La temporada 2022 de las “ ” está conformada por siete obras unipersonales, de tono paródico y confesional, que meten el dedo en la llaga de los días de hipocresía en que se quiere aparentar que todo es bueno. La dirección —con un dispositivo escénico austero, cada pieza dura alrededor de 15 minutos— se divide entre Jimena Eme Vázquez, Daniel Bretón y Boris Schoemann, quien, además, lleva las riendas del Teatro La Capilla, en el que se presentan dichas obras.

Hace dos décadas, un año antes de la primera temporada (la tradición de montar las “Antinavideñas” se remonta a 2003), Schoemann trabajó en la dirección de “Cuentos urbanos”, serie de obras breves escritas por prestigiosos dramaturgos canadienses; historias sobre la soledad, el frío emocional, llevadas a escenas cada diciembre.

“Cuentos urbanos” fue, por supuesto, el modelo de las “Antinavideñas”, pero “desde hace 20 años algo se ha vuelto más familiar: el odio hacia la tía Chencha, por ejemplo, o los romeritos”, dice, en entrevista, Schoemann.

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Este año —continúa— se les bautizó como “Antinavideñas” porque las obras seleccionadas fueron escritas por mujeres. A diferencia de las ediciones anteriores, en las que se lanzó una convocatoria abierta, el filtro se dio a través de un taller, impartido por la dramaturga Jimena Eme Vázquez en la escuela de creación de La Capilla, para que jóvenes y adultos escribieran una historia bajo su batuta.

Las “Antinavideñas”: 10 monólogos contra la doble moral en esta época
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Foto: Cortesía

De las 30 piezas que se recibieron, siete fueron elegidas para integrar las ya mencionadas “Antinavideñas”; mientras que cuatro conformaron “¿Y eso qué tiene que ver con la navidad?”, obra escrita por adolescentes, que terminó siendo un tríptico porque uno de los jóvenes no pudo participar.

Los alumnos no sólo son autores de las obras, sino que actúan en ellas. "Siempre se trata de temáticas duras. En ́Navidad en irrupción´ hay una mujer a la que todo lo navideño le produce una crisis de urticaria. Otra historia es la de una diabla que quiere destrozar la Navidad para vengarse de la diosa que la sacó del paraíso. También hay una chica a la que su cita de Tinder la planta en la celebración de Nochebuena; para no quedarse con las manos vacías pide un par de piezas de pollo de una famosa franquicia de comida rápida, pero descubre que el repartidor se llama Jesús. En la víspera de Navidad, ella platica con Jesús”, cuenta el también traductor.

En las obras de los jóvenes destaca la historia de un lápiz; en el pasado, pino navideño de una familia que lo sacó a la calle tras una pelea. Desde la Papelería Toño, el pino, ya convertido en lápiz, “quiere que alguien lo utilice para escribir su triste historia”.

Las piezas dirigidas por Schoemann son “Conversación de adultos” y “Feliz suicidio navideño”. En la primera, escrita e interpretada por Fer Vati, se cuenta la historia de una “niña bien” a la que Santa Claus le regala un departamento. “Ella decide hacer por primera vez su propia cena navideña. Es un texto lleno de clasismo y racismo, que pone en escena a una chica que reescribe la carta para Santa porque durante la cena navideña se quema su departamento, los vecinos son evacuados y hasta el perro Chihuahua del vecino la pasa mal. Entonces, ella le pide a Santa un nuevo complejo habitacional para que dejen de acusar a su empleada doméstica de haber causado el incendio (todo por no saber cómo apagar la estufa)”.

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Foto: Cortesía

El personaje, además, descubre las diferencias entre ir al supermercado y al mercado. Otra revelación para ella es que a la hora de hacer el ponche uno tiene la capacidad de cortar sus propios tejocotes. Si en “Conversación de adultos” hay una buena dosis de chistes ácidos, el sello de “Feliz suicidio navideño” es el humor negro. El objetivo de su protagonista es rebasar la línea amarilla en el andén del Metro y suicidarse, pero se lo impiden los demás usuarios, ensimismados en llegar a su casa para la cena navideña. Al final, quien cae a las vías es una señora que forcejea con el protagonista para impedir su suicidio. Una muerte de la que ninguna persona a la que posee el espíritu navideño se percata.

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Por último, Schoemann subraya que este año se publicó, bajo el sello de La Capilla, la edición 14 de los cuentos antinavideños. Si bien, el tiraje de las antologías ha sido breve, su publicación ha permitido la puesta en escena de las obras al interior y fuera del país, con montajes en Panamá, Paraguay y Costa Rica.   

“¿Y esto qué tiene que ver con la Navidad?” puede verse hasta el 30 de diciembre, a las 19:00 horas, en la Sala Novo del Teatro La Capilla (Madrid 13, Col. Del Carmen); la entrada cuesta $200. Las “Antinavideñas” permanecen en cartelera hasta la misma fecha, pero a las 20:00 horas; el boleto está en $250. El combo para las dos obras, en $300. Las entradas sólo pueden adquirirse a través de la página oficial de La Capilla (teatrolacapilla.com).

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melc