Bogotá, Col.— Sustentabilidad es una palabra que se ha convertido en tendencia en la industria de la moda —la segunda más contaminante. Revistas de moda, conferencias, diseñadores y marcas abordan el tema, pero ¿realmente algo ha cambiado? Sass Brown, académica inglesa experta en la ética de la moda y autora de libros como Eco Fashion y Refashioned, apunta que pese a que se habla mucho, se hace poco en el tema.

“Todo ha cambiado y nada ha cambiado”, dice Brown, quien se encuentra en la Fashion Week de Bogotá porque forma parte del panel de especialistas que ofrecen conferencias sobre problemáticas que hay en la industria de la moda, como parte de un ejercicio en el que la reflexión y academia complementan los desfiles y ventas.

Brown lleva 20 años investigando las malas prácticas en la industria, abordando también el tema de la explotación laboral, y cómo cambiar el sistema a uno menos nocivo. Desafortunadamente, sólo ha identificado que hay más difusión del tema, pero eso no garantiza que se traduzca en acciones.

“La conciencia que tiene la gente hoy es mayor a cuando empecé. Cuando decía que me dedicaba a la moda ética me veían como si viniera de Marte. Nuestro sistema de la moda sigue creciendo, expandiéndose, desperdiciando, sigue reduciendo costos y devaluando a los trabajadores. Ambas cosas suceden al mismo tiempo”.

Explica que esta “paradoja” sólo demuestra lo complejo que es el mundo y la engañosa idea de cómo a través del “fast fashion” se está democratizando la moda: “La realidad es que en la mayoría de las veces se trata de abusar de la gente y el planeta. Hay una desconexión entre nuestro conocimiento y nuestra responsabilidad y eso seguirá ocurriendo hasta que los gobiernos trabajen de forma colectiva para crear legislaciones que eliminen el impacto negativo que tiene la industria en el planeta y valoren a los trabajadores”.

Para Brown es complicado determinar en qué punto se encuentra América Latina en el progreso hacia una moda ética y genuinamente sustentable, pues señala que cada país ha trabajado el tema de distintas formas. “Todos están concluyendo a su forma, pero ninguno lo ha logrado significativamente”, afirma.

Con respecto al caso de la industria de la moda mexicana, Brown identifica que el punto fuerte es orientar los diseños de las comunidades indígenas hacia la colaboración y no a la apropiación.

“Carla Fernández es la diseñadora que ha dicho que la alta costura mexicana se encuentra en las sierras. México es el primer país que ha hecho legislaciones para la protección de los artesanos. Los sistemas legales fueron diseñados para proteger a individuos, pero no historias, comunidades ni sus tradiciones. Nuestro sistema lamentablemente se queda corto y por eso las marcas continúan violando efectivamente la historia y cultura de las comunidades indígenas”, concluye.

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