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yanet.aguilar@eluniversal.com.mx
El regreso del escritor colombiano Jorge Franco al relato del narcotráfico no es gratuito, tiene que ver con este proceso de paz que ha dividido a su país completamente y que aún no se sabe a dónde va a parar; tiene que ver con que el narcotráfico aún late en Medellín, su ciudad, y que es tan real como las 200 mil hectáreas de coca que se cultivan en Colombia.
Si en Rosario Tijeras Franco contó la ciudad en su momento más demencial, su parte más violenta y mostró a una ciudad totalmente perdida en su rumbo; y luego en El mundo de afuera (novela ganadora del Premio Alfaguara) contó a Medellín en los años anteriores al narcotráfico, en un momento donde la palabra narco ni siquiera se menciona, pero ya se siente una atmósfera pesada por lo que viene; en el libro El cielo a tiros (Alfaguara, 2019), el narrador cierra esta especie de trilogía sobre Colombia y cuenta qué pasó después de esa fiesta loca.
“Yo siempre digo que El cielo a tiros es como la resaca de lo que pasó, es como el relato de lo que queda después de una fiesta; está el desorden, borrachos por el piso, los rezagos de ese momento”, dice el escritor, quien asegura que esta historia tiene que ver mucho con sus regresos físicos a Medellín.
“En esos regresos uno siempre está atento a ver qué ha pasado con la ciudad y la sociedad. La historia de la ciudad se partió en dos con ese hecho; me di cuenta que ese legado del narcotráfico sigue teniendo una incidencia muy directa en el comportamiento de la gente, sobre todo en los jóvenes”, expresa el escritor.
Asegura que esta novela surgió luego de ver que “hay algo que todavía no ha engranado y que seguimos teniendo un comportamiento herencia del narcotráfico y una tendencia a repetir los mismos errores”.
A partir de esa idea inicial fue que escribió esta historia que es un homenaje a la Medellín de antes de la violencia y el narcotráfico a través de una doble historia de amor obsesivo.
“Creo que el tema narco fue un riesgo porque ese es un tema del que muchos sectores ya no quieren volver a saber; sin embargo, yo no creo que podamos pasar la página tan alegremente, la culebra sigue viva, el narcotráfico sigue vigente, las noticias y las cifras lo confirman, hay 200 mil hectáreas cultivadas de coca, muchas más que en la época de Escobar, y detrás de esas hectáreas hay dineros ilícitos, corrupción, mafias, violencia. Es importante no bajar la guardia en nuestra historia sobre el tema narco, yo siempre he creído que sobre ese tema hay algo que se nos sale de las manos porque es un problema de orden mundial”, asegura el narrador.
Franco sabe que las víctimas de la guerra del narcotráfico vienen de diferentes frentes y por eso a Colombia como a México le llevará muchos años poner a las víctimas bajo el mismo techo sin que haya un conflicto. Sabe también que toda la gran problemática de Colombia, y de México, se sostiene en el tema de la droga y a eso se suma la corrupción.
“La corrupción genera mucha impunidad y la impunidad genera, por supuesto, violencia, sin embargo yo soy optimista y creo que esto se tiene que acabar”, concluye Jorge Franco.