El silencio se ha convertido en uno de los enemigos más oscuros que combate con su trabajo y con su crítica, sobre todo en momentos tan trágicos para la cultura y la ciencia como los que atraviesa México desde hace tres años. A la poeta, ensayista, crítica literaria y académica le enferma ver a sus pares permanecer callados o “nadar de muertito” ante la “agresión sistemática desde hace algún tiempo y, en los últimos meses, contra la cultura y contra la educación superior”, ante el ninguneo a creadores y artistas, ante la destrucción trágica de las instituciones culturales y científicas.

Su voz se ha convertido en una de las voces más críticas y cuestionadoras en los últimos dos años. Sus análisis literarios siguen ocurriendo a través de la palabra escrita en revistas como Letras Libres y Literal Magazine pero también ha encontrado en las redes sociales un espacio para el debate, la controversia y la libertad de expresión, libertad que más de una vez le ha traído descalificaciones, pero no calla ante la política cultural, científica y educativa actual, porque callar le parece inmoral.

“Tengo miedo, pero es más el miedo que me da ver la destrucción de las cosas que yo amo, las cosas en las que creo y las instituciones que han sido muy importantes para este país. No podemos destruir las cosas que estaban bien nada más porque sí, y sin ninguna razón verdadera; la destrucción de las instituciones me parece uno de los temas más graves que estamos enfrentando y quedarnos callados es un acto de inmoralidad”, afirma la poeta y ensayista nacida en la Ciudad de México, el 12 de septiembre de 1961, que radica en Xalapa, Veracruz desde 2004.

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Doctora en Letras Mexicanas por la UNAM , profesora e investigadora del Instituto de Investigaciones Lingüístico-Literarias de la Universidad Veracruzana desde hace 18 años, a María Malva Flores García, esposa de David Medina Portillo y madre de Ana Valeria y Emiliano, la atosiga el silencio de su comunidad literaria y académica ante la destrucción de sus universos: el cultural y el científico, dos mundos atacados y ninguneados, “creo que debemos defenderlos, por mi parte yo debo defender los dos”.

Aun cuando su nombre aparece en la lista del Sistema Nacional de Investigadores ( SNI ) del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), la poeta y crítica literaria, que se ha metido a fondo a Octavio Paz y a varias de las empresas culturales que el Nobel de Literatura echó a andar, decidió renunciar a ese sistema, permanece en él con nombre pero no con estímulo.

Optó por reincorporarse al Sistema Nacional de Creadores , “estamos en un momento muy difícil, los ataques del Conacyt a distintas instituciones y a varios miembros de la comunidad científica son algo terrible y totalmente cuestionable y criticable, que no tienen sentido porque no demuestran nada”.

Los últimos tres años en la vida y la obra de Malva Flores han sido “rudos” pues ha atestiguado el desmoronamiento de la vida cultural y política pero también han sido muy fructíferos. Entre 2019 y 2021 publicó cuatro libros: A ingrata línea quebrada (Literal Publishing, 2019), Sombras en el campus (Bonilla Artigas Editores, 2020), Estrella de dos puntas, Octavio Paz y Carlos Fuentes: crónica de una amistad (Ariel, 2020) y Paz (Universidad de Guanajuato, 2021); obtuvo dos importantes reconocimientos: Premio Mazatlán y Premio Xavier Villaurrutia por su ensayo sobre la amistad entre Paz y Fuentes; y se consolidó como una intelectual rigurosa.

La historiadora e investigadora de poesía y de poetas, no calla ante temas que le importan y la tocan como investigadora, creadora, académica y ciudadana. Le interesa la vida cultural y de investigación, pero también de la vida política, económica y social. Es apasionada de los libros, de las revistas literarias, de la poesía, del arte, y también de los deportes, está al día de las ligas más importantes de futbol, de los abiertos de tenis, sin perder su vida familiar y cotidiana.

“No tengo el privilegio de irme a otro país, mis hijos no tienen el privilegio de irse a otro país, ésta es su casa y si no defiendo su casa entonces ¿dónde vamos a acabar? Es muy sencillo para quienes dicen ‘pues nos vamos de aquí’ o navegan de muertito, yo no puedo navegar de muertito porque mis hijos son jóvenes y van a perder su futuro, y una madre y un padre —mi marido y yo— no podemos quedarnos con los brazos cruzados y no hacer nada, eso me parecería una traición a mí misma, a mi país y sobre todo a mis hijos”, dice la autora de Galápagos (2016) y La culpa es por cantar. Apuntes sobre poesía y poetas de hoy (2014).

La ensayista, cuya obra ha sido traducida a varios idiomas, ha sido definida por el crítico literario Cristopher Domínguez Michael como una de las investigadoras literarias más notables, y es considerada por el investigador holandés, Maarten van Delden, una investigadora rigurosa.

Ella, Malva Flores, será en este 2022 una voz crítica y potente también sobre asuntos sociales, es una mujer que cuestiona el discurso políticamente correcto del gobierno actual sobre las poblaciones indígenas y de origen negro, sobre las minorías y la necedad de querer “visibilizarlas”.

Malva Flores

defiende las causa de las mujeres y las de los hombres: “Me importan las personas, no me interesa tanto su género, cuál es su orientación sexual ni su color”, dice la editora de Poesía de la revista Letras Libres y consejera de Zona Paz, sitio dedicado a Octavio Paz.

Esta intelectual del siglo XXI no necesita que la visibilicen por su color o por su sexo: “Me gusta que hablen o me critiquen o me juzguen a partir de mi trabajo, sé que eso no está bien visto pero es lo que pienso; he trabajado toda mi vida porque se reconozca mi trabajo, no porque se reconozca a qué minoría pertenezco. Podrían decir: ‘Es mujer , es prieta, es negra’. Afrodescendiente es un término que me pone muy mal porque es una segregación de la que no se dan cuenta”. A Malva Flores no le importa si le dicen negra o mulata, “imagínate: soy mujer, soy poeta, soy mamá, soy negra, vivo en un estado que no es el mejor estado de un país que tampoco es el mejor país, tengo prácticamente todas las minorías a mi favor pero yo no voy a usufructuar el hecho de pertenecer a estas minorías biológicas o por preferencia”, afirma categórica.

A pesar de su pesimismo en el presente, la poeta que en 1986 obtuvo la licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas con la tesis “Farabeuf y Morirás lejos: dos paréntesis en la literatura mexicana actual”; que en 2006 obtuvo la maestría en letras mexicanas con la tesis “La generación del desencanto en la poesía mexicana del siglo xx”; y que en 2012 obtuvo el doctorado en Letras mexicanas con la tesis “Estudio crítico de la revista Vuelta”, todos por la UNAM y todos con mención honorífica, tiene varios proyectos para este 2022.

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Trabaja en “Crónica de lo sublime”, un libro de ensayo y poesía que echa una mirada a la reflexión, particularmente de poetas, al alrededor de lo sublime; está enriqueciendo Viaje de Vuelta”, un libro publicado de 2011 sobre la historia de la revista Vuelta que ahora incluirá la historia de la revista Plural, ambas impulsadas por Octavio Paz.

Además, junto con Sebastián Navarrete , uno de sus estudiantes, elabora el sitio web sobre revistas literarias iberoamericanas del siglo XX, que podría llamarse “Péndola”, igual que esas estructuras que sostienen los puentes colgantes, un metáfora de las revistas como puentes, como las definía Paz.

“Lo que más me gusta del trabajo académico es dar clases, mis estudiantes son lo mejor de mi vida académica, me provocan una enorme felicidad, no están maleados todavía, con ellos puedo discutir y aprender mucho”.

Malva Flores, la apasionada de la crítica literaria y de las polémicas serias y con argumentos que tampoco calla, opina que la destrucción del Fondo de Cultura Económica “no es grave sino trágica” y es la caída al vacío de una institución fundamental para México, América Latina y España, afronta la adversidad con la felicidad de haber recibido el Premio Mazatlán y el Premio Villaurrutia , por una vida de trabajo.

“Si no hubieran pasado esas cosas maravillosas en estos tres años, ya podría ponerme a llorar porque no tendría ningún motivo para sentirme feliz”.

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En 5

En 2021 ganó los premios Mazatlán y Villaurrutia.

Es poeta, ensayista e investigadora.

Duda de ciertas políticas de visibilizar minorías.

Trabaja en dos libros: Crónica de lo sublime y nueva versión de Viaje de Vuelta.

Prepara página web de revistas literarias del siglo XX.

MALVA FLORES

Poeta y ensayista

“La destrucción de las instituciones me parece uno de los temas más graves que estamos enfrentando y quedarnos callados es un acto de inmoralidad”

“He trabajado toda mi vida porque se reconozca mi trabajo, no porque se reconozca a qué minoría pertenezco”

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