“Aunque les moleste hoy a nuestros gobernantes, la riqueza de México no está en el petróleo, está en su cultura. Y la maltratan, pero la cultura es nuestra verdadera riqueza. Les gusta que vengan los turistas a las pirámides, qué bueno, forma parte de la riqueza; pero nuestros libros, nuestros poetas, nuestras orquestas, nuestros ballets, nuestras bibliotecas, nuestras universidades ¿qué?”, cuestiona el lingüista Luis Fernando Lara, quien ha dedicado la vida al estudio del español de México y recién publica con El Colegio de México su libro Historia mínima del español de México, en el que por primera vez se reúne toda la historia de nuestra lengua desde el siglo XVI hasta nuestros días, en un texto que no es para especialistas, sino para lectores en general.
En esta nueva obra, el director del Diccionario del Español de México pone en valor nuestra lengua, ofrece un panorama y una interpretación integral del español desde las condiciones que había antes de su llegada con la conquista, para luego adentrarse en su conformación durante el Virreinato, cuando se expandió por toda la Nueva España, y después repasar la manera en la que la lengua fue evolucionando en el México independiente y hasta llegar a su situación y estado actual.
En medio de ese amplio panorama, el profesor-investigador emérito del Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios de El Colegio de México e integrante de El Colegio Nacional repasa el papel que jugaron las lenguas indígenas en esa apropiación del español, pero también pone énfasis en que los novohispanos y luego los mexicanos han concebido su propia lengua, y justo allí también esboza el papel del español mexicano como polo de irradiación de la lengua; además plantea los principales efectos que podría tener sobre nuestra lengua la globalización contemporánea.
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El doctor en lingüística y literatura hispánica asegura que el español tendría que ser impulsado desde una fuerte política de Estado.
“En el caso del español, la política de Estado consistiría, por supuesto, en la educación en español, pero no con los libros de texto actuales que está hecho un desastre, un verdadero desastre. Nunca habíamos tenido un desastre como este; se tiene que considerar que el español es formativo, porque es la lengua, el instrumento con el que llegamos a adquirir las ideas, a adquirir el conocimiento, por lo tanto, el papel del español en la escuela es de todo el día y no un pedacito del día. Se requiere fundamentar bien la educación en la lengua española; después, claro, una política de impulso a la industria editorial, de impulso también a la televisión y a la radio, por supuesto, aunque les haga menos falta, de impulso a la traducción. Eso sería una política de Estado. Que no cuesta dinero y al contrario, trae dinero”, apunta Lara, quien también cuestiona la persistente idea de que el español es una lengua impuesta por los conquistadores.
Señala que cuando le dicen: “Los españoles son los dueños de la lengua” o “cuando nos conquistaron los españoles”, siempre responde que sólo lo acepta si le hablan en maya o en náhuatl. “A mí no me conquistó nadie. Eso es algo que tienen que aceptar. Una lengua no tiene dueños, tiene hablantes. Los mexicanos manejamos nuestra lengua con toda libertad y la manifestamos en nuestra literatura, en nuestra prensa, en nuestra televisión, en nuestra radio, sin duda, y eso es lo importante. Ahora que reflexivamente acepten esta realidad es algo que todavía tenemos que lograr”.
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Apropiación e Identidad
Nadie se había atrevido a integrar en una sola obra la historia del español de México. Aunque hay bastante investigación, sobre todo en el siglo XVI, hay muy poca sobre el español en la segunda mitad del siglo XVII y del XVIII. Él mismo había hecho la Historia mínima de la lengua española y Herencia léxica del español de México, y muchos colegas han trabajado ciertos periodos, es decir, había muchos datos, pero dispersos. Ahora, aunque de manera panorámica, con esta Historia mínima del español de México tenemos “un marco general que nos permita, como mexicanos, tener una idea de cómo ha sido la evolución de nuestra propia lengua y cómo ha sido determinante para nuestro propio sentido de la nacionalidad”, dice.
Lara, quien es Premio Nacional de Artes y Literatura en el campo de Lingüística y Literatura en 2013, asegura que con este libro los mexicanos podemos entender que el español es la lengua constituyente de nuestro México. “Es una especie de autopsicoanálisis, de reconciliarnos con lo que realmente somos. Somos mestizos, por supuesto que somos mestizos y hay que reconocerlo y alegrarnos, se reunieron en nuestros antepasados muchísimos aportes culturales de muchos pueblos y así somos, ¿cuál es el problema?”, dice el también emérito del Sistema Nacional de Investigadores.
En el libro, Lara enfatiza que en México no hay una política de Estado acerca de las lenguas que se hablan en su territorio, como tampoco la hay del español relacionada con la necesaria política general de impulso a las lenguas amerindias mexicanas, que finalmente venga a reconciliar al español con el multilingüismo de muchos pueblos indígenas, lo que hay, dice, incluso en la Ley general de derechos lingüísticos de los pueblos indígenas, es una serie de puras buenas intenciones, pero sin un programa político efectivo.
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A la vez hace falta, afirma, una verdadera política del español mexicano que ponga en primer plano la educación en lengua materna en vez de trivializarla; que promueva la práctica del español como lengua del conocimiento; más aun ante la Inteligencia Artificial y el doblaje.
Política indígena y cultural
Luis Fernando Lara dice que hace falta reconocer las lenguas amerindias mexicanas en serio, no hacer demagogia con ellas, sino reconocerlas en serio. “Los pueblos indígenas están viviendo igual que nosotros en el siglo XXI, tienen las mismas necesidades que nosotros, también ven televisión, también tienen teléfono celular, ¿Por qué los vamos a dejar aparte de estos conocimientos? Necesitamos una educación que los afirme en su propio ser indígena, pero que les abra las puertas; una educación contemporánea en su propia lengua que les permita vivir este mundo de la misma manera que lo vivimos los hispanohablantes. La cosa va por el lado duro de la educación, enseñar deveras en lengua indígena, tener maestros de lengua indígena, producir verdaderos abogados de lengua indígena, no abogados indígenas que hablan español. Eso es una política de Estado”, afirma el también lexicógrafo.
Pero Lara dice además que en el campo cultural hace falta una política de Estado, y para el español se requiere empezar por una política editorial firme. “Yo creo que la política editorial mexicana es una desgracia. Del papel que tuvieron las editoriales mexicanas hacia 1950, hoy nada que ver. La producción editorial española es 10 veces mayor que la mexicana y eso hace que, claro, sobre todo los libros de cultura, nos lleguen escritos en español de España. Que no está mal, pero en muchos momentos nos quedamos preguntando, ‘¿y esto qué quiere decir?’ Es decir, no hemos aprovechado nuestro potencial editorial. No hay impulso por parte del gobierno a la producción editorial y a la exportación. La exportación de libros se ve en todas partes muy impedida por los aranceles, no los de Trump, aranceles en general, porque consideran al libro pura mercancía. Y el libro sí, claro, es una mercancía, pero va más allá”.
Un colega español suyo, Manuel Seco, el autor del Diccionario del español actual, le decía siempre: “Mi formación universitaria depende de las publicaciones del Fondo de Cultura Económica”. Lara dice que Francisco Franco se dio cuenta y empezó a impulsar la industria editorial española que hoy es absolutamente floreciente.
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“¿Y por qué nos dejamos?, ¿por qué no impulsar nuestra industria editorial?”, se pregunta el doctor Lara, y señala que “hace falta una política de impulso a la industria editorial, no de subsidios, simplemente de impulso. Y hacer un convenio interhispánico para que los libros lleguen bien y se distribuyan en los distintos países”.
El investigador dice que entre esa política de Estado hay que hacer un convenio interhispánico de circulación editorial, lo mismo en las editoriales universitarias. Señala que incluso la situación a nivel nacional es terrible, los libros de El Colegio de México o de El Colegio Nacional o de la Universidad Iberoamericana no circulan en las librerías. “A las librerías no les reporta gran cosa, incluso los libros de El Colegio Nacional cuesta trabajo encontrarlos en las librerías porque no ganan gran cosa, pero allí haría falta también un convenio, una política de circulación de ediciones universitarias que son valiosísimas”.
También en el libro está el problema de la traducción, que ahora suele ser automática, hecha por Inteligencia Artificial; o el doblaje que se hace: “Cuando veo una película me gusta verla en el idioma original y con subtítulos, pero dicen cada barrabasada, que no puede ser y eso lo está haciendo la traducción automática o traductores muy mal educados”, concluye el lingüista.