La Madre Coraje es una mujer torpe y ciega que hace la travesía de “empujar el carro de la historia” en medio de la Guerra de los Treinta años, en el siglo XVIII. La Madre Coraje, en busca de dinero, pierde a sus hijos bajo el destino de lo bélico. Su hija, una adolescente que quedó muda después de una agresión, es la señal de esperanza que “salva una ciudad en el asedio”.
Es el clásico de Bertolt Brecht sobre la guerra llevado a escena en el Centro Cultural Helénico bajo la dirección de Luis de Tavira, pero que ahora tiene un pie en el presente: en el contexto mexicano, atravesado por los paisajes desérticos de Ciudad Juárez y la violencia entre los cárteles y la Guardia Nacional.
Madre Coraje y sus hijos puede verse en el Centro Cultural Helénico (Av. Revolución 1500, Guadalupe Inn) del 9 al 24 de abril. La obra dura 180 minutos y las funciones son jueves y viernes a las 19 horas, y sábado y domingo a las 18 horas.
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Sobre esta obra, el también dramaturgo que en 2006 ganó el Premio Nacional de Ciencias y Artes, habla con El UNIVERSAL.
¿Cómo surgió el proyecto de montar Madre Coraje y sus hijos?
Telón de Arena, una compañía emblemática y admirable de Ciudad Juárez, está cumpliendo dos décadas de lucha admirable para que el teatro sea un lugar significativo donde se catalizan los rasgos de los conflictos nacionales.
¿Por qué es un proyecto admirable?
En Ciudad Juárez se tiene, de una manera especial en el país, una necesidad de que el teatro exista. No es un lugar fácil para que esto suceda. Telón de Arena es un grupo independiente que lidia con las dificultades de la autonomía y cuyo equipo de actores es muy bueno. La compañía optó por quedarse en Ciudad Juárez y trabajar desde ahí, para su gente tan castigada por la violencia, los feminicidios y la militarización. Me invitaron a trabajar en el marco de los 20 años de Telón de Arena. Hacía tiempo que nos debíamos un proyecto, pedimos un apoyo a partir de la convocatoria de la fundación BBVA y fuimos seleccionados.
¿Cuál es la relevancia que tiene Madre Coraje en el presente?
La obra trata de desenmascarar la guerra. Las revelaciones y reflexiones con que desentraña el sufrimiento del mundo son poderosas. Brecht es lo que toca hacer en este momento, una decisión tomada mucho antes de saber a dónde iba el mundo. La obra se estrenó en diciembre en Ciudad Juárez y el año empezó con el conflicto bélico de Ucrania. Madre Coraje es una obra que Brecht escribió antes de que estallara la Segunda Guerra Mundial. Él venía de la vivencia personal de la primera guerra, de esa atrocidad. Su objetivo era desenmascarar el fondo causal de esa locura crónica de la humanidad. La Segunda Guerra Mundial termina en un límite similar al que ahora nos acercamos: la amenaza de una guerra nuclear y, por lo tanto, de un final de la humanidad. Poco antes de que estallara la Guerra Fría, Brecht inaugura su proyecto final: la Berliner Ensamble, un teatro y compañía que arranca en la Alemania Oriental con esta pieza que advierte sobre la guerra. De alguna manera, Brecht y otros artistas del momento le asignan al arte, y de modo particular al teatro, la misión indispensable de construir la paz.
¿De qué forma quería lograrlo Brecht?
Despertando la conciencia de las sociedades alienadas, manipuladas y masificadas por la demagogia y la publicidad del mercado. La esperanza del cambio está en el despertar de conciencia. Por pequeña que sea la reunión a la que convoca el teatro, hay una oportunidad de abrir los ojos. Lo que Brecht plantea en Madre Coraje es un espejo para que miremos la actualidad. Al teatro le interesa lo que pasa siempre, a la historia le interesa explicar lo que alguna vez pasó.
¿Qué imagen de la guerra hay en Madre Coraje?
La guerra no es un destino, la guerra es un negocio y alguien está ganando mucho a través de ella. La guerra es un instrumento de dominio de los pocos que ostentan, ante todo, el poder económico. La unidad de medida de la guerra no son las bajas, las invasiones y los asaltos, sino los dólares y los euros. Su disfraz siempre serán las banderas ideológicas o religiosas.
¿Cómo insertaste la trama en el contexto mexicano?
Habría que leer esta obra para ver reflejada la guerra de nuestro país. Es una guerra que ahí está, a la que ya nos acostumbramos, pero que es atroz. Una guerra que tiene a los mexicanos como rehenes de la barbarie y que comenzó llamándose la guerra contra el narcotráfico. Es falso que se haya declarado la paz, puesto que en lo que va del año han sucedido 90 masacres en el país. Nos asomamos a las novedades del día para conocer las cifras de los caídos como si miráramos el pronóstico del clima. No se está asumiendo ni su causa ni su fin y no se atiende una estrategia que recupere la paz. A cambio, prolifera aún más la militarización. Urge que se desenmascare todo.
¿Qué le espera al público?
Un espectáculo divertido y profundo, con música en vivo compuesta por el maestro Iván del Prado. No es una comedia musical a la manera de Broadway; es un espectáculo épico, cambiante, ágil y trepidante.
¿Qué peculiaridades tiene la puesta en escena?
Su forma de escenificación. Se escucha hablar a los personajes de los lugares perdidos de la Europa del siglo XVII, pero el espectador está viendo el desierto de El Paso. La escenificación supuso un reto enorme para el espléndido Jesús Hernández, quien tenía que resolver gran cantidad de transiciones y cambios. La obra está estructurada con esa estrategia brechtiana de la fragmentación. Comienza en el desarrollo de una situación que queda interrumpida con un cambio espacio-temporal constante. Esto lo resolvió con mucha creatividad y austeridad. No usamos la música original de la obra, sino las canciones que compuso Del Prado con poemas de Brecht.
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La crisis del teatro en México
¿Qué opina de la crisis que vive el gremio teatral?
Nos enfrentamos a una de las situaciones más difíciles en décadas. Los pocos apoyos que se habían conseguido estructurar y estabilizar han desaparecido. Las instituciones públicas encargadas de la producción teatral se han retirado y quedaron en la orfandad del Efiteatro, el cual se resuelve de una manera extraña y contradictoria. El teatro es un derecho de la sociedad. La propiciación del teatro es una tarea central del Estado que el gobierno debería cumplir y que parece no atender. Hay una gran desconfianza hacia la acción teatral profesional; se ha promovido, en cambio, la multiplicación del teatro aficionado. Se superproducen eventos efímeros y no se finca en la estabilidad, y sin ella no hay desarrollo ni interlocución de la cultura. Vivimos tiempos de hostigamiento público para la iniciativa social del teatro, el teatro es un derecho y los artistas sólo somos servidores que responden a una necesidad social que no parece estar en la conciencia de los responsables de la agenda cultural del país.
¿Qué alternativas pueden tomarse sobre esto?
Si sumamos el escenario de la pandemia, las cosas se complican. La solución que yo veo está en los acuerdos. Ser convincentes ante quienes son responsables de la política de propiciación del teatro, por un lado. Yo me mantengo escéptico, pero no nos vamos a quedar quietos. Los sitios que habían conseguido por virtud de los apoyos del antiguo FONCA, concretamente de México en Escena, han sido dinamitados por razones demagógicas que lo único que están consiguiendo es el dispendio de la inversión en una mediocridad estéril. El camino tendrá que ser a través de la intervención de instancias sociales y fundaciones internacionales. En otros tiempos, me tocó vivir situaciones similares. Entonces, por lo menos, estaban las universidades como plataforma de desarrollo del movimiento teatral. El teatro no es un negocio, se le está tratando con la política neoliberalista de la Thatcher. Se renuncia a las grandes conquistas sociales que alcanzamos los mexicanos a través de sus instituciones públicas. Hay que seguir insistiendo en que es algo irrenunciable.
Trayectoria
- Luis de Tavira nació el 1 de septiembre de 1948 en Ciudad de México
- Es director de escena y fundador del grupo Teatro Taller Épico de la UNAM
- Ha sido profesor en la UNAM, el INBA y la UIA
- También fue director del CUT de la UNAM y director artístico de la Compañía Nacional de Teatro (CNT)
- En 2006 ganó el Premio Nacional de Ciencias y Artes
- Es miembro del Consejo Mundial de las Artes de la Comunidad Europea
Es una guerra atroz. Una guerra que tiene a los mexicanos como rehenes de la barbarie y que comenzó llamándose la guerra contra el narcotráfico”
Los artistas sólo somos servidores que responden a una necesidad social que no parece estar en la conciencia de los responsables de la agenda cultural del país”