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Para celebrar sus 50 años de trayectoria, la coreógrafa y directora de la compañía El Cuerpo Mutable/ Teatro de Movimiento, Lidya Romero, estrenará a nivel internacional la obra Luna de Shanghái mañana sábado, a las 19 horas, como parte de la temporada “Diversas Danzas, Diversos Cuerpos. Palacio de Bellas Artes”, que organiza la Coordinación Nacional de Danza (CND) del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL).
Romero cuenta, en entrevista que, cuando fue la celebración por su aniversario 25 de carrera, preparó una especie de antología; y ahora le pareció pertinente celebrar con el estreno de una obra de reciente creación. Describe Luna de Shanghái como una síntesis de muchos trabajos que ha hecho y que ahora se consuman en esta puesta en escena.
Además presentará la obra Libre pastoreo, que describe como “una celebración y homenaje a la larga trayectoria de varios de mis amigos, colegas y compañeros, que también comparten conmigo esta larga trayectoria, y con los cuales he trabajado. Hemos sido colegas, he bailado sus obras, hemos compartido el escenario, entonces pensé que sería una buena ocasión para convocarlos. Todos son mayores de 70 años y tienen en su haber una infinidad de experiencias, anécdotas e historias. Son pilares de la danza de este país. Qué mejor celebración que compartir con ellos el escenario en esta obra que sucede en un corral de gallinas”.
Es un corral, explica, donde están convocadas las gallinas más grandes de la granja para un encuentro festivo y celebratorio, lleno de anécdotas y buen humor. “Un divertimento con trazos minimalistas que permiten que cada uno de los intérpretes de larga trayectoria se expresen con amplitud y desparpajo (...) Un homenaje a una larga trayectoria que ha fortalecido y construido el campo de la danza en nuestro país”. Es necesario —abunda— tener memoria, historia viva y capacidad para responder ciertas preguntas cruciales, ¿de dónde venimos?, ¿hacia dónde vamos?, intrínsecas en su medio siglo de trabajo y oficio.
“En estas cinco décadas he realizado alrededor de 70 obras coreográficas de diferentes formatos, obras unipersonales mías, cosas más pequeñas y obras de gran formato para 20 bailarines. Muchas han sido creadas y presentadas para el espacio público, bajo la idea de que otros públicos tengan la oportunidad de estar en contacto con esta producción de danza contemporánea, con este lenguaje abstracto que utiliza mucho la metáfora más que contar historias lineales y literales. De alguna manera es una síntesis”.
Este abanico de acciones que ha realizado a lo largo de los años, llevó a Romero a reflexionar sobre cuáles son las figuras de su generación e incluso de generaciones más arriba que siguen vigentes. “En el marco de la temporada ‘Diversas Danzas, Diversos Cuerpos’ nos hacen un homenaje a cinco coreógrafas; dos de ellas ya murieron, Nieves Paniagua y Gloria Contreras; tres aún estamos presentes: Rossana Filomarino, Sunny Savoy y yo”.
Sobre Luna de Shanghái dice que su germen fue la fascinación por las culturas del Lejano Oriente. “Para mí, el Lejano Oriente es misterioso, sensual y cargado de historia. Su producción artística me encanta. Crecí con las películas de Kurosawa y Wong Kar-wai, con los libros de Mishima, con la ópera de Pekín; crecí con la sensualidad y erotismo misterioso, velado, que existe en la producción estética y poética de la obra artística de estas culturas milenarias (...) No es que hable de estas culturas de una manera evidente, sino que la obra es mi pretexto para traer a la escena el placer que me provoca la contemplación de los jardines japoneses, la indumentaria y los kimonos”.