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En el mundo de los pueblos originarios de México hay palabras intraducibles: “Ndumui” (otomí), por ejemplo, nombra a esa tristeza profunda que se siente desde el estómago hasta el corazón, pues para los otomíes el corazón y el estómago son lo mismo y representan el centro de energía de las personas; “Ta'kjuill”, en mazahua, quiere mostrar respeto y alegría por esos viejos sabios y guardianes de la memoria, los abuelos; y “Uila”, en náhuatl, sirve para decir que es un mal aire, un monstruo, un ser sobrenatural.
Estas tres son parte de las 68 palabras que se reúnen en el libro Intraducibles y que son el corazón de un proyecto de creación colectiva que parte de una certeza: en nuestras lenguas nacionales hay palabras intraducibles, que no pueden ser descritas con una sola palabra ni traducirse de manera directa al español, pero que aportan conceptos y revelaciones de la cosmovisión de los pueblos.
Intraducibles busca conectar a los mexicanos con la multiculturalidad y la riqueza cultural de los hablantes; se divide en tres obras: el libro, coeditado por Santillana, INALI y UNESCO, eje de esta iniciativa; los muros, que ya se plasman en arte urbano de varias ciudades; y el proyecto educativo con actividades escolares y una plataforma digital de difusión y apoyo edutech para niños.
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“El concepto lo fuimos armando junto Irma Pineda, representante de los pueblos indígenas ante la ONU, para explicar a través del lenguaje la cosmogonía de México“, señala Gabriela Lavalle, directora del Instituto Mexicano de Cultura de Houston, y asegura que comenzaron a sumar instituciones como el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI), que lanzó la convocatoria nacional para hallar esas palabras.
“El INALI reunió 250 palabras de hablantes de todo México, de entre las cuales un jurado de hablantes en lenguas originarias eligió las 68 palabras de 33 diferentes lenguas que luego fueron ilustradas por jóvenes estudiantes de distintas universidades del país cuya convocatoria estuvo a cargo de Fundación UNAM, y que lograron darles vida a estas palabras a través de conceptos visuales intraducibles”, dice Lavalle.
La edición del libro de 160 páginas con 68 palabras que son 68 maneras de ver el mundo, de describirlo y de relacionarnos con él, estuvo a cargo de Manuel Meza, y reúne la obra visual de estudiantes de arte y diseño de diversas universidades del país que fueron acompañados por 12 ilustradores profesionales: Isela Xospa, Mitzy Juarez, Claudia Rueda, Adriana Bentitez, Maria Kuribrena, Juana Cuevas, Rosamaria Burino, Mauricio Gómez Morin, Pájaro Tooj, Rodrigo Morlesin, Alejandro Magallanes, Jennifer Yerkes, Gabriel Meave, Cuauhtémoc Wetzka, Roger Ycaza y Oscar Reyes.
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“El libro por sí mismo es un objeto que detona reflexiones, la curiosidad y el asombro y nos conecta lingüísticamente con la diversidad, pero la idea intraducible es un ejercicio cotidiano y es donde queremos que vivan los alumnos y alumnas de México, que puedan describir en el mundo de las palabras el mundo que los rodea y que incluso puedan descubrir algo para lo que no existe una palabra y la inventen para describir eso que es intraducible”, asegura Manuel Meza.