En "", obra dirigida por Karla Cantú y escrita por Luis Ayhllón, tres mujeres, que sobreviven al día a día en el contexto de la frontera norte de México, se encuentran ante la oportunidad que puede cambiar el rumbo de sus vidas. La fantasía de la buena fortuna llega con un hombre que no conocen y necesita ayuda: Mister Douglas, estadounidense, figura respetada en su entorno, devoto de Santo Tomás y dueño de un McDonald's.

"Allí es donde encuentran el espacio en el que creen que pueden salir de la miseria. De lo que no se han dado cuenta es que, en el momento en que entren en contacto con el gringo, las cosas no saldrán exactamente como ellas las planearon porque el gringo no es tan bueno como lo pintan", explica la directora y abunda en que "todo está en la idea de que Mister Douglas es un hombre bueno y entregado a Dios, pero resulta que no. Él tiene varios problemas, eso es parte de lo que proyectamos en la obra: la idea de que lo gringo, lo extranjero, va a ser lo mejor. Después nos damos cuenta, a través de estas mujeres, de que no necesariamente es así".

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Cantú describe la obra como "una farsa cruda, absolutamente mexicana"; una farsa, dice, con mucho de comedia negra y un humor ácido, cruel y violento. Detrás de esta sinópsis ligera, en apariencia, se ocultan el abuso, la doble moral y las verdades no asumidas. El espectador puede digerir, sólo a través de la parodia, los hechos y diálogos brutales de los personajes: "Es una obra que expresa la violencia entre mujeres. Un ejercicio constante de la violencia de dos mujeres hacia otra. La farsa hace eso: revela la violencia y nos la pone de frente, en la cara, para que nos riamos sin entender, en ese instante, por qué reímos".

Parte de lo que plantea la obra es la existencia de esa doble moral que ellas, especie de triada paródica de "Los ángeles de Charlie", habitan: "Pepa, el personaje en el que esto es más evidente, juega con la religión porque, en realidad, necesita llenar un vacío, tiene un asunto con el dinero y busca el beneficio propio. Aquello de ´amarás a tu prójimo como a ti mismo´, no cabe aquí".

La segunda protagonista, Tola, es una mujer que se mete en los sitios más abyectos y oscuros de la ciudad. Tiene una vida difícil y ha perdido una hija —la directora detalla que, tal como el personaje lo cuenta, su hija se fue al otro lado, cruzó la frontera y no volvió a verla. Tiempo después, ante la oportunidad de ayudar a una joven desvalida, Tola se traga los escrúpulos y persuade a la joven de prostituirse a su servicio. "La prostituyen ella y Pepa, que es la que, en realidad, tiene la idea; Pepa, la ama y señora de la religión".

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Una gran característica de la joven desvalida, Lupe, es la ingenuidad: "En la obra planteamos que ella no es nativa de la frontera, sino que viene de otro estado, como muchas personas que intentan cruzar, pero no lo logra y se queda a trabajar allí. Al final, ¿qué es lo que vemos? Que le dicen que los hijos son terribles, que hacen cosas espantosas y a ella le parece que está bien porque son niños. A partir de esto va creciendo lo demás".

Lo que generan las actrices —Carmen Ramos, Mahalat Sánchez y Renata Zalvidea—, en su construcción de personaje, es la insistencia, ese recalcar todo el tiempo en la doble moral. Además del trabajo en escena, la obra dispone de un narrador y animaciones que diseñó el estudio Casiopea. Andrea Mondragón, una de sus integrantes, cuenta que los once visuales intercalados en "Las partículas de Dios" se inspiran en la estética mexicana de los años 60 y 70, el animé y el diseño de revistas como Quién, ¡Hola! y Alarma!

"Las partículas de Dios" puede verse hasta el 15 de junio, los viernes (20:30), sábados (20:00) y domingos (18:00 horas), en La Teatrería (Tabasco 152, Roma Norte).

melc