Los nuevos Libros de Texto Gratuitos (LTG) de 1o. y 2o. de primaria “no es un buen paquete” porque “no ayuda (a los niños) a construirse ni como lectores ni como escritores ni como hablantes eficaces y críticos”, considera Amira Dávalos, especialista en la enseñanza de lectoescritura y doctora en Ciencias en la Especialidad de Investigaciones Educativas del Cinvestav, tras analizar los materiales que serán distribuidos entre los estudiantes de primaria en el nuevo ciclo escolar que arranca el 28 de agosto.
En el análisis coincide su colega, Judith Kalman Ladman, investigadora del Departamento de Investigaciones Educativas del Cinvestav y especialista en lenguaje y alfabetización: “No voy a decir que las prácticas lectoras están ausentes, pero diré que están muy desdibujadas”.
Tras comparar los nuevos materiales de la Secretaría de Educación Pública, con los anteriores, Dávalos afirma que, pese a no existir un libro totalmente dedicado a lecturas, el libro Múltiples lenguajes, de 1o. tiene una cantidad suficiente de textos y que son diversos (de corte informativo, instructivos y literarios). Por lo que considera que el contenido es “apto e interesante para los niños”; pero generará “niños bien informados, no lectores autónomos”.
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¿Qué problemáticas presentan estas lecturas? Dávalos indica que “hay un vacío didáctico” alrededor de las lecturas: “Hay estructuras lingüísticas que no están pensadas explícitamente para pequeños”, es decir, el lenguaje y contenido son complejos para niños que están aprendiendo a leer y a escribir.
Las lecturas no sólo representarían un reto para los niños, también para los maestros porque no están acompañadas de alguna sugerencia sobre cómo usarlos didácticamente: “Los libros siempre van a ser útiles, pero qué tan útiles sean eso depende de la habilidad o la pericia de un docente”, dice la estudiosa, quien explica que, ante la complejidad de los textos, los maestros podrían realizar la lectura en voz alta y que el niño la siga, pero eso podría hacer que el niño quede fuera de la dinámica de interlocución con el texto y no aprenda a construir el significado de los textos por sí mismo.
“Construirse como lector significa coordinar datos del texto con datos del contexto y si no hay una orientación para el docente sobre cómo hacer esto, tendremos como resultado niños bien informados, si les lee el profesor; pero no tendremos construcción de lectores, que además sean lectores cada vez más autónomos”, dice la especialista.
Para Judith Kalman Ladman, los libros tienen un denominador en común en las instrucciones: “Lean en voz alta”, “que el maestro lea y síganlo en el texto”, “entre todos lean”, “lean de manera individual, pero tomando en cuenta a la comunidad” (“frase terrible que repiten y repiten”). La experta afirma que con estas indicaciones se les pide en el fondo: “Leen textos y ya”, como si eso fuera suficiente. “Ahí leer es básicamente sonorizarlo, es pasarlo de lo gráfico a lo sonoro”.
Dávalos dice que presentar contenidos con una complejidad mayor a la que debe enfrentarse un niño que aprende a leer y a escribir “desdibuja” a los niños como el público objetivo. Esa tendencia también está en Saberes, también de 1o., donde la experta detecta contenido para la enseñanza relacionado a la lectura y escritura con conceptos y definiciones redactadas de forma más apta para adultos, no para los niños, y eso lo hace un libro enciclopédico.
“Es un libro que ignora que los niños son sujetos cognoscentes; a pesar de su enfoque altamente expositivo y declarativo, no proporciona las herramientas didácticas necesarias para el aprendizaje. Hay una lección sobre el alfabeto, por ejemplo, que te dice que está constituido de N cantidad de letras, una suenan, otras no; unas se llaman vocales, otras consonantes, que se juntan y dan palabras. Parecería que con eso ya se entendió y se puede escribir, pero no es así”, afirma Dávalos.
Kalman, también especialista en lengua escrita y cultura digital, dice que aunque tuvieran los mejores textos del mundo, muy bien pensados y bien seleccionados, lo que sostiene la apropiación es qué se hace con ellos en la escuela.
“Es decir, la actividad es el contexto del aprendizaje, deberían plantearse: ¿qué se hace con el texto?, ¿cuáles son los puntos de aprendizaje?, ¿qué es lo que se puede explotar de ese texto para mover hacia la reflexión de qué es lo escrito, en muchas dimensiones, no simplemente en letras y sonido?, ¿qué es lo escrito en términos de esa cultura que encontramos por escrito?, ¿el tipo de interacciones que promover sobre qué leyeron? No voy a decir que las prácticas lectoras están ausentes, pero sí muy desdibujadas”.
La experta dice que el libro Saberes tiene un segundo vacío, como el de Múltiples Lenguajes, pues no da “alguna muleta” al docente para ayudar a que el niño cuestione las hipótesis hechas sobre el mundo escrito.
Enseñanza de la escritura
En Múltiples lenguajes: trazos y palabras, de 1o. de primaria (se consideraría el libro de ejercicios), hay actividades como la repetición de trazos, líneas diagonales, curvas, nubes, arcoíris, etcétera (página 48, 49, 70 y 71), pero también se recomienda a los estudiantes hacer ejercicios como pelar chícharos, tender ropa y abotonar camisas. “Todas las prácticas que realices con tus dedos favorecen tu escritura”, se lee en la página 13.
Sobre estos métodos de escritura, Dávalos afirma: “Es muy peligroso que un libro de texto oficial comunique y valide la idea de que los trazos, el pisado y el punzado son requisitos para aprender a escribir”.
Dávalos, también directiva en la Secretaría de Educación de Querétaro, dice que este método comete un “error garrafal” y que es un “retroceso” la idea de que aprender a escribir se trata de un ejercicio motriz, en vez de cognitivo (como lo es). “Va por una línea muy distinta a lo que se sabe teóricamente sobre cómo aprenden los niños”.
“¿Cómo Stephen Hawking, el astrofísico con tetra paraplejia y que no escribía a mano ni podía hacer trazos bonitos, logró escribir tantas obras científicas tan trascendentes? Este ejemplo valida la idea de que no es un asunto de motricidad; aprender a leer y escribir en realidad es un asunto cognitivo”, afirma Dávalos.
Más allá de enseñar la escritura con un método erróneo, en el libro Múltiples lenguajes: trazos y palabras es posible ver incongruencia en el contenido. Justo antes de los ejercicios motrices para escribir, hay ejercicios sobre escribir nombres propios. Dávalos explica que esos ejercicios de trabajo con el nombre ayudan a los niños a construir la idea de que las letras tienen que ir en algún orden para que digan una palabra. Esta forma de enseñar a escribir contraviene a la idea de que la escritura es un aprendizaje motriz. El mezclar estas formas de enseñanza “muestra la incongruencia en perspectiva conceptual de quienes fueron autores del libro y da una pista del poco cuidado editorial en la integración de materiales”, afirma.
La especialista señala que el alcance de este paquete de libros es limitado y la justificación de dejar que los docentes compensen las deficiencias de los libros es también “un exceso de confianza”, pues nada garantiza que los maestros presenten alternativas didácticas para llenar estos vacíos.
“Es muy posible que el efecto de la pandemia se repita pero no por causas sanitarias, sino por obstáculos didácticos” en los LTG, sostiene Dávalos, quien recomienda complementar la enseñanza con ediciones anteriores de los libros. (Con información de Yanet Aguilar)
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