El tenor Javier Camarena escuchó con la mano en el pecho el llamado de su público, se persignó e hizo lo que el Palacio de Bellas Artes le pedía: cantar el aria que lo puso en la cumbre de la escena operística internacional, Ah! Mes amis quel jour de fête de "La hija del regimiento" de Donizetti. Y llegó la ovación, los aplausos y los vivas. El veracruzano le devolvió la vida a la Sala Principal.
La noche de este jueves concluyó la gira "Tiempo de cantar" que inició el pasado 4 de septiembre en León, Guanajuato e incluyó las ciudades de Torreón, Mérida, Cuernavaca y Ciudad de México. En adelante, le esperan en Puerto Rico, Chicago, Polonia, Roma, Barcelona, Londres, Nueva York y Zürich.
De modo que su paso por México ha significado el primer gran evento que se ha visto en el Palacio de Bellas Artes en prácticamente dos años. La nueva normalidad ha quedado atrás, pero en esta cotidianidad con medidas sanitarias aún falta por aprender. A la entrada, de nuevo, la toma de temperatura, el tapete desinfectante y el rociado de un líquido sobre la ropa, alcohol, acaso. Todo ya probado como inservible, pero se insiste su aplicación en nombre de la tranquilidad del visitante. Visitantes, que por ahí y por allá, no han terminado de comprender el uso correcto de la mascarilla.
En la Sala Principal se percibió un ambiente festivo, casi familiar. Un público que se reencontró, que se saludó. Ahí estaban el empresario Carlos Slim, el cantante Manuel Mijares, el fiscal General de la República, Alejandro Gertz Manero; el senador Ricardo Monreal, Manuel Bartlett, director General de la Comisión Federal de Electricidad; la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto.
Camarena salió al escenario y el público lo celebró. Acompañado del pianista Ángel Rodríguez, arrancó con las Sonatas de Petrarca, de Liszt. Después, le recordó al público que hace 15 años, en ese mismo escenario, tres jóvenes: Rebeca Olvera, Josué Cerón y él, debutaron gracias a que alguien creyó en ellos. Entonces, recordó, no sabía hablar francés y poco sabía del bel canto.
Así, pidió un aplauso para María Hanneman , pianista de 15 años de edad, estudiante del Conservatorio Nacional de Música, con varios premios internacionales en su corta trayectoria. La joven interpretó "Grande Valse Brillante. Op. 18 en Mib Mayor", de Chopin. Y el público la abrazó.
"Serenata", de P. Mascagni; "Il tuo sguardo", de I. Albéniz; "L’ultimo mio sospir…", de Melesio Morales; "Lo spazzacamino", de Verdi, acompañado de Hanneman; "I. Madre mía, cuando muera" y "Arrullo", de Galindo, y "Canto porque estoy alegre" de A. García Abri, conformaron el programa que Camarena regaló a Bellas Artes.
Foto: Cortesía.
Para el encore, el cantante reconocido por la organización International Opera Awards como Cantante Masculino del Año, eligió La malagueña y Serenata Huasteca. Más aplausos, más ovaciones. Ese clamor del aplauso pausado y con ritmo.
Entonces, el único cantante en la historia que ha bisado en tres diferentes producciones en el MET de Nueva York: La Cenerentola (2014), Don Pasquale (2016) y La hija del regimiento (2019) donde logró la hazaña inigualada de conseguirlo en cada una de las siete funciones en las que intervino, cantó Ah! Mes amis quel jour de fête. El Palacio de Bellas Artes está vivo, otra vez, al menos por una noche.
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