En estas fechas y ante los anuncios del gobierno de la Ciudad de México sobre la escultura que ocupará el espacio donde estaba el monumento a Cristóbal Colón, el tema de la representación de la mujer, de la indígena en particular, y de la mexicanidad —una mujer es quien encarna La Patria en la obra tan presente de Jorge González Camarena— es vigente y suscita diversas posiciones.
Luis Vargas Santiago, investigador del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, concluye que la de Malinche “es una imagen oscilante que permite construir los discursos de la nación”.
500 MILLONES DE EJEMPLARES en los que se imprimió La Patria; que también apareció en unos 350 títulos.
Al abordar el tema de la representación de las mujeres indígenas, reflexiona sobre cómo esa representación ha oscilado en dos extremos: por una parte la alegoría: “una idea genérica, sin una identidad individual, que subraya el anonimato histórico al que han sido sujetas las mujeres” y, por otra parte, cuando esa mujer indígena tiene nombre y apellido es Malinche.
Para evidenciar esto hace una pregunta: “¿A cuántas mujeres indígenas, con nombre y apellido, encontramos en la historia mexicana?”
Sobre la presencia de la misma modelo en las dos obras, Luis Vargas analiza: “Me empezó a preocupar cómo Malinche y su reverso La Patria —si lo pensamos así— son los lugares de representación de lo femenino, donde, por un lado, cuando es una mujer que tiene rostro, apellido e historia, es tan problemática para la nación mexicana por una historia patriarcal que venimos padeciendo. Y, en cambio, cuando es positiva, optimista, es porque es una mujer alegorizada, anónima, borrada, y es el símbolo femenino cómodo para la nación”.
Las representaciones de Malinche
Luis Vargas ve una composición similar en estas dos pinturas de González Camarena. En La Pareja (no está confirmado que esta obra vaya a la exposición a Denver) las figuras ocupan casi todo el espacio: “Los dos avanzan en pos, digamos, del futuro, atrás hay un fondo con estos influjos cubistas que usaba González Camarena; se dejan el capitel jónico, el águila. Lo interesante es el contraste entre Malinche y Cortés: él aparece cubierto por su armadura, y ella está desnuda, su cuerpo es el sitio donde se produce la nación, por la violación o la unión fecunda entre españoles y mexicanos. El rostro de Malinche es poco expresivo, perenne. Y también en el de La Patria; llama la atención que no haya representación de emoción. Ese vínculo entre lo anónimo y lo que tiene nombre me interesaron. Las obras de arte, sobre todo las que tienen que ver con el nacionalismo, se producen siempre a la luz de coyunturas políticas, ideológicas, ciertas maneras de mirar la historia. O son rescatadas o demonizadas a la luz de otras coyunturas”.
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La mujer indígena en el arte
Frente al tema de la mujer indígena y el debate en días recientes, Luis Vargas se pregunta por qué es útil para este gobierno tener una mujer indígena, en lugar de Colón. “Ahí nos damos cuenta de los discursos maniqueos, de cómo se juega una historia que supuestamente es en clave nacionalista pero que está reinventado ciertas polarizaciones, de buenos y malos”.
Sobre por qué un monumento como éste, que se plantea como reivindicativo, debe tomar en cuenta a las propias indígenas, dijo: “Si se quiere pensar en una escultura reivindicativa de la mujer indígena se debe pensar quién está detrás de la obra, quién la puede hacer… una asignación colectiva, un monumento dinámico… En este contexto del monumento que va a sustituir a Colón, sí hay que cuestionarlo; si fuera en otro espacio tendríamos otra lectura. Hay muy pocos artistas indígenas contemporáneos, y menos aún mujeres indígenas contemporáneas; hay pocos productores plásticos. Este proyecto es una oportunidad para resarcir de forma más plural a las indígenas, a las comunidades artísticas, a los habitantes de la ciudad, todos deberían tener voz y voto”.
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