Una frase de la cábala le sirve al (Ciudad de México,1940) para ahondar en sus ideas sobre la libertad creativa y la exploración artística: “Todo en el mundo está dividido en dos partes, de las cuales una es visible y la otra es invisible. Aquello visible no es sino reflejo de lo invisible”.

Coen, figura central de la en 2014, publicó recientemente un breve libro con el Seminario de Cultura Mexicana en el que platica sobre arte y arquitectura con Felipe Leal (Ciudad de México, 1956). Los dos artistas y miembros del Seminario, entablan un diálogo en el que recapitulan sus admiraciones e inquietudes; entre otros temas: los hallazgos de ciertos artistas medievales, la influencia decisiva de Paul Cézanne y Paul Klee, el valor de David Alfaro Siqueiros, la concepción del espacio y la perspectiva, y la participación de Coen, junto a Gelsen Gas y Juan José Gurrola, en la Documenta 5 con la intervención Robarte el arte en 1972.

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Coen cuenta que él y Leal fueron invitados por el Seminario de Cultura Mexicana para hacer un libro: “Entonces, al tener la oportunidad, a mí realmente no se me ocurría cómo hacerlo. Pero un día Felipe me dijo, ¿te acuerdas de una entrevista que te hice hace tiempo? Fue una entrevista muy bonita. Y me preguntó, ¿por qué no la tomamos como punto de partida para hacer el libro de arquitectura y pintura? Así nació el libro. Es decir, a partir de esa entrevista, le dimos una estructura para poder sacar este librito que se llama ´Conversación sobre Arte y Arquitectura en la colección Semillero´”. Retomando uno de los temas iniciales del libro, Coen señala que existen determinadas tendencias con las que los arquitectos van cambiando el concepto de intervención de los espacios. “México es un ejemplo de eso. Cuántos espacios conocemos en la arquitectura, desde la Colonia o las piezas prehispánicas, y que son cosas que nos enseñan, todavía en la actualidad, cómo debemos comportarnos y de qué manera iniciar una tendencia o pertenecer a ella. Ahora estamos muy cerca, casi todos, de la ecología, porque buscamos la manera de sobrevivir en espacios que de repente son muy molestos para vivir. Pero, al contrario, realmente cada uno va encontrando su hábitat o, buscando hábitats diferentes para ser compartidos”.

Coen, para quien la importancia de la libertad creativa es crucial, explica que la tendencia ecológica se evidencia en el cambio de mobiliario urbano y la búsqueda de ciudades que crezcan de manera vertical: “Cuesta mucho dinero crecer y llevar la infraestructura a todos los lugares. Así que surge la necesidad de restaurar espacios, de hacerlos crecer o conservarlos de una manera vertical”, abunda.

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Cézanne, Klee y la libertad

En la conversación con Felipe Leal, Coen menciona a dos pintores que admira: “Cézanne es una obsesión que yo tengo de la pintura. Lo que hizo fueron cuadros que tienen una huella como si fuera un reloj de arena. Y esa huella está marcada por Cézanne con el cambio de dirección de las pinceladas, porque está captando la luz, está captando un tiempo simultáneo. Eso tiene mucho que ver con la Teoría de la relatividad”.

De Klee dice que es un pintor polifacético: “Aunque parezca que tiene la frescura de un niño, es un hombre que tiene una manera excepcional de estructurar el espacio y nos enseña muchísimo. Tiene un libro muy famoso que se llama El ojo que piensa (The thinking eye). Y ahí está todo ese pensamiento tanto escrito como práctico en su pintura. Entonces la estructuración del espacio es algo muy importante. Pero también es importante esa frescura que es como la de un niño”.

La conversación con Leal le sirvió también para autoafirmar algunas ideas que son centrales. Lo principal, dice, es la libertad y la capacidad de actuar en el momento en que se capta lo que está sucediendo: “Eso que está pasando se convierte, a veces, en una cosa política. Creo que la política debe tener libertad principalmente. Me acuerdo de que Siqueiros decía: No hay más ruta que la nuestra. Hay que hacer un arte para el pueblo, eso dice Siqueiros. En estas conversaciones, de repente me doy cuenta de que no; me doy cuenta de que hay que hacer un pueblo para el arte. Un arte para el pueblo lo hicieron Siqueiros y Diego Rivera, pero un pueblo para el arte significa sensibilizar a toda una comunidad a que responda a algo. Y eso lo puede uno manifestar de muchas maneras”.

Abunda en su perspectiva ante esta consigna de la Escuela Mexicana de Pintura. Las palabras de Siqueiros le hicieron ver que lo maravilloso sería que los artistas hicieran las cosas por sí mismos y no que alguien las hiciera por ellos: “De ahí surge la manera de hacerlo de una manera plural y esencial para que cada quien hable con libertad, y no que los otros hablen por nosotros”.

El camino está al alcance de la mano, concluye, porque todos tienen la capacidad de percibir el arte. Ése sería el punto de partida: que al asistir a un museo, el espectador se pregunte qué está viendo en realidad, en vez de limitarse a la ficha técnica para repetir lo que todo el mundo ya sabe de tal o cual artista: “Es importante que nos abramos, no importa quiénes seamos. Es importante sensibilizarnos ante lo que vemos en la expresión de los otros. No solamente lo que nos dicen que debemos ver, porque eso nos enriquece. Entonces, podemos ir caminando en la calle y encontrarnos con un charco con aceite de auto, y ver las formas del aceite sobre el agua, los colores tornasolados, o simplemente observar el reflejo de un árbol en un charco. Es decir, el arte está en todas partes. No es cuestión más que de voltear y tomarlo, y, de cierta manera, si uno tiene la capacidad de hacer algo, entrar en acción: con una escultura, con un escrito, con una pieza musical”.

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