Cristina Rivera Garza se merece premios como el Xavier Villaurrutia, que acaba de ganar, y seguramente vendrán otros muchos en su futuro. No sabemos qué libros concursaron además del suyo, pero el veredicto fue muy satisfactorio; el libro se lo merece y punto. Hasta aquí todo muy bien.
Lo que ahora vamos a discutir es la selección del jurado: Armando González Torres, conocido escritor, excelente poeta y ensayista, muy bien; María Julia Hidalgo, escritora, editora y periodista, con obra más bien escasa, ok; y María de los Ángeles Comesaña y Concheiro, autora de algunos títulos como "De la mano del viento" y "Donde conversan los amigos", tan desconocidos como la propia escritora, quien más bien tiene una carrera larga en la administración pública, muy cuestionable.
El Premio Xavier Villaurrutia, otorgado por la Sociedad Alfonsina y el INBAL, es uno de los premios literarios más importantes del país; es dado desde 1955 por renombrados escritores que eligen al que consideran el mejor libro publicado en México en cualquier género literario.
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Ha sido tradición que entre los jurados esté quien se ganó el premio un año antes, pero en este caso no estuvo Malva Flores; el resto de los jurados deben ser escritores con sólida y reconocida trayectoria, requisito acostumbrado que para esta emisión sólo cumple González Torres, con varios premios nacionales y numerosas publicaciones valiosas que lo avalan. ¿Por qué Hidalgo? Quizá para invitar a escritoras con carreras en construcción.
¿Por qué a Comesaña y Concheiro? Si su desempeño literario es más bien pobre, su carrera en la administración pública ha sido vasta: desde directora de Promoción y Divulgación Cultural en el Gobierno del DF, entre 2002 y 2006, cuando el actual presidente López Obrador era jefe de gobierno, hasta directora de área en la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, en el actual gobierno federal. Además, Comesaña y Concheiro por cierto es prima de los altos funcionarios federales Elvira y Luciano Concheiro. ¿Todas estas conexiones burocráticas, familiares e ideológicas la habrán catapultado para ser jurado del Premio Xavier Villaurrutia?
Aquí habrá quien respingue y diga que si Comesaña y Concheiro con todo y todo hizo un buen trabajo y votó por premiar el gran libro de Rivera Garza, ¿qué hay de malo entonces? Pues que ahora las cosas salieron bien, pero esta elección de un jurado con méritos extraliterarios que nada tienen que ver con la tradición del premio augura malos tiempos para futuros premios culturales.
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Cuando jurados con todas las credenciales artísticas y literarias legítimas sean poco a poco desplazados por burócratas del régimen, los premios se darán entonces con criterios ideologizados. Así, el Premio Xavier Villaurrutia dejará de ser un premio de escritores para escritores para convertirse en un premio de compañeros del movimiento para compañeros del movimiento. Mucho ojo.
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