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yanet.aguilar@eluniversal.com.mx
La ciudad que el escritor español Juan José Millás narra en su más reciente novela Que nadie duerma (Alfaguara) es Madrid, pero puede ser la Ciudad de México o Tokio o París, porque aunque es un retrato de su urbe, en realidad es un mapa de las problemáticas y soledades de las sociedades contemporáneas, presentes en todas las grandes metrópolis con habitantes ultra comunicados pero solitarios.
“Poco antes de venir a México me sorprendió leer en el periódico que en Inglaterra acababan de inaugurar un nuevo ministerio que era el Ministerio de la Soledad, suena raro, pero es que las autoridades se han dado cuenta de que la soledad es uno de los grandes problemas de todas las grandes ciudades; parece casi humorístico pero es verdad que hay un grave problema de soledad impuesta e incluso elegida”, señaló Juan José Millás.
En entrevista, el escritor y periodista dijo que cuando publicó la novela en Madrid, le propusieron hacer un reportaje para la radio, que consistía en recorrer una noche en Madrid con una taxista, como lo cuenta en su novela, y ese reportaje le deparó una sorpresa.
“Claro, yo habitualmente no salgo de noche y ver la ciudad, yo decía esto es Pekín, no es Madrid; esto es Chicago; era otra ciudad que podría ser cualquier gran ciudad, entonces efectivamente todas las ciudades grandes tienen muchas cosas en común, una de ellas es el grado de comunicación y de soledad de sus habitantes”, dijo.
Juan José Millás, autor de La soledad era esto, asegura que a él le interesaba hablar de la soledad, de las grandes ciudades y de las casualidades con sentido. “De hecho, esta novela, si te das cuenta, es una concatenación de este tipo de casualidades significativas, de las que no somos conscientes pero la vida diaria está llena de ellas”.
El narrador y periodista asegura que un escritor lo que debe tener desarrollado de un modo anormal es la capacidad asociativa para ser capaz de ver esas casualidades y luego, el novelista tiene que tener muy bien desarrollado la escucha para escuchar lo que ha escrito porque de lo que ha escrito se desprende lo que tiene que escribir.
Para describir el proceso creativo, Millás recurre a un ejemplo: un óvulo fecundado que es en apariencia poca cosa, sin embargo ahí está toda la información de los ojos, las orejas, las uñas. “¿Cómo es posible que en algo tan pequeño esté la información de lo que luego va a ser un individuo? Pues es igual aquí. En una idea novelesca está toda la información de lo que será una novela”.
Luego sonríe y dice que claro, hay embriones que no desarrollan y hay novelas que fracasan o se pudren. “A mí no me ha ocurrido nunca, pero yo conozco novelistas que han empezado una novela que no han logrado sacar adelante o cuentos que se han quedado en el limbo. A mí no me ha pasado, quizás porque soy un gran escucha y un gran observador” y de esa virtud también están como ejemplo sus columnas periodísticas en el diario El País.