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Amin Maalouf, el escritor y periodista franco-libanés que hace unos días visitó por primera vez México, apela siempre en su obra literaria a la memoria, a la cultura, al arte y a la historia de las civilizaciones. Es un gran observador de la globalización, un apasionado de la actualidad mundial, un crítico puntual del ser humano y un faro que alerta sobre la catástrofe que vendrá si no actuamos ante el cambio climático.
El ganador del Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2010, que recién ha publicado en México el libro El naufragio de las civilizaciones (Alianza Editorial) no es un pesimista, pero tampoco un optimista fácil: “No podemos seguir tan irresponsables frente al cambio climático; en realidad no hemos hecho mucho para frenar la situación, estamos en un mundo donde no hay una verdadera unidad mundial, estamos como en la ley de la selva donde cada quien hace lo que quiere”.
En entrevista con EL UNIVERSAL durante su participación en la 33 Feria Internacional del Libro de Guadalajara, el escritor nacido en Beirut, en 1949, que desde salió de Líbano en 1976, plantea en su nuevo su relato familiar para desde ahí reflejar una historia de las civilizaciones.
¿Una pequeña historia familiar puede mostrar la historia del mundo?
Esas pequeñas historias son importantes para formar nuestra perspectiva del mundo; yo crecí en la casa de un padre periodista que se interesaba por lo que pasaba en el mundo, que me hablaba a menudo de los acontecimientos que se producían y eso fue indispensable en mi formación; ahí está el origen de mis interéses literarios y artísticos.
¿Nacer en una familia intelectual lo llevó a escribir y pensar en los otros?
Sí, creo que el hecho de nacer en una familia con mente muy abierta, muy mezclada, con posiciones políticas y religiosas diversas, fue determinante; además vivíamos en un entorno con gente que venía de todos lados, Beirut era un barrio muy internacional; pienso que esto desarrolla una de dos posiciones: ganas de afirmar una identidad muy específica para diferenciarse de este entorno, o al contrario, ganas de establecer lazos con todo lo que nos rodea. Y yo creo que el entorno donde crecí me empujó hacia la segunda dirección.
¿La mezcla de culturas lo hizo un ciudadano del mundo?
Siempre quise escuchar y escuchar voces diferentes, siempre me planteé la pregunta y me la sigo planteando: ¿cómo puede reaccionar una persona, qué visión tendrá de tal o cuál acontecimiento, cómo lo vivirá?, y creo que necesitamos tener varios puntos de vista para aproximarnos a la verdad. Mi padre era director de un periódico y tenía una tradición, él enviaba por cortesía su periódico a todos los directores y ellos mandaban también su edición, y cada mañana llegaban a la casa una docena de periódicos diferentes, y recuerdo que una vez le pregunté a mi padre acerca de un acontecimiento particular, le dije: “un periódico dice esto, un periódico dice aquello, ¿quién dice la verdad?”. Él me dijo: “ninguno de esos periódicos dice la verdad, pero sí los leemos todos nos aproximaremos un poquito a la verdad”.
¿Por eso sus libros son un intento de mirar el todo?
Siempre intento no ver la realidad a través de un solo ángulo, de un solo punto de vista, aun cuando tengo convicciones quiero ver cómo otros quieren ver ese mismo porvenir; para mí es indispensable entender lo que está pasando, saber cómo se vive tal o cual acontecimiento, cuando hay una guerra cómo se puede vivir esta guerra desde el punto de vista de los que están en un frente, los que están del otro lado, los militares, los civiles, hay muchos puntos de vista muy diferentes de cada acontecimiento; si no se tiene la sensibilidad y la actitud intelectual de decir cómo se ve este acontecimiento por unos y otros, no sería correcto.
¿Ha pesado en la historia la cultura, el arte, la lengua?
Es un peso muy importante a largo plazo aun cuando no se ve un impacto a corto plazo, lo cierto, lo seguro es que cuando no hay un contacto o intercambio cultural o un debate entre los diferentes partes es muy difícil que haya una reconciliación entre las culturas. Uno de los dramas de mi región natal es que hay muchas partes que no intercambian con los demás, no quieren aceptar que el otro existe y creo que si idealmente cada quien tuviera el respeto por la cultura del otro o la opinión del otro o las motivaciones del otro, probablemente hubiéramos podido encontrar soluciones y todos hubieran estado satisfechos de ellos, tomando en cuenta las aspiraciones de cada uno.
Estoy convencido de que cuando no hay intercambio cultural, cuando no hay una verdadera voluntad de conocer al otro a profundidad, de conocer su literatura, su cultura, su historia, se vuelve muy difícil alcanzar una cultura universal.
¿Somos incapaces de pensar en los otros?
En mi región natal los unos no se interesan mucho en los otros, pero creo que en todas partes hay una necedad de ver al otro a través de nuestros prejuicios, la gente habla de tal o cual país, de China o de África, o de cualquier país, solo se oyen prejuicios, ideas infundadas.
Usted es un gran observador ¿busca entender al otro?
Es mi pasión desde siempre, sigo los acontecimientos mundiales con pasión, esta pasión nunca va a reducirse, me intereso por las elecciones en los países; me gusta conocer el mundo en su realidad política, conocer el mundo en su realidad cultural, siempre tengo el sentimiento de asistir a la más hermosa historia, entonces no me canso de hacerlo.
Creo que esto empezó efectivamente con mi padre, con mi entorno familiar, y hoy se ha vuelto una filosofía: conocer el mundo, conocer la opinión de unos y otros y nunca acusar o considerar culpables; siempre tengo la actitud de señalar que las responsabilidades están compartidas, a veces mis amigos me critican gentilmente porque cuando veo un acontecimiento, no digo espontáneamente: “este es el culpable”; no, digo, “bueno, sí, cada quien tiene una parte de responsabilidad”, y a menudo es cierto.
¿Escribe para entender a la humanidad?
Quiero entender y quiero transmitir con dos exigencias principales, primero la claridad, no quiero decir las cosas de manera oscura o que pueden prestarse a interpretaciones, quiero transmitir lo que observo de manera clara y sin demás explicaciones. A menudo la gente quiere que se le diga lo que quieren oír, quieren ser tranquilizados, que todo termine con un final feliz, aun cuando se trate de un ensayo, quieren que al final del ensayo diga: “no se preocupen, todo saldrá bien”. Yo no tengo ganas de decir esto, tengo ganas de decir, “cuidado hay cosas graves pasando y sí se tiene conciencia y si verdaderamente hay una reacción activa puede terminar bien”.
¿Cuáles son las grandes amenazas de la humanidad?
Creo que efectivamente hay varias amenazas, primero la amenaza de la intolerancia, luego el asunto de las identidad es una cuestión central, la globalización hizo que estemos cada vez más mezclados, hay gente que habita un mismo barrio con diferentes credos y creencias y no es fácil que convivan de manera armoniosa, yo diría que ese es el gran reto de nuestro mundo ¿cómo hacer que conviva gente de origen diferente?
La intolerancia viene de todas partes, hay actitudes intolerantes que vienen de todas las regiones del mundo, de todas las corrientes políticas. Hay intolerancia de derecha, de izquierda, hay una intolerancia europea, norteamericana, hay intolerancia en los países árabes, hay muchas formas de intolerancia que hacen que la convivencia sea difícil; por eso me parece fundamental crear las condiciones de convivencia armoniosa.
¿La desigualdad económica es otra amenzada?
Sí, es verdad. Desde hace 40 años intentamos disminuir el papel del Estado, creo que esta actitud que prevaleció en casi todos los países del mundo del llamado Estado de bienestar, hoy llegó a su límite y nos damos cuenta que necesitamos otra cosa, no una economía centralizada sino una visión donde la prioridad sea la población dentro de la sociedad, necesitamos una sociedad con una cohesión real, donde todos quieran participar en el progreso.
Necesitamos repensar esta actitud y modificarla y eso no parece claro hoy en día porque tenemos otro peligro, el cambio climático; tenemos los medios para evitar esto, pero hay que tener conciencia del peligro que nos asecha y pensar que el mundo puede cambiar. Si podemos vivir juntos, convivir y pensar que nuestro destino es el mismo, que tenemos un destino común podremos salir adelante.