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Serotonina,
la nueva novela del escritor francés Michel Houellebecq , ha sido recibida en Francia como un acontecimiento cultural por la capacidad del novelista de captar el espíritu de su tiempo, ilustrado en esta obra por el malestar de los olvidados de la globalización.
Houellebecq
describe una Francia contemporánea donde junto a las escenas pornográficas (zoofilia y pedofilia incluidas) se dibuja un país violentado por la globalización , dispuesto a levantarse contra la autoridad, con los agricultores bloqueando autopistas y amotinándose contra el poder de la capital.
Florent-Claude, su protagonista, es un hombre de 46 años, deprimido y anclado en las lamentaciones, que recuerda los fracasos amorosos que explican hoy su soledad.
Repugnado por los parisinos burgueses ecorresponsables y denunciante de los acuerdos de libre comercio que han acabado con los productores franceses, bien podría vestir un chaleco amarillo.
El libro arranca con un viaje de carretera por Almería (sur de España), con descripciones eróticas de veinteañeras que levantan la libido de Florent-Claude, quien enfrenta la vida con una buena dosis de antidepresivos para favorecer la liberación de serotonina, sustancia responsable de mantener en equilibrio nuestro estado de ánimo.
Foto: AP /Thibault Camus
Parte de la crítica gala le ha recriminado estos días su falta de novedad.
"Se trata efectivamente de Houellebecq: primer antidepresivo en la página 8, primer 4x4 Mercedes en una carretera española en la 13, primera triste masturbación en la 18 (...) No es el inicio de una novela, es una recopilación de sus mejores éxitos", escribe Jérôme Dupuis, crítico de la revista "L'Express".
Aún así, el eco mediático del autor ha convertido el lanzamiento en un acontecimiento en su país y también en el extranjero, donde la obra aparecerá progresivamente en las próximas semanas o meses.
Los 320 mil ejemplares que su editorial, Flammarion, ha lanzado son ya de por sí un hecho extraordinario pues la tirada media de un libro en Francia se sitúa en torno a los 5 mil ejemplares.
Cuatro horas después de la apertura, la librería "Ici", en los Grandes Bulevares de París, había vendido 50 de los 200 ejemplares de los que disponía el viernes.
"A Houellebecq o lo odias o te encanta, lo que está claro es que todo el mundo lo conoce", reconoce a Efe una de las responsables del comercio Elodie Murzi, confiada en que la venta del libro este fin de semana será un éxito.
Su fuerte potencial comercial lo convierte en un anzuelo para atraer a un público que solo frecuenta las librerías "ocasionalmente".
"La mayoría de los que vienen hoy siguen al autor, pero han pasado clientes que lo odian y no lo leerán, y otros que lo esperan con impaciencia", dice Murzi.
Entre ellos, David Elio, que sale de la tienda con su ejemplar debajo del brazo y, orgulloso de haber leído toda su obra, alaba la capacidad de Houellebecq para "hablar de cuestiones universales" y crear personajes "nihilistas, un poco tristes y algo frustrados", lo que esconde un retrato "autobiográfico", en su opinión.
Hace cuatro años, su novela "Sumisión" terminó por catapultar al premio Goncourt de 2010, gracias al halo místico que ya envolvía su creación, rica en lo que muchos califican de profecías.
"Las predicciones del mago Houellebecq" era precisamente el título que el semanario satírico Charlie Hebdo llevaba en portada el 7 de enero de 2015 para hablar de esta ficción política en la que el país cae en manos del islamismo.
Esa misma mañana, dos terroristas del Estado Islámico entraron armados a la redacción de la revista, provocando una matanza que sumió al país en el inicio de una era de psicosis. "Sumisión", que aparecía justo ese día, fue leída como una advertencia premonitoria de Houellebecq.
Con la criatura alumbrada, Houellebecq practicará ahora una "estricta dieta mediática", según su editor, y dejará al país especular con sus páginas, a la espera de la creación de su próximo antihéroe.
akc