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CUAUTLA, Morelos. — El escritor José Agustín era velado anoche en su casa de Cuautla, donde vivía desde 1977.
Su cuerpo permanecía tendido en su cama, rodeado de las ramas de su árbol preferido, una araucaria y acompañado de su primera máquina de escribir Olympia, así como de flores y velas.
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Esas fueron las instrucciones de la familia para despedir al escritor y no colocar su cuerpo dentro de una caja.
En el jardín de la casa su familiares y amigos cercanos celebraban su vida y su obra.
Su hijo Jesús Ramírez Bermúdez contó que el deceso de su padre ocurrió en la madrugada a consecuencia de varios padecimientos, como resultado de aquel accidente en 2009 en la ciudad de Puebla, donde cayó y tuvo fractura de cráneo, columna, tórax y hemorragias cerebrales. Jesús, médico de profesión, dijo que la secuela tardía fue una hidrocefalia que le afectaba caminar y moverse.
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El diagnóstico de su muerte fue paro cardiorrespiratorio.
En los últimos días, José Agustín hablaba como si estuviera declamando a García Lorca y Rubén Darío. “Se despidió con poemas”, dice su hijo.
melc