La importancia de la soledad en el trabajo del artista fue un tema central en la conferencia y performance que (Belgrado, 1946), presentó ayer en , finca diseñada por Luis Barragán y ubicada en el residencial Los Clubes en Atizapán de Zaragoza.

En la explanada de La Cuadra, una silla, un micrófono y una sombrilla roja son la sala de espera de Abramović, ante los ojos de un puñado de periodistas nacionales e internacionales y cientos de estudiantes de CENTRO, la UNAM y la Anáhuac, entre otras universidades, los invitados especiales a la charla magistral.

Cuatro caballos, montados por jinetes abanderados, se colocan a espaldas de la artista, tras su entrada; levantan, a su paso, tolvaneras en el espacio abierto, bajo la luz rosa de la media tarde. La artista toma el micrófono, mientras un joven, que horas atrás la presentó, la protege con una sombrilla de la abrasante caída del sol. Lee su manifiesto, una especie de decálogo que tiene más de 10 mandamientos, una digresión para introducirse en su arte poética y que cohesiona, en los hechos, la entrada en materia que fue su clase magistral al principio del evento.

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La maestra del performance, Marina Abramović, realizó una acción en la Cuadra de San Cristóbal, finca diseñada por el arquitecto Luis Barragán, en la que participaron jinetes y caballos. Fotos: Berenice Fregoso. El Universal
La maestra del performance, Marina Abramović, realizó una acción en la Cuadra de San Cristóbal, finca diseñada por el arquitecto Luis Barragán, en la que participaron jinetes y caballos. Fotos: Berenice Fregoso. El Universal

“El artista no matará”; “el artista no tendrá como pareja a otro artista”; “el artista no se repetirá a sí mismo”; “el artista no sobreproducirá”. Palabras que resuenan en los amplificadores mientras los caballos caminan en círculos alrededor de ese punto de fuga que es Abramović; perfiles equinos que tapan el paisaje por fracciones de segundo y ondean banderas blancas sobre sus lomos.

No es un hecho menor la presentación a la que asistieron los invitados a La Cuadra. Porque ella, leyenda viviente del performance, no hacía un evento para el público mexicano desde hace 35 años.

La relación entre el cuerpo y el espíritu, la identidad —aquello que conforma a una persona como sujeto y no como objeto—, las experiencias límite, la búsqueda de algo que toque ciertas verdades de la condición humana y la existencia, temas que han inquietado a Abramović en medio siglo de carrera, quedaron de manifiesto en su conferencia sobre el papel del artista y el performance y que fue el preámbulo de la pieza que presentó. “Nunca he llegado tarde en toda mi vida, salvo en México porque el tráfico aquí es aterrador”, dijo poco después del mediodía.

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La maestra del performance, Marina Abramović, realizó una acción en la Cuadra de San Cristóbal, finca diseñada por el arquitecto Luis Barragán, en la que participaron jinetes y caballos. Fotos: Berenice Fregoso. El Universal
La maestra del performance, Marina Abramović, realizó una acción en la Cuadra de San Cristóbal, finca diseñada por el arquitecto Luis Barragán, en la que participaron jinetes y caballos. Fotos: Berenice Fregoso. El Universal

A través de una serie de diapositivas que proyectó, extractos de piezas y obras de artistas, ejemplos de afinidades que fueron de Alejandro Jodorowsky a Pina Bausch, pasando por la escena del ojo y la navaja en Un chien andalou, de Luis Buñuel y Salvador Dalí, sus palabras fueron desenvolviéndose: “Para mí, el arte debe ser una cuestión de vida o muerte. Si no, el artista no lo hará al cien por ciento”. Y en esas palabras introductorias por la mente de más de una persona cruzó la obra más famosa de la artista: ‘Ritmo 0”, de 1974, en la que su rol pasivo a la hora de interactuar con el público la volvió algo menos que un ser humano, al grado de poner en riesgo su propia vida, y cuestionar los límites y responsabilidades individuales, las posibilidades de transgresión frente alguien que ha sido privado de la voz, casi un objeto.

Ciertas citas de artistas que admira, como el “Estoy rota”, de Frida Kahlo, la inspiraron para continuar más allá de cada experiencia; recordó a sus estudiantes diciéndole que quieren ser artistas: “Tú no quieres ser artista, tú tienes que nacer artista”, les responde: crear debe ser como respirar cada mañana al levantarse. También es necesario comprometerlo todo: felicidad, tranquilidad, familia. Todo hasta lograr impactar en el otro. “Cualquier gran artista debe tener esta visión”, dijo y recordó a Van Gogh y a Miguel Ángel, quien aplicaba ciertas prácticas (abstinencia sexual prolongada) antes de empezar un proyecto. El objetivo, lo prioritario de la exploración del artista es “alcanzar el estado mental perfecto, la creación de un estado mental”. De allí, todo lo que sigue es ahondar en lo lejos que se puede llegar: “Hay gente que sube montañas, pero hay cosas que están a simple vista en las mañanas”.

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Después habló de una serie de piezas hechas por algunos de los artistas de performance que más lejos han llegado: Tehching Hsieh y Mike Parr, por ejemplo, y que esquematizó según ciertas partes del cuerpo (el ojo, el pie, el pecho, la voz), posibilidades de lo orgánica y la influencia del performance en otras manifestaciones. Recordó que a mediados del año pasado participó en el Festival de Glastonbury y logró que el público permaneciera en silencio siete minutos.

Abramovic ijo por último que la obra de Tehching Hsieh, quien creó algunas piezas y luego se dedicó a “hacer vida”, es la mejor prueba de que el arte puede transformar al ser humano.

La Cuadra, un recinto cultural recuperado

El recinto donde se presentó Marina Abramovic, la Cuadra San Cristóbal está en el residencial Los Clubes en Atizapán de Zaragoza y fue diseñada por Luis Barragán en 1968, explicó, en entrevista, el arquitecto y curador de diseño Fernando Romero; finales de enero, la Fundación Fernando Romero, creada por él sin ningún fin de lucro, anunció la adquisición y apertura al público de la Cuadra San Cristóbal.

“La visión es hacer un lugar de conservación y un lugar para celebrar la relación entre las artes y la arquitectura. Era una casa privada como otras casas que hizo Barragán, pero lo particular es que esta casa se va a transformar en una Fundación”, continuó Romero. Dijo que las otras casas que hizo Barragán son simplemente eso, casas, pero “ésta no se va a vivir como una casa, sino como un museo; cuidaremos la obra de Barragán en el patio, lo mantendremos y lo conservaremos para luego hacer exposiciones temporales”.

También se proyecta que durante Zona Maco y “en la semana de diseño” se den premios a “diseñadores, arquitectos y cinematógrafos. El mayor reto es tener una gran programación. Ahora tuvimos el evento de  Abramović, pero queremos mantener ese nivel internacional de programación”.

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En octubre, cuando La Cuadra abra sus puertas al público, lo primero que se podrá ver son ocho maquetas de algunas de las principales obras de Barragán, “sus obras maestras. La intención es que la exposición crezca a 16 maquetas”.

“A diferencia de otras casas, esta va a ser la única apropiada donde se va a construir una colección. Aquí se va a construir una colección de arte. Habrá residencias de artistas con las que se irá construyendo una colección, gradualmente, a través de los años. Las residencias empezarían dentro de tres años y se proyecta que durarían seis meses”, adelantó Romero.

La Cuadra está en un terreno de 30 mil 245 metros cuadrados y 2 mil 493 metros en interiores.

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