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La muerte de Philip Roth causó consternación en España . El autor de Pastoral americana es muy popular entre los lectores del país, y muchos autores han reconocido sus deudas con él.
Eduardo Lago
, ganador del premio Nadal con Llámame Brooklyn , catedrático de Literaturas Hispánicas en el Sarah Lawrence College (Nueva York) y una de las voces de referencia en España sobre literatura estadounidense, explicó a EL UNIVERSAL que “como dijo Borges de Quevedo, Philip Roth no era un escritor, sino una literatura. Uno de los pilares de la ficción de calidad no solo estadounidense, sino universal. Sus más de treinta novelas son una historia espiritual de su país en la mitad del siglo XX desde el punto de vista atormentado del varón atrapado por la maquinaria social de una cultura profundamente enferma”.
Roth era un autor especialmente apreciado por sus traductores. Jordi Fibla , Premio Nacional a la Obra de un Traductor en 2015, destaca como una de sus experiencias laborales más placenteras los 19 libros del autor que ha traducido. En conversación con EL UNIVERSAL, explica: “Lo que más me impresionó de Philip Roth fue que encontró su voz personal e intransferible después de un enorme esfuerzo. A él no le sucedía como a su mentor Saul Bellow o su amigo John Updike , autores dotados de una facilidad innata para escribir. A Roth le costaba encontrar el tono exacto, determinar la idoneidad del tema, construir la obra tal como su intuición le indicaba que debía hacerlo, pero, como contó cierta vez, su antorcha no era como la de Bellow o Updike, llevada en alto, sino que estaba oculta en un agujero”.
Fibla explica que Roth “buscaba en la oscuridad una y otra vez, sin desalentarse, y siempre acababa por dar con el tono justo y expresar lo que quería”. Ese esfuerzo tuvo consecuencias en su carrera. “Muchos se preguntan por qué dejó de escribir a una edad en la que muchos escritores siguen dando pruebas de que son capaces de seguir creando. Yo creo que su decisión se debió en parte a eso. El esfuerzo que había hecho, sobre todo en la década de los 90, cuando nos dio obras tan acabadas como Operación Shylock y El teatro de Sabbath , a las que sorprendentemente siguieron las magníficas novelas que componen la Trilogía Americana , terminó por dejarle extenuado. Dio en verdad todo lo que tenía, y no quiso seguir añadiendo migajas a la colosal dádiva”.
La Fundación Princesa de Asturias también lamentó la muerte del escritor y recordó que en 2012 le concedió el premio Príncipe de Asturias de las Letras su “compleja visión de la realidad contemporánea que se debate entre la razón y los sentimientos, como el signo de los tiempos y el desasosiego del presente”.
El poeta Antonio Lucas recordó ayer en El Mundo : “En la literatura de Philip Roth hay algo de abusivo. Tiene que ver con la inteligencia, con la intimidad, con la extrema condición del detalle. Eso hace de su obra, y de él mismo, un récord de osadía y también de extravagancia”.
El escritor y periodista Jesús Ruiz Mantilla se preguntó en El País si el polémico e hipersexual Roth encontraría hueco en el timorato panorama editorial de hoy: “Si Philip Roth iniciara ahora su peregrinaje con manuscritos a cuestas como auto en ciernes o principiante, en vez de proporcionar jugosos ingresos a la agencia Wyllie o haberse convertido en una de las voces más crudas y reconocidas de su país, lo tendría más que difícil”.
En sus manifestaciones en redes sociales, muchos escritores criticaron la resistencia del jurado del Nobel en galardonar a Roth. “Y una pifia más de Academia Sueca. Se están cubriendo de...”, dijo en Twitter Agustín Fernández Mallo .
No sólo los escritores lamentaron la pérdida. Javier Solana , ex secretario general de la OTAN, se refirió al vacío que deja la desaparición de una voz familiar: “Siento que haya muerto Philip Roth. Me hizo compañía muchos días de mi vida”.
nrv