Carlos Martínez Assad, el reconocido sociólogo, historiador e investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, que en 2021 fue celebrado por cumplir 50 años como historiador, ha escrito un nuevo libro, "El cielo prometido y el infierno tan temido", en el que evoca desde la memoria del niño que fue ese México de provincia donde pasó sus primeros años determinados por la religión católica, el cine de la época de oro, la música vernácula, el arte sacro y su descubrimiento de La Divina Comedia, pero también las historias de sus antepasados llegados de Líbano y su familia establecida en el Bajío mexicano, donde no dejaba de haber noticias del Medio Oriente.
Publicado por Ediciones BonArt, El cielo prometido y el infierno tan temido es un gran fresco de la vida en México tras la Revolución Mexicana, la efervescencia de la guerra Cristera, la vida en comunidad en una región de México. Y es que la historia regional, lo mismo que la explotación de los indígenas en el Valle del Mezquital, las luchas campesinas, los partidos políticos, la cultura regional y la historia religiosa de varias zonas de México, así como el mundo árabe, el Medio Oriente y las migraciones y el Imperio Otomano son, entre otros muchos, temas de los que escribe.
A propósito de El cielo prometido y el infierno tan temido que será presentado el 13 de febrero, a las 18 horas, en la Casa de la Cultura Jesús Reyes Heroles (Francisco Sosa 202, Coyoacán) —con la participación de Adriana Malvido y Martín Casilla—, Carlos Martínez Assad habla de México y su falta de alteridad y del mundo, de las migraciones y las luchas humanas que continúan.
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¿Este es un libro que se debía?
Quizás, lo traía escribiendo y dejando desde hace muchos años. Este libro se va alimentando de experiencias y de conocimiento, de lecturas diversas y también de conocimiento del país; en todo caso he sido alguien que se interesa en demasiadas cosas y a lo mejor ese es mi defecto, pero ese es lo que soy. Esta debe ser como la tercera versión diferente, incluso ya el libro construido lo tuve ahí algunos años y lo dejaba, hasta que de pronto considere que había encontrado el tono.
¿Vuelve y profundiza temas de la provincia, de las regiones y de las memorias personales?
Como escritor uno vuelve a lo que ha escrito. Y yo, después de perderle el miedo a la historia provincial como nos demostró don Luis González y González, perderle el miedo a hablar de la religión como lo hacía Carlos Monsiváis, decidí trabajar estas historias que tienen que ver con el laicismo que es muy fuerte en México afortunadamente, pese al enorme fervor religioso, la sociedad es muy laica, ha habido muchos movimientos feministas en las últimas décadas y la mujer mexicana es la primera que se ha dado cuenta de que le conviene ser más laica.
¿Es también un libro que invita a un debate, a una reflexión?
Entre esos años que vive ese niño que lo protagoniza y el ahora, con la amplitud de religiones en México, hay un abismo que se ha ampliado muchísimo. A este niño le toca todo el momento en que un pueblo entero no quiere que lleguen otras formas religiosas. Estamos en un momento de más tolerancia, en un sentido cultural, no me refiero a un sentido político donde la intolerancia aflora todos los días; es la tolerancia en términos de las relaciones personales, de los tratos entre las familias, entre las comunidades; las ciudades eran distintas a ahora.
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¿Había una mayor tolerancia aun en tiempo de efervescencia religiosa, guerras, el Medio Oriente, la polarización de ideas, incluso fanatismos?
Me propuse no hacer una novela ni sobre el narcotráfico ni sobre la violencia ni la delincuencia, ahorita son muchos los escritores que recurren a esos temas, desde luego el mundo está así, la violencia en Medio Oriente está muy crítica; siempre nos despertamos con una nueva sorpresa con lo que acontece en Gaza, en Líbano, en Israel; sin embargo, este libro salió un poco por el enclaustramiento al que nos obligó la pandemia, creo que también permitió una reflexión más profunda sobre ese México que ya no es tan visitado; alguien dirá “esto ya lo hizo otro escritor jalisciense, ya lo hizo Rulfo”, etcétera, pero aunque es un México que está en esas novelas que son ya las clásicas, no quiere decir que ese mundo se ha terminado, esa provincia continúa ahí y algunos de esos valores prevalecen, yo digo que expresan mucho de la realidad cultural y no podemos menospreciarlos.
¿Usted ha escrito varios libros sobre migraciones y sus aportes a la cultura mexicana?
El año pasado publiqué Libaneses. Hechos e imaginario de los inmigrantes en México, que es un libro importante porque incluso hasta cierto punto trata de expresar con mayor claridad qué traían estos inmigrantes y ahí otra vez es toda la conexión con Medio Oriente, la diversidad religiosa, las diversidades culturales, ha sido un largo proceso porque son tantas las fuerzas y los enfrentamientos hasta tribales, que constantemente requieren nuestra atención y que van a dar cuenta de lo que ha sido la inmigración de libaneses en México. Dirijo el Seminario Universitario de culturas de Medio Oriente en la UNAM. Allí estamos haciendo constantemente encuentros, ha participado gente de Siria, de Líbano, hasta de Yémen, tiene una cobertura muy amplia. Seguimos con una idea muy interesada por el acontecer de todos esos países.
¿Hemos aceptado la riqueza de las migraciones?
Sigo pensando que en México seguimos con la condena de que solamente nos vemos el ombligo y no queremos ver lo que pasa en otros sitios y los problemas que todo esto puede acarrear. El problema de las migraciones es un problema que a México le debe importar mucho. México mantiene el mayor número de inmigrantes en el mundo, tan solo con toda la cantidad de mexicanos en Estados Unidos, la movilidad de la gente en estos últimos tiempos ha sido brutal y hay experiencias nacionales que México podía conocer y ampliar más sus miras sobre la cuestión migratoria y no reducirla nada más a este “dejar hacer, dejar pasar”, porque permite que todo pase por México, pero no hay una política real respecto a la migración.
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¿Ante estas diferencias entre países y sociedades, hay que mirar al pasado para entender y atender el presente?
El presente no se puede leer sin el pasado, punto. Por eso me he metido a profundizar en los países de Medio Oriente, en saber de dónde vienen, cuáles son sus intereses, sus diversidades, sus formas culturales y que se expresan a través de muchos espacios: la economía, la política, lo cultural, que incluye lo religioso, pero que es muy importante; el mundo islámico también tiene una presencia ahora, que no había tenido en mucho tiempo, pero igual, para entenderlo hay que ir desde las Cruzadas en el siglo VIII, XIX, X hasta nuestros días. Sí se requiere una mirada amplia que a veces es difícil de abarcar. Pero el esfuerzo está ahí y el esfuerzo lo hacemos, ver lo que es el estado de la inmigración libanesa y lo que está aconteciendo ahorita en ese país es muy esclarecedor también, por ejemplo.
¿La historia es cíclica, esta ola de luchas que estamos viendo y que nos parece tan distante porque el Medio Oriente parece muy lejano de México, nos ayudaría a entendernos?
La cultura mexicana no está muy acostumbrada a la alteridad, el reconocimiento del otro siempre ha dado mucha dificultad, por eso la cuestión indígena o india se maneja de la manera como está aconteciendo ahora, son muy importantes las investigaciones que se han hecho sobre eso que se llama la tercera raíz, la negritud en México que no había tenido tanta presencia, pero que desde luego estaba ahí, pero por razones históricas no había podido expresarse con la forma como se está haciendo ahora. Insisto en lo que significa ser indio otra vez, porque ya éramos indios y ahora volvemos a serlo, aunque no puede ser de la misma manera.
¿Y esos siguen siendo los temas de sus varios proyectos?
Cuando uno escribe realmente siempre está con quien pueda escribir, tengo la oportunidad también de participar en Radio UNAM, tengo un espacio ese sí nada más destinado a Medio Oriente, todos los martes cada 15 días, eso me obliga también a estar analizando. A veces las notas que escribo para el programa se pueden convertir en un artículo para el periódico. La actualidad es extraordinaria, por ejemplo, los recientes rehenes muertos que encontró Israel en estos días resultaron beduinos, no eran judíos, no eran cristianos, sino otro grupo étnico que se consideraban los habitantes originarios de esa región, pero resulta muy inesperado que una iniciativa tan próxima a la árabe pudiera haber sido también interceptada de uno de sus miembros. Ese mundo nos muestra esa diversidad que es tan rica, como se tiene en México y que valdría mucho la pena reconocerlas más a fondo y eso es complicado. Para seguir los problemas de Medio Oriente tenemos que leer al menos 10 periódicos para poder entender un poco más las causas por las que se lucha.