Más Información
Caso Melanie: Vecinos describen a Christian “N” como un joven religioso; “lo veíamos pasar con la guitarra en la espalda”
David Monreal señala ante Sheinbaum abuso a productores de frijol; refrenda orientar acciones a la construcción de paz
VIDEO: Luisa Alcalde compara costo de elección presidencial contra la judicial; acusa de estrategia para detener reforma
El historiador y miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua (AML) Rodrigo Martínez Baracs asegura que el segundo arzobispo de México, Alonso de Montúfar, llegado después de Zumárraga, fue quien tuvo la encomienda de fortalecer la Iglesia católica por encima de las órdenes religiosas, y en ese trabajo de tener más control retomó el culto a la virgen de Guadalupe, en contraposición a los frailes, quienes aunque primero difundieron el culto a la virgen María, después promulgaron la adoración a un sólo Dios y no a imágenes.
A propósito de la lectura estatutaria, titulada “Guadalupanismo y antiguadalupanismo franciscano”, un ensayo que leerá hoy, en punto de las 13:00 horas, a través de la página de Facebook y del canal de YouTube de la Academia, Martínez Baracs aborda el tema de la oposición de los frailes franciscanos del siglo XVI al creciente culto guadalupano, así como la devoción que por ella sintieron los primeros integrantes de la orden que vinieron a México, debido a sus vínculos con Extremadura, provincia castellana donde se encuentra la imagen original de la Virgen de Guadalupe.
Cuenta que al principio, los franciscanos contribuyeron a la propagación del culto guadalupano en España primero y en México después, desde los primeros años de la conquista espiritual, aunque años más tarde modificaron su postura y emprendieron un antiguadalupanismo, que ha quedado confirmado a partir de las reacciones de dos frailes: fray Francisco de Bustamente, quien emitió un sermón contra el arzobispo fray Alonso de Montúfar por impulsar el culto a una imagen de la Virgen, pintada por Marcos Cípac, en la ermita de Tepeaquilla (Tepeyácac); y fray Bernardino de Sahagún, quien asumió una postura crítica contra el culto a Santa María de Guadalupe en Tepeyac, en su famosa Historia universal de las cosas de la Nueva España.
“El arzobispo Alonso de Montúfar impuso ese cambio también porque los indígenas, que adoraban a los frailes franciscanos, aunque también a los agustinos y los dominicos, pero a los franciscanos mucho porque los defendían de los abusos de los encomenderos, de los esclavistas españoles y de los funcionarios abusivos, tenían una relación muy estrecha con los frailes, y al arzobispo De Montúfar le interesaba romper esta alianza de los franciscanos con la nobleza indígena de los pueblos indígenas, para imponer por encima de ellos el poder de la iglesia formal y constituida del arzobispado de México; también, por cierto, para cobrarles diezmo eclesiástico, además del tributo que incluye recursos para que se les evangelizara”, asegura el historiador, cuyas líneas de investigación son el periodo novohispano y la historiografía lingüística, bibliográfica y literaria de México, temas que abordará hoy durante su lectura.