Madrid. — “La pandemia nos pone límites y retos, pero uno aprende de ellos”, dijo este fin de semana el director de orquesta Carlos Miguel Prieto, en entrevista con EL UNIVERSAL, minutos antes de dirigir a la Orquesta Nacional de España, algo que para el músico supone un sueño realizado.
El arribo del Covid-19 condicionó las actuaciones musicales, sobre todo de las grandes orquestas, pero también trajo una oportunidad excepcional para que el gremio responda y se reinvente. “La pandemia nos está obligando a volvernos más imaginativos, a valorar más lo que hacemos y también a considerar todo tipo de voces y músicas sin el menor temor”, relata el maestro que ha dirigido más de 100 estrenos en el mundo.
Prieto, quien es director de la Orquesta Sinfónica Nacional de México, y que también dirige la Orquesta Filarmónica de Louisiana, no destaca solo por su faceta de director de orquesta y sus iniciativas culturales. También se dedica a promover desde hace años los trabajos más recientes de compositores, especialmente en el continente americano. “Lo hago por una natural curiosidad, porque creo que es una oportunidad única trabajar con compositores que han escrito algo recientemente. Igual que me gusta ver películas y obras de teatro nuevas o leer las novelas que acaban de salir, me ocurre lo mismo con la música. Estar cerca de los compositores es algo que le da vida, interés y vigencia a lo que hacemos”, asegura el músico.
Prieto considera como una misión el apoyar a nuevos autores en una parte del mundo, como Latinoamérica, donde se genera una cantidad ingente de voces, intérpretes y orquestas talentosas. También en México sobra ingenio musical.
“Soy alguien que piensa siempre en las oportunidades de crecimiento. Hay en México voces, intérpretes y orquestas, además de una afición desenfrenada por la música. Y eso lo veremos cuando regresemos a tocar conciertos”, anticipa.
A la pregunta de si la clase política, que es la que administra los presupuestos, se lleva bien con la música en general y con la música clásica en particular, el maestro resalta la necesidad de convencer a autoridades y personas con poder económico de la importancia de apoyar la música, sobre todo por los beneficios que brinda tanto a nivel cultural como social. Prieto se ha revelado desde siempre como un acérrimo defensor de la educación musical. “Una de las cosas que se ha demostrado en Latinoamérica es que las orquestas juveniles pueden ser agentes de cambio social y agentes de mejora de la calidad de vida de los niños. A quien no tenga una afición a la música per se, también se le puede convencer con hechos comprobables de la importancia de respaldar este tipo de educación”, concluye, luego de enfatizar que la música clásica promueve valores universales como la generosidad y el trabajo en equipo, que se complementan con la búsqueda de la belleza, la perfección y la disciplina.
Desde 2002, el maestro mexicano colabora con el venezolano Gustavo Dudamel en la dirección de la Orquesta Juvenil de las Américas (YOA), la cual atrae a jóvenes músicos de la región. Su debut con la Orquesta Nacional de España fue en el Auditorio Nacional de Música de Madrid, con tres piezas de conciertos, entre ellos “Fantasía para un gentilhombre”, de Joaquín Rodrigo; donde contó con la participación como solista del guitarrista español Pablo Sáinz Villegas. Cada una de las obras de estos conciertos tiene una personalidad propia, pero las liga un ánimo de música folclórica que en ningún modo va en demérito, porque cada una de ellas está trabajada con enorme cuidado, calidad y maestría, describe el director de orquesta.
Prieto también reestrenó en Madrid la obra “Galdosiana”, de la compositora canaria Laura Vega, escrita en conmemoración del centenario de la muerte del escritor Benito Pérez Galdós. La tercera obra fue “Variaciones Concertante”, del compositor argentino Alberto Ginastera que, al igual que las demás funciones, se llevó a cabo con aforo limitado y con las medidas de seguridad anticovid previstas para este tipo de eventos.