A partir de sus varios libros de viajes y de sus numerosos diarios llevados a lo largo de buena parte de su vida, la escritora ha comenzado a escribir sus memorias, que son amplias y podrían ocupar varios tomos, dice, porque “ya tengo 94 años y he vivido mucho”.

La integrante de la Academia Mexicana de la Lengua, hoy a las 13 horas, y como parte de las de dicha institución, leerá una crónica de un viaje a Bogotá que, en alguna medida, será parte de sus memorias.

“Estoy escribiendo más que mi , unas memorias. No sé exactamente la diferencia que hay entre autobiografía y memorias, creo que la memoria tiene un sentido más laxo y la autobiografía en general es más cronológica. Lo que yo escribo son memorias, son textos, fragmentos de memoria, con un tiempo y un espacio que no son lógicos”, asegura Glantz.

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Igual que en su narrativa, sus memorias son fragmentarias, disgresiones, sin orden ni tiempo lineal, “no cuento cuando nací ni cómo, sino que de repente aparece también mi autobiografía, pero es una autobiografía en pedacitos, como pulverizada; de repente aparecen datos de mi autobiografía literaria, de mi autobiografía personal, pero que son memorias sueltas de diferentes épocas de mi vida que no tienen una cronología específica, ni un continuo lógico específico. Son fragmentos, pequeñas viñetas, diferentes momentos de mi vida”.

Son memorias que aún las está estructurando, “no sé bien cómo va a quedar”, dice la autora de El rastro, quien apunta que tiene escritos muchísimos diarios que está transcribiendo, pero le falta organizarlos. También estaba escribiendo un libro de viajes, siendo tan viajera, los viajes son parte esencial de sus memorias. “Tengo ya bastante escrito, pero no estoy segura que voy a utilizar eso como está escrito porque lo voy a reformar. En realidad llevo muy pocas páginas bien organizadas, trataré de incorporar varias cosas, quizás serán varios tomos”.

De entre esos materiales que está organizando fue surgiendo esta cartografía de Bogotá que compartirá hoy por Facebook y el canal de YouTube de la Academia Mexicana de la Lengua. Se trata de cinco lugares o experiencias culturales que vivió durante un viaje a Bogotá: la visita al cerro de Monserrate, su caminata en el templo barroco de San Agustín, el mercado de Paloquemao; así como el impacto que significó la instalación de la artista colombiana Doris Salcedo en la que camina sobre un piso hecho por 37 toneladas de armas fundidas que pertenecieron a las FARC, y un gran mural de la pintora colombiana Beatriz González.

“Beatriz González es una mujer de 92 años y que sigue pintando, actualmente se exhibe su obra en el MUAC, tiene que ver con lo que yo vi, muestra a gente que abandona sus lugares de origen por la violencia, se ven hombres cargando sus muertos, sus refrigeradores, sus estufas, y la repercusión que tiene mentalmente con lo que está pasando en México es tremenda”.

Dice que parece un espejo de México, “la gente de Chiapas se está yendo a Guatemala por la presencia del crimen organizado, tenemos el crimen organizado en todas partes, en 28 estados de la República. Ayer leí que encontraron 28 bolsas con restos humanos, hay una cantidad enorme de fosas, desapareció un grupo de personas y los encontraron en una fosa“.

También eso estará en sus memorias; sin embargo, confiesa que por ahora no escribe mucho. “Estoy en un periodo de receso y pensando interiormente la organización mental de mis memorias”.

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