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Alan Lake se define como alguien que proviene de un entorno de arte visual. Es, dice, no sólo un coreógrafo, sino un escultor y pintor: "Me gusta influirme a mí mismo desde la pintura de mitos. Nuestra obra reciente, Le Cri des Méduses, El grito de las medusas, se basó en Le Radeau de la Méduse (La balsa de la Medusa), de Géricault"
El Orpheus, obra de la compañía de danza contemporánea multidisciplinaria Alan Lake Factori(e), se presentará por primera vez en México en la Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), hoy y el 11 de mayo, a las 19:00 y 12:00 horas, en el marco de "El Aleph. Festival de ciencia y arte”. “Encuentro muchos territorios. Es por eso que nos interesó que el espacio escénico tuviera cambios y transmutaciones sobre cómo el humano se construye y se reconstruye repetidas veces”, explica Alan Lake.
De esta forma, señala, el Orpheus busca nuevos territorios y simbólicamente el escenario y sus elementos se van cambiando con el tiempo durante la obra, así como los bailarines. “Encontramos otras formas de territorios. La primera sensación fue de la pérdida de algo, la pérdida de un bebé, la pérdida de una abuela, la pérdida de la persona que te ama”.
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Una de las cosas que a Lake no le interesaba abordar en su reinterpretación del mito de Orfeo es la relación entre el hombre y la mujer. La forma en la que se habla del género no era un aspecto que al coreógrafo le interesara; al contrario, su atención se centró, cuenta, en el sentido de la pérdida de aquel ser que uno deja ir, de cómo se trasciende el duelo y cómo cada uno de los bailarines atraviesa esa pérdida. Pero es una pérdida simbólica que tiene que ver con el regreso a la luz.
“Se enfoca en el poder que tiene Orfeo de hablar y expresarse a través de la música, conectando con plantas, animales y diferentes reinos, ya sean minerales o vegetales. Entonces, eso lo conecta en cómo todos somos parte de la naturaleza y cómo la creación misma en la naturaleza va cambiando”. Le gusta, explica, poder traducir en imágenes cómo se puede tener colectivamente esta influencia y la capacidad de dejar un mensaje de trascendencia y expansión.
En ocasiones, Lake se aleja del mito para investigar el movimiento en conjunto con la composición visual, en busca del espacio visual y su posibilidad de llevarlo a escena. Se trata de lo que la investigación del movimiento le aporta a la composición visual.
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Las piezas que la compañía de Lake ha hecho en otros años poseen rasgos más teatrales, con un énfasis mayor en el diálogo y el lenguaje. “Este año, aunque Orpheus no trabaja con el lenguaje, hay algo de teatralidad que va quedando con la obra. Así, el próximo año, aunque el proyecto fuera, por ejemplo, cinematográfico, navegará entre lo que quede de las obras”.
Y siempre, dice, queda algo de las otras obras: “De esta forma, Orpheus es tanto fílmico como una pintura viva, algo teatral y con movimiento”.
Por último, puntualiza, las obras cambian y se retroalimentan cada que son presentadas en una cultura diferente. “Me encanta ver cómo un mismo símbolo, en diferentes culturas, puede leerse de forma diferente. Así considero que es el mito, también. Una información culturalmente impacta de otra forma, en otra cultura. Fue importante empezar en el infierno y hacer investigación de cómo los artistas en escena podían vivir un pequeño infierno”.
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