Dacia Maraini (Fiesole, Italia, 13 nov 1936), escritora, dramaturga y poeta que es autora de una literatura que explora las cuestiones sociales e históricas de las mujeres, la identidad, la cultura, la desigualdad social y las luchas; asegura que en la actualidad la humanidad ha perdido la conciencia del otro, de sus semejantes y eso nos ha vuelto más pequeños y pobres. “Vivimos en una sociedad de consumo que nos lleva a la pérdida de las relaciones, de la memoria y de la inteligencia política, y eso deriva en la pérdida de la democracia”; sin embargo, es optimista y asegura que hay gente que se resiste, que entiende que la sociedad está yendo hacia un suicidio y entonces están intentando oponerse. Ella, por supuesto, espera que esa corriente triunfe en el mundo.

Considerada como la gran dama de las letras italianas y un referente de la cultura de Italia y una de sus voces más destacadas en la literatura contemporánea, pertenece a una generación en la que estaban Umberto Eco, Alberto Moravia y Elsa Morante. En esos círculos literarios conoció a Pier Paolo Pasolini con quien forjó una fuerte amistad y escribió el guion de la película “Las mil y una noches”.

La feminista e intelectual italiana cuya obra se ha publicado en más de veinte países, conversó con EL UNIVERSAL, durante su visita a México para participar en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, donde recibió la Medalla Carlos Fuentes.

¿Vivimos en desconexión con nuestros semejantes?

Esa es la tendencia, es la tendencia ideológica del poder económico, Sin embargo, yo tengo confianza en el sentido humanitario, en la esencia de ser humano, de los seres humanos que parece que no tienen ningún poder, pero en realidad tienen el poder del consenso, de la aprobación, y entonces si falta este consenso de las masas y falta esta aprobación de las masas algo pasará. Tenemos que trabajar sobre el consenso, cualquier poder necesita apoyarse en un consenso de las masas. Estonces, unirse, resistir y oponerse es trabajar sobre ese consenso.

Los fanatismos han polarizado a las sociedades ¿cómo revertir esa tendencia?, ¿es posible hacerlo desde la cultura?

Sí, la cultura puede, pero yo la entiendo como escuela, o sea, habría que trabajar e invertir mucho en la escuela, en la educación. En las escuelas habría que enseñar la paridad, el amor hacia el aprendizaje, las ganas de cambiar el mundo; pero lo que estamos viendo es lo contrario, la escuela y la educación dividen, no enseñan, no trabajan sobre la idea de la paridad, de la conciencia, mucha gente huye de la escuela, muchos jóvenes no van a la escuela y esa es una pérdida de conciencia pública.

¿Sin embargo, hay una conciencia de la felicidad como estado de bienestar?

Sí, claro, sí, la conciencia; la conciencia se funda en el conocimiento, la conciencia es conocimiento, si tú no conoces la historia, si no conoces lo que pasa en el mundo, si no conoces el movimiento de las cosas, incluyendo el universo, no puedes cambiar nada; el mundo cambia, el universo evoluciona, la naturaleza humana evoluciona, cambia, muda. Te doy un ejemplo, nosotros vivimos el doble de años que nuestros papás, la edad promedio es de 80 años, más o menos, por lo menos en Italia es así, y eso cambia la cosa, la relación entre las generaciones varía, cambia la relación económica, la relación afectiva, ¿qué hacemos con los adultos mayores?, ¿qué hacemos con los adultos mayores enfermos?, ¿cuánto invertir en el futuro? todas esas cosas son importantes. Entonces los cambios son conocidos, pero hay que enfrentarlos, hay que resolverlos.

A la cultura del consumo no le interesan los cambios, el consumismo dice “tú vive hoy y luego tira”, significa “tú compras un objeto y tíralo después”, eso es terrible porque no quiere construir el futuro, es terrible porque el futuro no se puede tirar, nosotros tenemos que combatir, ir en contra de esta cultura del mercado, sólo así podemos mejorar las cosas.

¿La carencia nos ha llevado a ser más infelices y a pensar sólo en el presente?

La economía es una cosa compleja naturalmente. Además, yo no soy una experta, pero entiendo y creo que la economía, como la literatura, necesita construir el futuro, no podemos vivir cautivos del presente, que es típico de la sociedad del consumo, hay que construir un futuro, pero para construirlo tienes que conocer el pasado, por eso la memoria es importante; no podemos fundarnos en nuestras necesidades básicas. Utilizamos la electricidad, la energía como si el futuro no existiera; hay que empezar a reflexionar sobre el futuro y hay que cambiar nuestra relación con la energía, no desgastarla, tirarla. Vamos a tener una profunda crisis energética, pero nadie parece pensar en el futuro, piensan nada más en el hoy. La ética está en el ser responsables y pensar en un futuro, en construirlo, aunque tengamos que hacer algunos sacrificios, algunas renuncias.

La libertad de las mujeres tiene que ver con la economía, pero con la pandemia retrocedimos, ¿está de acuerdo?

Sí, estamos viviendo una fase de regreso, pero no podemos irnos demasiado atrás, creo que llegaremos a un punto y luego tendremos que seguir hacia adelante, yo tengo confianza en el sentido común de los pueblos, en que se darán cuenta de que así no podemos seguir. No sé cómo terminará, pero la humanidad sólo tenemos dos opciones: o el mundo va hacia un suicidio o encuentra a una manera para sobrevivir. Es un momento de quiebre y de crisis muy importante en el cual alguien me claramente en base al suicidio, no se da cuenta de que vamos a caer en la barranca, y no lo quiere entender; pero hay también muchos que reflexionan y dicen “mira, estamos yendo hacia el barranco, hacía nuestro fin, tenemos que hacer algo”, pero esto implica sacrificios, renuncias. ¿Lo lograremos?, yo espero que sí, quiero ser optimista.

¿Lo que ha avanzado es la polarización entre hombres y mujeres?

Yo soy contraria a la guerra de sexos. Yo no creo que sea una polarización entre hombre y mujer, entre una cultura patriarcal y una cultura de emancipación, son dos culturas que se están combatiendo y a veces en la cultura patriarcal hay mujeres que piensan con la cabeza patriarcal, en realidad es una lucha entre dos culturas, no hombres en contra de mujeres, porque eso sería racismo, es como decir “tú eres mujer, entonces eres inferior, tienes una cabeza más chiquita”, eso dicen los racistas. Las mujeres hemos demostrado que podemos hacer todo, sabemos cumplir todas las profesiones, sabemos pensar, crear, inventar, entonces quiere decir que los seres humanos somos todos iguales. El patriarcado creó unos valores y dijo el hombre es superior y la mujer tiene que obedecer, pero es una cultura y tenemos que combatir esa cultura, no a los hombres.

¿Parte de la lucha feminista es sacar a los hombres de ese encierro?

Sí, hay que involucrar a los hombres, los hombres tienen que luchar en contra del patriarcado, porque el patriarcado es enemigo también de los hombres. Es una cuestión de funciones, porque también ellos son cautivos de una función, de un rol, y a veces van en contra de su naturaleza, de su instinto porque tienen que obedecer a un rol, lo que hay que hacer, según yo, es una revolución general de hombres y mujeres.

Pero hay violencia contra las mujeres, ¿cómo salir y encontrar seguridad?

Por lo pronto hay que hablar del tema, escribirlo, debatir largo, no callarse. Luego yo apostaría mucho a la escuela que es fundamental, se necesita invertir más en la escuela porque ahí se aprende la democracia, no en la familia, en la familia hay demasiadas emociones, demasiadas dinámicas emotivas, mientras que en la escuela somos todos iguales, desde los 3, 4 años los niños tienen que aprender que son todos iguales, que hay que respetar, que la mujer no es una prenda a conquistar, sino un ser humano con los mismos derechos que tienen tienen ellos, pero eso se aprende en la escuela, porque las familias ahora están en crisis, hay familias muy inteligentes y equilibradas, pero en general la familia como institución está en crisis, yo apostaría más que en la familia, a la escuela.

¿Su familia fue excepcional?

Yo fui una niña afortunada, pero también hablamos de una generación pasada, ahora el valor, la liberalidad es más difícil encontrarse.

¿Hay valores fundamentales para desde ellos trabajar?

Hay valores universales y sobre estos hay que trabajar, no el cristianismo, no el catolicismo, no el judaísmo porque los valores de las iglesias están pensados para combatir entre ellos, hay que apostar sobre valores universales que se fundamentan sobre el respeto del ser humano, la sacralidad del ser humano que no tiene nada que ver con la religión, el ser humano es sagrado, no hay que ofenderlo, humillarlo, golpearlo, matarlo, esos son valores universales. Si se empiezan por estos valores universales, el mundo mejorará porque todos podemos estar de acuerdo, los valores universales no valen únicamente en Europa o en México, valen en todo mundo. En Irán, por ejemplo, las mujeres están combatiendo no contra el gobierno iraní, están combatiendo por la libertad de los valores universales. Sobre ese tema, podríamos estar todos de acuerdo.

¿Su obra se interesa en recuperar la memoria para mirar el futuro?

Pienso que hay una memoria personal que empieza de los tres, cuatro años, que es muy importante que se construye con la primer la relación con el mundo, esa memoria vertical, se tiene que enfrentar con una memoria horizontal, que no es de tu vida, pero es de tu tiempo, o sea la memoria, por ejemplo de una época. Nosotros no podemos ignorar que pasó en la Segunda Guerra Mundial o en siglo XX o las guerras, no las vivimos personalmente, pero también los jóvenes que no las vivieron personalmente, deben conocerlas, es una experiencia de segundo nivel, pero es importantísimo, y según yo estas dos memorias tienen que cruzarse, la memoria personal y una memoria histórica general.

¿Qué escribe?

Te contesto con una metáfora, el personaje toca a mi puerta, yo le abro, le ofrezco un café y luego el personaje cuenta su historia y luego me abandona. Cuando el personaje después de haberse tomado un café conmigo, me pregunta ¿qué hay de cenar? Y luego me pide una cama para descansar y el desayuno, es que entró en mi cabeza. No es que yo me siento en la mesa a ver qué quiero contar, no, la verdad es que es un personaje que toca a mi puerta. Ahora yo tengo la idea de un personaje que tocó a mi puerta, pero no estoy segura que quiera convivir con él en mi casa es una cosa, es una cosa que decidiré en un tiempo más. Acabo de publicar un libro hace dos meses, entonces en esa transición.

Siéndote sincera no he querido escuchar tu audio, porque no tiene ningún caso. No es drama, te lo aclaro… ese no es mi estilo; solo que quiero guardarte como la persona increíble que conocí en los últimos cuatro años, de la que me enamoré y no como la que vi las últimas semanas... no quiero que lo que siento termine convirtiéndose en algo malo.

Te deseo una vida plena, que todos tus sueños se cumplan, que tu futuro brille, que puedas comerte al mundo, que te llenes de gente bella y el destino siempre te sonría; y para mi enano precioso, toda la felicidad que merece tener.

Te juro que me costó y mucho, porque claro que te veía en mi futuro (los veía), pero con la última vez que te vi me quedó claro que si hubo algo, ya no existe… no soy tonta.

De verdad que fue hermoso haber coincidido contigo, lo único que podría reclamarte es que a pesar de haber prometido que no me romperías el corazón, terminaste haciéndolo

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