El desencanto, afirma el escritor y catedrático Federico Guzmán Rubio, es a veces tan peligroso y necesario como la utopía, pero también puede ser la mejor ocasión para volver a pensar la realidad y cómo se puede volver a construir. Con esa idea visitó y analizó siete ciudades utópicas que se han construido en América Latina con el fin de tener la sociedad perfecta.

Así, en su libro Sí hay tal lugar. Viaje a las ruinas de las utopías latinoamericanas (Taurus, 2025) Guzmán Rubio recorrió las ruinas de Fordlandia, la utopía industrial de Henry Ford en el Amazonas; fue a la utopía cristiana en Pátzcuaro, Michoacán, donde Vasco de Quiroga fundó sus hospitales-pueblo; caminó por la utopía racista Nueva Germania, en la selva paraguaya, y visitó la utopía neoliberal Santa Fe, en la Ciudad de México, “en la que estamos inmersos y quizás no sabemos cómo salir de ella”, afirma.

La utopía cristiana en Pátzcuaro, donde Vasco de Quiroga fundó sus hospitales-pueblo. (04/03/2025) Foto: Especial
La utopía cristiana en Pátzcuaro, donde Vasco de Quiroga fundó sus hospitales-pueblo. (04/03/2025) Foto: Especial

¿Construir una utopía es recluir a unos y expulsar a otros?

Para construir una típica utopía, un mundo perfecto para un grupo de personas, se arrojan fuera a quienes no están de acuerdo o no quepan en ellas. Hay que preguntarnos si el sistema actual económico, político no se dirige exactamente hacia ahí, hacia un mundo tecnológico, perfecto, incluso racial, porque hay muchos movimientos racistas en el mundo que están pensando que para sentirse ellos perfectos hay que eliminar, despojar, movilizar, expulsar a una parte importante de la población y a lo mejor son procesos que ya empezaron. Entonces, frente a la distopía, la utopía, siempre y cuando la utopía no sea el germen de una nueva distopía.

¿Las utopías son viejas ideas, ahí está Pátzcuaro?

Frente a la distopía que representó la Conquista, porque finalmente fue el fin del mundo para todas las poblaciones originarias y seguramente las poblaciones indígenas de México se hubieran exterminado mediante el modelo original de conquista, llegó la utopía de Tata Vasco. Él literalmente lee la utopía de Tomás Moro y dice, “quiero replicar este mundo perfecto en el nuevo mundo”, y lo nombran obispo de Michoacán y echa a andar los hospitales-pueblo que acaban siendo un modelo de colonización.

Sin embargo, logra cambiar el modelo genocida de colonización por un modelo mucho más armónico que creó una serie de comunidades autosustentables que realmente integraron a todas las poblaciones existentes en el territorio y que logró que sobreviviera el mundo indígena y a partir del cual nació lo que ahora es México.

¿Hay puntos comunes en estas siete utopías?

Sí, y lo cual entraña también sus peligros. Toda utopía se basa a su pesar en una edad de oro pasada más imaginaria que real. Y por supuesto toda utopía se basa también en la creencia de que el sistema actual está pervertido y por lo tanto hay que refundar el mundo. Sin embargo, esto es muy peligroso. Pensemos en Trump y Estados Unidos que quieren regresar al “Make America Great Again”, quieren regresar a un Estados Unidos imaginario que nunca existió, que supuestamente era perfecto cuando no existía la mezcla racial, cuando no existía el pensamiento de izquierda, cuando no existían las reivindicaciones de género. Ese mundo que a mí me parece atroz, pero que ellos lo ven como un pasado dorado, es ese mundo que quieren reconstruir a pesar de que nunca existió.

Por supuesto que en la utopía tiene la ventaja o tiene la voluntad positiva de rescatar lo más noble del ser humano, pero también en ese rescate de nuestros orígenes puede haber una esencia del mal ahí perdida que estamos resucitando.

¿Frente a los totalitarismos pueden crearse otras tantas utopías como estas siete?

Creo que también un imaginario muy presente ahora es el tecnoutopismo, esta idea de que la tecnología, la inteligencia artificial, los algoritmos, el análisis de datos va a resolver mágicamente todos los problemas del mundo. Y por supuesto que son útiles en muchos sentidos, pero hasta qué punto no estamos en lugar en una utopía tecnológica en que las máquinas nos hagan todo el trabajo y resuelvan todos nuestros problemas, hasta qué punto no estamos entrando en una distopía tecnológica en que somos seres controlados y vigilados absolutamente todo el tiempo, que incluso se están quedando sin voluntad y sin libre albedrío, ya los algoritmos nos conocen mejor a nosotros que nosotros mismos. Ahora está muy presente el péndulo entre utopía y distopía, y esperemos que el péndulo oscile hacia la utopía, pero yo lo veo más bien dirigiéndose hacia las distopías.

¿Utopías que saltaron del papel a la realidad?

La utopía es estrictamente un género literario. La literatura, cuando la queremos llevar a la realidad, es tremendamente peligrosa y esto sucede con las utopías; de un texto se levanta una ciudad o un sistema o un país o una ideología y en la realidad y esto puede tener consecuencias positivas o devastadoras.

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