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“La belleza es mi gran debilidad”, responde Jan Hendrix cuando se le pregunta por ella. El artista defiende que hasta en “la hierba más miserable” hay belleza, pero sabe que la belleza encierra una trampa:
“Es una debilidad porque la estética es un método, no es un fin, es un vehículo para llegar a un fin que tenga carga. No es que ese tapiz, que veo desde aquí, se quede nada más en eso: un árbol. Si se refiere a Virgilio, a Heaney, y hay una oscuridad ahí, algo pasa, es la estética, pero está contando una historia”.
Esa “carga” de la que habla está presente en todas las obras y objetos que componen la exposición "Tierra Firme" , su retrospectiva en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo , que abrirá al público este sábado 4 de mayo y que permanecerá hasta el 22 de septiembre .
El artista de origen holandés (Maasbree, 1949)
, que llegó a México en 1975, ha creado una obra que durante más de 40 años ha logrado —sin que fuera su propósito inicial— reunir arte y naturaleza. Pero además, como dijo ayer en un recorrido el curador de la exposición, Cuauhtémoc Medina, Hendrix ha conseguido “empujar los límites de las artes gráficas” en cuanto a las posibilidades de los materiales, la colaboración con escritores y el desarrollo de formas de aplicación.
Tierra firme ocupa tres salas del MUAC donde se muestran los libros que trabajó con escritores —Seamus Heaney, Gabriel García Márquez y Hans van de Waarsenburg—; videos de Rafael Ortega que se adentran en el contenido de esos libros; series de postales en torno del imaginario del viajero; series en Polaroid y fotografía de México y otros países; ejemplos de experimentación gráfica con papeles de diversas calidades, tintas, objetos y minerales; relieves en metal, esculturas en vidrio, intervenciones en espacios arquitectónicos y, por primera vez en México, tapices que son un género que ha estado trabajando en años recientes y con el cual recupera una técnica de hace más de dos siglos de gobelinos monumentales, al tiempo que en ellos reúne referencias a Heaney, a la “Eneida”, de Virgilio, a Yagul, Oaxaca (en 1991, Hendrix produjo el libro “La rama dorada” a partir de la traducción de Heaney del “Libro VI” de la “Eneida”).
Cada pieza de la exposición recoge una historia, concentra un universo, remite a la naturaleza vegetal, al océano, a la piedra. Hendrix viajero, recolector, toma los materiales, escucha las historias, pasa meses en los lugares, se adentra, y a partir de ahí, crea. Hay un principio, una constante, como pasa con el sistema fractal que tanto le inquieta. Su mirada, lo explica en entrevista, es de “vista de pájaro”. El viaje no siempre es físico, también es mental: la literatura, los relatos de geógrafos y viajeros son fuentes de ese universo.
El cómo es que se construye ese universo se cuenta en la última sección de esta exposición: Materia Prima, un espacio que es una suerte de arte en proceso, una especie de gabinete, con cajones, repisas, donde se guardan las maquetas, los minerales, las hojas de árboles, los dibujos, las fotografías, los proyectos inconclusos y hasta el techo serigráfico para el ya cerrado Centro Cultural de Arte Contemporáneo de Televisa; la obra se llama El Sur y marcó el inicio de sus colaboraciones con la arquitectura, ejercicio que ha derivado en obras como la del plafón de la Librería Rosario Castellanos del Fondo de Cultura Económica.
Este espacio de Materia Prima Cuauhtémoc Medina lo definió con una palabra: semilla.
Los objetos de esta sección fueron donados al MUAC por el artista; se trata de mas de 5 mil piezas de su colección personal. Además, Hendrix facilitó la donación al Museo Universitario de casi 100 obras procedentes de la colección personal de Hans y Lou Korver.
Conversación en el gabinete
- ¿El origen de todo está en la naturaleza?
"De las formas que necesitamos sí. No sé si todo lo que necesitamos, pero las formas sí".
- Hablaste de cómo hay unas formas que se replican, constantes...
"Está el sistema fractal, y lo viví en una recolecta de hojas. Aquí en esta hoja (Hendrix abre un cajón y muestra la hoja seca de un árbol). Recolectando en la Selva Lacandona, tres o cuatro veces me quedé en un campamento científico de la UNAM. Al haber recolectado material, y luego platicando con un botánico, empezamos a comparar el mapa de la destrucción de la Selva Lacandona con la hoja destruida -calculando desde Echeverría para acá, cuánto se había destruido y convertido en ejidos la Selva Lacandona que era como 70%--".
"Comparamos con la hoja seca y se podía sobreponer casi en un porcentaje igual. El objeto pequeño recogido, en el lugar, se convierte en un mapa del lugar, y esto me pareció fascinante, y me reafirmó en que si sigo recolectando tanto ideas como objetos esto se puede convertir en mapa de lo que tengo que hacer. Y también en la serie de estructuras que tengo que aplicar a mis dibujos cuando se vuelven escala de arquetipos".
- El mapa remite al geógrafo, que durante los siglos XX y el actual ha sido menos visible, pero que fue fundamental durante la Ilustración y clave para conocernos en nuestros países. ¿Es una figura con la que te identificas, que buscas? ¿cuál es la relación con esa figura?
"Estoy coqueteando con él. Y seguro de niño quería ser cartógrafo, pero estoy coqueteando con esa profesión, esa idea de registrar al mundo no tanto en horizontal, sino como de satélite, como a vista de pájaro… Creo que esta exposición también demuestra lo complejo que es mi cabeza, porque creo que éstas son como capas de información que se deshacen en obra de alguna manera; pero en el ínter pasan muchas cosas, se desvían de la idea inicial que es muy vaga, es como agua. Ese es mi mapa".
- ¿Cuáles son las continuidades entre ese niño y este momento de tu vida?
"¿Entre el hombre grande y el niño?"
- Sí.
"Es lo que hemos estado haciendo en este gabinete. Es como de niño, también. Seguramente soñé una vez que iba a tener un cuarto con puros cajones y repisas, que estaba lleno de ideas, lleno de sueños".
– La naturaleza agrícola de tu infancia ¿cómo fue?
"La vida aborigen holandesa en el campo. La vida de una familia de no sé cuántas generaciones de agricultores. No hay tanta diferencia con la vida de un pueblo pequeño en la Sierra de Oaxaca. Estamos diciendo siempre 'Holanda es un país muy sofisticado', pero hay partes de Holanda que de sofisticación no hay nada; muy tradicionales sí. Fue una vida muy campesina, sencilla, católica, sin libros".
- ¿Estas de acuerdo con la idea del curador de que eres un artista-viajero?
"Y lo seguiré siendo porque me fui de Holanda y eso me dio como carta libre, el permiso de seguir viajando. Pero el viaje lo puedes hacer también por narraciones y libros; hay viajes físicos y también viajes mentales. Y cada vez me cuelgo más esto porque viajar es muy cansado. Yo prefiero ya tener más tiempo en mi estudio o más tiempo para la lectura".
- ¿Cómo son los viajes ahora?
"Son viajes más específicos, más de repetir, volver, al mismo lugar. Como Yagul (Oaxaca) que se ha vuelto lugar de referencia dentro mi trabajo, fueron 20 años de ir, y ya no voy a ir más. (El viaje) se ha convertido en una especie de laboratorio. Hay un lugar en Australia donde voy meses, un lugar en Francia donde también voy. Se vuelven lugares donde hago mi casa nómada, y luego vuelvo a mi taller.
"El estudio principal es en México desde donde estamos intentado organizar la agenda de trabajo, relativamente, sin estrés. Ese estudio es como el lugar central de una serie de talleres distintos en el mundo. Mi taller es como una estación de trenes: tienes la estación y al final un embudo, se pelean todos para salir. Brinco mucho. Siempre estoy con varios proyectos, unos más urgentes, unos más complicados...".
- Cada vez más el del artista es un trabajo con otros, que el de una figura única...
"Este (la pared del gabinete) es un trabajo de un carpintero que nos hace toda la puesta en escena. Todo el tiempo estoy colaborando, no estoy solo. Yo hice una exposición que se llamaba “The We of Me” y sí, el artista es un punto central, el que arranca la primera idea, a dirigir esto hacia cierto destino, pero en el camino entra mucha gente".
- ¿Fue deliberado reunir arte y ciencia, o esto se dio de manera natural?
"Si uno en la infancia no tiene acceso a los libros, salvo unos cuantos libritos de historias medievales, es obvio que uno se vuelve coleccionista de libros cuando puede adquirirlos. Mi casa hoy en día es una biblioteca. Y si uno está interesado en botánica, expediciones, mapas, inmediatamente entra a la época que mencionaste de la Ilustración, que es justamente ese momento en el cual arte y ciencia están ligados".
- Todo lo que trabajas tiene una gran belleza, pero este tema ¿cómo aparece? ¿qué piensas de la belleza?
"La belleza es mi gran debilidad. Es tanto la parte positiva como la parte negativa. Porque puede ser el fin, y nunca puede ser el fin, tiene que ser el vehículo. Pero yo no puedo hacer algo feo, me cuesta mucho trabajo, no me sale".
- ¿Todo lo que hay en la naturaleza lo encuentras bello?
"Hasta la hierba más miserable. Aquí hay un cajón con material que viene del patio del taller del colegio jesuita en Pátzcuaro, hice una serie de piezas basadas en la mala hierba del patio, atrás del taller, y cuando ya la acabé, con formas que nadie quiere ver ni dibujar, encontré un documento que era la descripción del convento jesuita cuando estaba en función en el siglo XVII y XVIII, y este lugar era el jardín de las hierbas, era un jardín muy bonito".
¿Por qué es una debilidad la belleza?
"Porque la estética es un método, no es un fin, es un vehículo para llegar a un fin que tenga carga. No es que ese tapiz que veo desde aquí se quede nada más en esto de un árbol. Si se refiere a Virgilio, a Heaney, y hay una oscuridad ahí, algo pasa que es la estética, pero está contando una historia".
- ¿Cómo fue la relación con García Márquez para hacer el libro “Vivir para contarla” con tus grabados?
"Fue más con la familia. En un momento, él vio mi colaboración con Heaney, y Gonzalo García había diseñado un tipo de letra,y coincidieron varias cosas: la publicación de sus memorias, que el tipo de letra se podía usar, que había un buen editor: Juan Pascoe, y que él (García Márquez) quería, y me invitó. Fue un trabajo muy fluido. García Márquez llegaba de repente a corregir cosas… faltando cinco para las doce. Fue una colaboración distante con él, muy cercana con el hijo".
La exposición “Tierra firme” de Jan Hendrix es una retrospectiva que se presenta en colaboración con el Bonnefantenmuseum en Maastricht, donde se expondrá; también se presentará en el Museo Espacio de Aguascalientes. La curaduría fue realizada por Cuauhtémoc Medina con la colaboración de Maco Sánchez Blanco.
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