Detrás de "Fabricación" (Seix Barral, 2025), la nueva novela del periodista y escritor Ricardo Raphael, hay una investigación de más de cinco años, con testimonios y entrevistas, la recavación de 12 mil notas periodísticas desde el primer día en que comenzó a gestarse en el llamado Caso Wallace; hay también, asegura el conductor de televisión, un trabajo literario, porque dice que al avanzar en la investigación, lo alentaban referentes como Vicente Leñero y Vicente Riva Palacio, periodistas que echaron mano de la literatura para ir más allá de la prosa periodística.
La madrugada del 12 de julio de 2005 un joven empresario desapareció en extrañas circunstancias en la Ciudad de México. Su familia aseguró que había sido víctima de un secuestro. Ese es el corazón de esta historia en la que Ricardo Raphael explora un entramado de corrupción, crueldad y tráfico de influencias, así como la impunidad y la justicia en México —un tema muy vivo en estos momentos— y donde habla de la paradoja de que una mujer sea víctima y victimaria y donde expone la fabricación de culpables.
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¿Esta investigación periodística requería de la literatura?
Mientras avanzaba en la investigación, pensaba en Vicente Leñero, más periodista que Vicente Leñero no ha habido y él se dio cuenta que para contar ciertas cosas se requería ir más allá de la prosa periodística. Asesinato, Los periodistas y Los albañiles son un esfuerzo del Leñero para poner la literatura a disposición del periodismo. Yo creo que los expedientes judiciales son la anti literatura, y me parece que contra el autoritarismo de la anti literatura, la democracia de la literatura. Este caso lo merece.
¿Requería de la literatura para contar esta historia?
Si hubiese hecho solamente un relato periodístico, me temo que la elocuencia habría quedado restringida porque es tremendamente duro lo que cuento ahí. O sea, cuando tú hablas de 60 víctimas de esta fabricación, de las cuales seis se encuentran todavía en prisión, de las cuales dos no han recibido sentencia en primera instancia después de 17 años, y prácticamente todas enfrentaron torturas, sobre todas las mujeres. Contar esto desde la aridez de la prosa periodística no habría tenido el efecto que está teniendo con la novela, y luego el juego que puede darse entre testimonios reales obtenidos en las entrevistas o testimonios que están en el expediente o incluso en las notas hemerográficas donde la narrativa auxilie.
¿Aparece su obra en el cambio del sistema judicial?
Frente al engaño que vivimos, la ficción nos ayuda a enfrentarlo. Es un escudo para destruir el engaño en el que se ha vuelto nuestro sistema de justicia, y va para peor. Este no es un caso que mira hacia atrás y dice, “Era horrible antes, pero ahora todo va a cambiar”; después de revisarlo lo que uno dice es “Era horrible antes, se va a poner peor”.
¿Va para peor lo que se va a votar en unos días?
Haré un símil con la medicina. Los médicos detectan una epidemia revisando casos, ven el comportamiento cierto virus y ven que requiere un tratamiento, pero son los casos los que les permiten a los médicos hacer su trabajo científico. Los abogados hacemos lo mismo. Más allá de lo que digan las leyes y diga la Constitución, utilizamos los casos para entender cómo está funcionando la justicia y nuestro país ha venido aprendiendo dolorosamente del fracaso de la justicia caso tras caso. Te podría decir Aguas Blancas, Acteal, Tlatlaya, Ayotzinapa, Cassez, Teuchitlán, Wallace.
Te estoy contando nuestra generación por casos. Y si uno tuviera la dedicación, la rigurosidad para observar esos casos, habría otros planteamientos de reforma a nuestra justicia distintos a los que se han hecho. ¿Qué nos dicen estos casos?, ¿en qué coinciden? Primero, que estamos en una época donde la demagogia punitiva tiene muchísima capacidad de influencia en la justicia. Segundo, la política y el dinero determinando el derrotero de los juicios, y tercero, para que la política, la demagogia y la economía definan la justicia o el resultado de la justicia, es muy importante que las autoridades no tengan pensamiento propio, sean rondanas de un sistema.
Viendo este caso, estos casos ¿qué podría cambiar?
Nada, se va a poner peor. Los jueces con tal de ganar elecciones se van a prestar a todas las manipulaciones de la economía de la política. No van a prestar atención a lo que dicen las leyes o a los casos, sino a que les da fama y posibilidades de reelección. Este es un caso que pone la mirada en las víctimas, que pone la mirada en lo que sucedió, pero llega en un momento en que es un grito de alarma frente a un país que no se puede llamar democrático cuando tiene un sistema de justicia como el que produjo esta fabricación.
Sale Fabricación cuando ya no está la señora Wallace.
Durante todo este tiempo me imaginé que llegaría el momento en que discutiríamos públicamente. Me imaginaba: “se va a publicar el libro y vamos a discutir las evidencia. Calculé todos los escenarios posibles, todos, excepto que desapareciera de este plano de conciencia al día siguiente de que el libro empezó a circular. Me perdonas si llegué a dudar de su muerte. Es una coincidencia extraordinaria, por eso sigo sospechando que ahí hay algo que no está bien, que no es correcto y que quizá la fabricación aún no termina.
¿Qué hay tras dos décadas de que dio inicio el Caso Wallace?
Con lo que me encuentro, te diría de manera incómoda, es que descubro un mecanismo que no había observado mientras estaba investigando. Y es algo distinto al engaño que se construye con palabras o con frases rimbombantes en los expedientes. Es el papel del silencio en el engaño. Me parece, otra vez, que la literatura ha jugado un papel bien interesante. Sin silencio no habría engaño. ¿Silencio de quién? De muchos que se asustaron para hablar públicamente y ahora están hablando porque ella ya no se encuentra. Silencio de otros que se sintieron muy amedrentados y temieron por su vida. Silencio de mis colegas periodistas, que en su momento dedicaron horas y horas de radio, de tele, de tinta y ahora simplemente guardan silencio como si eso no hubiera pasado. Si este silencio no se vence, las víctimas de tortura, de prisión, a quienes les hicieron pedazos de la vida, sus familias, en fin, van a seguir donde están. En ese sentido, este libro es un grito frente al silencio. O sea, está haciendo lo que tiene que hacer la literatura y el periodismo, que es impedir que el silencio sea esa masa que se devora a las víctimas.
¿Qué pretende esta historia?
Este caso y otros nos muestran dónde están esas fallas que nos han impedido encontrar verdad y justicia y por tanto nos explicaría por qué nos encontramos en esta circunstancia de violencia que se debe a una serie de factores muy amplios donde la sociedad tiene cosas que decir muy importantes. Este libro tiene una intención política muy clara y esa intención se abre en dos vertientes. La primera, es un llamado a la Suprema Corte de Justicia, a la actual, para que antes de que se vaya resuelva el amparo que tiene la primera sala. Hay suficiente evidencia de la fabricación, ministras y ministros saben que aquí hay una enorme injusticia y también saben que si no lo resuelven en este momento, de aquí a que se integre la siguiente corte pueden pasar tres o cuatro años. Entonces, si hay un llamado a la justicia hacia las víctimas. La segunda es que espero que se vuelva una suerte de vacuna para que la próxima vez que quiera venir alguien a engañarnos con su discurso de heroína a la Batman, saber que eso no está bien.