Miami. —Art Basel Miami Beach, la feria de arte más importante de América, regresó a su formato presencial en el Miami Beach Convention Center, a unos pasos de los hoteles art decó y de la playa, luego de haber suspendido su edición del año pasado. Con ella han vuelto los Picassos, los Warhols, los Hockneys, los Calders, los Rothkos, los Tamayos. También los Hirsts, los Orozcos, los Tiravanijas, los Ai wei weis, entre decenas de obras de artistas catalogados como bluechips —inversiones seguras y altamente redituables— del arte moderno y el contemporáneo. Dibujos, pinturas, fotografías, esculturas e instalaciones. Súper compras de los coleccionistas VIP.
Aunque se cancelaron los cocteles y fiestas, como medida preventiva por la pandemia, ello no fue impedimento para que los compradores y compradoras se quitaran el tapabocas y bebieran champán en el centro del recinto, con vista a los cuatro puntos cardinales de la feria, donde los pasillos, conforme pasan los minutos y los días, se van llenando.
Aquí algunos botones de muestra, comenzando por una obra del artista callejero Keith Harring, la cual fue vendida en 1.75 millones de dólares en el stand de Gladstone Gallery (Bruselas, Nueva York). De la mítica artista Louise Bourgeois un óleo sobre cartón fue adquirido en 1.4 millones de billetes verdes en Hauser & Wirth, galería con sedes en Hong Kong, Londres, Los Ángeles, Nueva York, Somerset, Saint Moritz, Zurich, Gstaad y Menorca. El mismo monto fue pagado por Going Out of My Mind, pintura de técnica mixta (óleo, acrílico y pastel sobre lino), autoría de George Condo. Por su parte, Pace Gallery (Nueva York, Palo Alto, Palm Beach, Hong Kong, Seúl, Ginebra, Londres) vendió un paisaje de Jeff Koons en un millón de dólares, mientras que la galería David Zwirner (Nueva York, París, Hong Kong, Londres) reportó que vendió Abstract Painting, Blue, una pintura realizada en 1953 por Ad Reinhardt en nada menos que 7 mdd.
Controversia y nuevos formatos
Durante el segundo día, las súper ventas continuaron. It took me years to learn the right attitude, pintura mixta sobre tela de Mark Bradford fue comprado en el stand de la galería White Cube (Hong Kong, Londres), por mencionar sólo un ejemplo.
Como era de esperarse, el área de obras digitales en formato NFT (Non Fungible Tokens) atrajo la curiosidad de muchos visitantes, que revolotean alrededor de una isla de pantallas. “The Year of the NFT”, tituló en su portada el semanario gratuito Miami New Times. En el texto principal, Estelle Ohayon, CEO de la galería NFT BAZL aseguró, basándose en la promesa de accesibilidad de este nuevo medio (para artistas que paradójicamente no están “conectados” con el mundillo), que el formato NFT —hay quien lo mira como un medio más, como la cerámica o la foto— “es el futuro”. En tanto el autor de la nota no puede evitar preguntarse si este tipo de imágenes es una llamarada momentánea derivada de la pandemia, o si en realidad tienen el potencial disruptivo suficiente para echar raíces.
¿Puede un evento como la pandemia, expresión de las graves crisis que estamos enfrentando a nivel global, cambiar el mercado del arte? “No en el corto plazo”, considera Magali Arriola. Dice que sería ingenuo pensar así. La nueva normalidad en el mercado del arte se parece mucho a la que teníamos, aunque para la galerista boricua Agustina Ferreyra, si algo sabe hacer el arte y el mercado del arte es cambiar. Siempre lo ha hecho.
Presencia latinoamericana
Pero no todo en esta peculiar feria son las enormes galerías trasnacionales exponiendo a sus artistas superventas en un ambiente que tiene algo de locura bursátil. Hay que decir que una significativa parte de las galerías que asisten a esta feria son galerías medianas o pequeñas que hacen un esfuerzo importante por estar presentes y lograr proyección internacional. Por tratarse de una feria realizada en la capital mediática de Latinoamérica, por decirlo así, es notoria la presencia de galerías mexicanas o con sedes en el país (Curro, kurimanzutto, Labor, Morán Morán, Nordenhake, OMR, Pequod Co., Proyectos Monclova y Travesía Cuatro) y sudamericanas. En esta feria, cuyos orígenes se remontan a 1970 en la ciudad suiza de Basilea (Basel), bien puede decirse que después del inglés, como diría aquella famosa playera, “se habla español”.
En la galería Instituto de Visión (Bogotá, Nueva York) encontré a la artista guatemalteca Sandra Monterroso, que presenta esculturas textiles parte de su proyecto de esculturas colgantes Las heridas también pueden teñirse de azul, en el cual usa el añil, pigmento natural de las culturas mayas ancestrales.
“Es maravilloso como una planta puede tener tantas propiedades, incluso la de sanar”, comenta esta joven artista que, a causa de la guerra en Guatemala, migró con sus padres durante una temporada a México. Una de las muchas heridas a las que quiere referirse Monterroso con estas esculturas tiene que ver con la colonización. En este sentido considera que el arte, como el añil, tiene propiedades descolonizadoras.
En el stand de junto, una asociación entre la galería Proyectos Ultravioleta (Ciudad de Guamala) y Von Bartha (Basilea), ha permitido traer la serie titulada Primeros amaneceres en la Tierra del artista chileno Felipe Mujica, 47 años, alusivo a un texto de Roberto Bolaño pero, como explica, “con un twist”. Un primer vistazo al stand muestra una serie de banderas o pendones, colgados del techo, con diseños geométricos realizados sobre tela. Sin embargo, una mirada a los muros del muestra una serie de fotografías con ambiente tropical en donde aparecen las mismas obras dialogando con una arquitectura popular y amable.
“Más que banderas o pendones, prefiero llamarles cortinas”, dice Mujica, de buen humor, explicando que la palabra le remite a cosas más domésticas y fáciles de hacer y usar a partir de lo que se tiene. El chileno cuenta que más que realizar sus obras, gusta de trabajar a partir de los gustos y los saberes de grupos o comunidades de personas y así, entre las dos partes, hacer algo nuevo. Las fotos de sus obras fueron tomadas en el archipiélago nicaragüense de Solentiname, la tierra del poeta Ernesto Cardenal. Ahí se involucró con un grupo de personas para producirlas. Viéndolo mejor, un proyecto como éstos, en el que, según explica la galerista suiza Hester Koper, un porcentaje de la venta está destinado a la propia comunidad, resulta interesante, por decir lo menos (al corte del primer día, dos de sus cortinas fueron vendidas, en 15 mil dólares cada una). Parafraseando la máxima minimalista, menos es más.
7 MDD precio en el que se vendió Abstract Painting, Blue, una pintura realizada en 1953 por Ad Reinhardt.
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