La muerte del poeta Ramón López Velarde, que es considerado el padre de la poesía contemporánea, ocurrió el 19 de junio de 1921 en una habitación de la primera planta de la casa porfiriana marcada con el número 73 de lo que hoy es la avenida Álvaro Obregón , en la colonia Roma , un inmueble que desde 1992 está dedicado a la cultura bajo el nombre Casa del Poeta Ramón López Velarde.
Esa casa que fue la última morada del poeta y que es pieza clave en la conmemoración del centenario luctuoso del zacatecano, cumplirá en 2022, 30 años de honrar la memoria del escritor y continúa resistiendo los vaivenes del presupuesto que le otorga el gobierno de la Ciudad de México.
Hace unos días, la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México , que es la encargada de entregarle los recursos, mandó instalar un mosaico en la fachada de la Casa con la imagen del autor del célebre poema “La suave patria” -que se publicó hace cien años, el 1 de junio de 1921 en la revista cultural “El maestro”, 18 días antes de que el poeta muriera-, pero aún no le hace llegar el millón 660 mil pesos, que no ha variado desde hace ocho o nueve años, para mantener viva la memoria del poeta y continuar siendo la casa de la poesía.
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Foto: Berenice Fregoso. EL UNIVERSAL
“En este momento estamos en paro técnico pero con muchísimas esperanzas de que llegue el presupuesto, porque tenemos la promesa de la Secretaría de Cultura, Vanessa Bohórquez, de que esto se resuelve en estos días. Debo decirlo porque es verdad, la secretaria Vanessa Bojórquez está haciendo todo lo posible porque la Casa del Poeta salga adelante”, señala María del Carmen Férez Kuri, directora del recinto creado en 1992.
Desde hace 27 años que llegó a la Casa del Poeta, ella es la más entusiastas de las impulsoras de la memoria que resguarda este espacio cultural que tras los sismos de 1985, estando la casa en el abandono y tomada por malvivientes, un grupo de intelectuales y poetas gestionaron su recuperación ante la administración de Manuel Camacho Solís.
“Los muros de esta casa están impregnados de la esencia de Ramón, porque aquí fallece y porque acostumbraba recorrerla siempre”. María del Carmen Férez, directora del recinto
Si en la Casa Museo Ramón López Velarde, un inmueble que data de principios del siglo XIX que se ubica en Jerez, Zacatecas , se resguardan los primeros años de vida del poeta, en la Casa de Cultura Ramón López Velarde la Ciudad de México se resguardan sus últimos instantes de vida, a través de un museo metafórico, “aquí no se le obliga a nadie a ver nada, simplemente se le pide a nuestros visitantes que observen los objetos que hay y los relacionen con la poesía de Ramón, y de acuerdo a su sensibilidad lo interpreten”, asegura Férez Kuri.
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“Esta es una de las primeras vecindades que hubo en la Ciudad de México en el tiempo de don Porfirio Díaz y a uno de los cuartos de la vecindad llegó a vivir Ramón López Velarde. A Ramón López Velarde se le considera el padre de la poesía contemporánea”, relata la directora, quien habla de la importancia del corredor de la casa por donde el poeta caminaba hacia la avenida Jalisco, hoy Álvaro Obregón y llegaba a la calle Plateros, hoy Madero; o salía para seguir los pasos de Margarita Quijano, su último amor, que vivía a la vuelta de la vecindad, para seguirla en su trayecto hacia la Normal de Maestros.
Foto: Berenice Fregoso. EL UNIVERSAL
“Los muros de esta casa están impregnados de la esencia de Ramón, en primer lugar porque aquí fallece y ese es un hecho lamentable pero muy importante, y en segundo lugar porque él acostumbraba recorrerla siempre”, afirma Férez, quien guía el camino por el universo metafórico del poeta habitado por los temas que marcaron su vida y su poesía: la patria, la religión y la vida.
En la pequeña habitación donde murió López Velarde hay elementos que lo representan: el baúl con bordados femeninos igual que la colcha de la cama, dice Férez, nos hablan del amor que le tuvo Ramón a la mujer, “esta levita y este sombrero nos dicen del luto que Ramón llevó desde que murió su papá hasta que él fallece. Cuando muere su papá, él se jura no tener hijos para no darle a un hijo el dolor tan grande que él había sentido”.
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Entre botellitas de cristal que hablan de cómo se preparaban los remedios de botica que no salvaron la vida del poeta, hay aguamaniles, navajas para rasurar, roperos y libros, y entre ellos está el Sagrado Corazón de Jesús, que habla de la fe católica que profesó Ramón. “Ramón ingresó al seminario aunque no se quedó ahí”, dice Maricarmen antes de abrir las puertas para entrar “al ropero de los sueños de Ramón”, que da paso a la exposición metafórica con un sinfín de objetos, pero determinada por los fragmentos de su poesía puesta en todos los espacios.
Foto: Berenice Fregoso. EL UNIVERSAL
“A lo largo de la exposición se encuentra siempre presente su amor a la patria, a la religión y su amor a todo lo que la vida le ofrecía. Su amor a su tierra, a toda su vida terrenal y celestial y este amor a todo lo demás que le ofreció sobre todo la ciudad cuando llegó a México”, relata Férez Kuri, mientras recorre pequeñas habitaciones de espejos, pinturas, esculturas, manivelas, el pozo de la casa de su infancia, el confesionario, el cielo con sus ángeles, las mujeres, Zacatecas y la vida mundana.
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“Hay música de la época de Ramón, los valses que se interpretaban. El verde, blanco y colorado que habla del amor que le tuvo Ramón a la patria”, dice la directora del recinto cultural edificado en memoria del poeta, ese que desde hace unos días luce un mosaico realizado por Pablo Moctezuma Barragán y donde hoy, a las 10 horas, se llevará a cabo la ceremonia “Íntima Ofrenda en honor al poeta en su Centenario”, que incluye la develación del mosaico de López Velarde, palabras de los poetas David Huerta y Fernando Fernández , y lectura del poema “La suave patria” a cargo del poeta Hernán Bravo Varela, así como guardias de honor.
Foto: Berenice Fregoso. EL UNIVERSAL