de un dictamen de riesgos, lo que ayudó a la inscripción de Port Royal en la lista de la UNESCO.
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“Identificamos todas las problemáticas que tiene Port Royal y cómo puede protegerse; estos cursos también sirvieron para que nuestros arqueólogos tuvieran exposición a otros tipos de contextos, fue muy educativo para ambas partes”, explica Junco.
Los hallazgos
Junco y su equipo de investigadores, junto con los arqueólogos jamaiquinos, exploraron en el agua los vestigios de Port Royal. “Estuvimos con ellos, capacitándolos, para que puedan proteger Port Royal, ahora que está en la lista de la Unesco”, dice Junco.
Un trabajo fundamental en el que colaboró la SAS fue en la elaboración de la fotogrametría: un mapa detallado de la zona a explorar.
Con base en la fotogrametría, los investigadores decidieron específicamente las zonas a sumergirse. “Ya tienen una línea base con la cual medir cualquier tipo de cambios o deterioros, o para hacer intervenciones muy puntuales con base en ese plano”, explica Junco.
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Y detalla el proceso de exploración: “Hicimos dos pozos de prueba, de 2x2 metros en dos de los puntos más importantes de la ciudad hundida: el Fuerte Fort James y la Queen Street, que sirvió como vía principal de la urbe del siglo XVII, ambos con excelentes resultados, porque llegamos a bajar casi 2 metros de profundidad”.
El arqueólogo subacuático detalla que algunos objetos recuperados fueron algunas tradicionales pipas de la época para fumar tabaco, así como otros objetos que dan información de cómo era la vida cotidiana en esos tiempos.
“Encontramos algunos fondos de botella de ginebra que son cuadradas, con vidrio muy oscuro. Revelan cómo era la vida en el siglo XVII, en un puerto donde se comerciaban productos, y donde había también presencia de piratas”, explica el especialista mexicano.
Otro objetivo de la colaboración, dice Junco, fue dar herramientas necesarias a los investigadores para que puedan proteger su patrimonio de saqueos, como los de décadas pasadas. “En la actualidad sabemos que ellos protegen su patrimonio, ya no es un problema, pero el robo y saqueo a esta ciudad fue un problema en décadas pasadas”.
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El pasado fin de semana, la Organización de las Naciones Unidas movilizó una carga de 38 toneladas de víveres para los afectados por Melissa en Jamaica.
Análisis preliminares apuntan que este desastre natural dejará pérdidas económicas que tardarán años en subsanarse. Y de los daños al patrimonio cultural todavía no hay información disponible.
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