Más Información
De colores y distintos tamaños, Comisión del INE aprueba boletas para elección judicial; falta voto del Consejo General
Comisión del INE aprueba recorte para organizar elección judical con 6 mil mdp; ajustan actividades de bajo impacto
Llega Navidad para choferes y repartidores; publican en el DOF decreto para derecho a seguro médico, indemnización y utilidades
Continúan la fiesta de Navidad en cantinas de la CDMX; "estoy pedísimo, pero a gusto y disfrutando", relatan
Nací en Barcelona (España) y crecí con un gran anhelo de comprender más a fondo el cielo estrellado que me asombraba durante las noches de verano en las montañas de los Pirineos. Pero nunca pensé que esta hermosa tarea la acabaría desempeñando desde México, y en concreto desde su Máxima Casa de Estudios, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). La pasión por la astronomía y por el nacimiento de las estrellas me llevó de la mano desde Barcelona hasta la UNAM.
Después de cursar la carrera de Ciencias Físicas en la Universitat de Barcelona realicé mis estudios doctorales en la misma universidad en colaboración con el Harvard & Smithsonian Center for Astrophysics (CFA) de Cambridge (EU), donde se encontraba mi coasesor. Mis dos asesores, el de España y el de EU, tenían estrechas colaboraciones con investigadores de la UNAM.
Las diferentes estancias que realicé en el CFA fueron un impulso gigante en mis proyectos, porque ahí se reúnen cientos de especialistas en astrofísica, de quienes pude aprender muchísimo. Pero no sólo eso: estas estadías me permitieron iniciar mis propias colaboraciones con investigadores de la UNAM, que más adelante me llevarían a firmar un contrato posdoctoral en el Instituto de Radioastronomía y Astrofísica de la UNAM (IRYA).
Conocer el IRYA-UNAM fue una experiencia muy grata. Encontré a muchos de los especialistas de los que había leído sus artículos, discutí mis proyectos con ellos y, a partir de esas charlas, surgieron ideas nuevas. Descubrí que la Universidad Nacional prioriza y alberga espacios óptimos para la generación de conocimiento y todo ello aunado a un ambiente muy positivo, de respeto y de buen humor que me atrajo desde el primer día, hasta el punto que, cuando se ofertaron plazas de investigador en dicho Instituto, me presenté sin dudar y desde entonces me desempeño como investigadora de tiempo completo allí.
Impartir clases y dirigir tesis en la Universidad me llena de orgullo y, al mismo tiempo, de responsabilidad, pues tengo el compromiso de transmitir con el más alto rigor y claridad los conocimientos de nuestra área a los estudiantes, de modo que puedan salir preparados para enfrentarse al mundo. A su vez, gozar la oportunidad de divulgar en la sociedad nuestras investigaciones también constituye una fuente de satisfacción enorme, sobre todo cuando veo que niños y niñas, jóvenes y adultos se entusiasman por aprender después de haberles compartido algo de mi trabajo.
Desde que llegué a México me sorprendió la magnitud de la UNAM. Para un europeo, la Máxima Casa de Estudios es una universidad muy reconocida internacionalmente, pero no se llega a dimensionar su grandeza hasta que no se pertenece a ella. Cada día que pasa sigo maravillándome del papel fundamental de la Universidad y, en concreto, de la Fundación UNAM, que este año celebra su aniversario 31. La Fundación es una pieza clave para muchos jóvenes que quieren formarse y necesitan apoyo, para el impulso del aprendizaje y para la difusión del conocimiento. Con todo ello, estoy infinitamente agradecida al Universo por haberme permitido colaborar en la gran misión de la UNAM y poner un granito de arena dentro de esta gran familia.
Investigadora titular en el Instituto de Radioastronomía y Astrofísica de la UNAM, nivel III en el Sistema Nacional de Investigadores y ganadora del Premio Estatal de Ciencia, Tecnología e Innovación, subcategoría Investigadora 2024