En " ", obra escrita y dirigida por Flavio González Mello (Premio Ariel 2006 y Premio de Dramaturgia Juan Ruiz de Alarcón 2011), Paco Ramos, un veterano director de teatro, es invitado a trabajar en una película de Hollywood, por lo que abandona su proyecto actual a diez días del estreno: la puesta en escena del "Hamlet", de William Shakespeare; en su lugar, deja a un robot, una inteligencia artificial a la que le encomienda crear su propio Hamlet.

"Un reto actoral" —dice, en entrevista, González Mello— para Robert Beck, quien interpreta al director, al robot y al propio Hamlet que la inteligencia artificial imagina. Beck, por cierto, tiene 30 años, la misma edad del personaje de Hamlet. "Aquí lo que tenemos es a un actor que tiene un robot idéntico a él y al que deja en su lugar haciendo Hamlet, una obra en la que, por supuesto, la identidad es el centro del problema. Hamlet se pregunta quién es y cómo debe comportarse".

Estas reflexiones sobre la identidad se desarrollan a través de tres tiempos: el pasado, hace cuatro siglos, cuando se desarrolla la tragedia de Hamlet; el futuro, época en el que transcurre "Inteligencia actoral", y el presente en el que ya se convive con inteligencias artificiales capaces de crear imágenes, canciones o textos. Es un ir y venir del pasado al futuro para preguntar qué vuelve actor y qué vuelve, principalmente, humano a un individuo, afirma González Mello.

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Este futuro cercano, el escenario donde ya existen los robots, es representado con ciertos recursos ancestrales del teatro: la máscara, el títere (hay uno de tamaño natural) y los cambios de vestuario. "El teatro tiene el poder de engañarnos y esto hace que adquiera una dimensión poética interesante".

"Inteligencia actoral" se inserta en una tradición cuyo eje es la inquietud por el doble: "En el teatro están las comedias de gemelos, casi un género de obras, donde un mismo actor juega y da vida a dos personajes diferentes que son idénticos por fuera. En el cine, en propuestas de duplicidad, está ´La doble vida de Veronika´, de Krzysztof Kieślowski", abunda y explica que el libro definitivo para él fue "El doble", de Fiódor Dostoyevski, "una de las novelas más alucinantes".
 
Como género —continúa—,  la Ciencia Ficción ha puesto en el centro de la mesa el problema de la identidad; los relatos de Philip K. Dick son el ejemplo que cita: los planteamientos filosóficos desarrollados a partir de la existencia de los androides y los autómatas atraviesan toda la literatura, todo el cine y todo el teatro que preguntan por el otro, el doble.
 
"Nos preocupa como seres humanos la posibilidad de que haya alguien idéntico a nosotros porque es un problema que le resta peso a una de las cuestiones más importantes de la sociedad: nuestra singularidad como individuos. En los últimos tres siglos, éste ha sido uno de los grandes temores y angustias de la humanidad".

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La obra retrata, además, las dificultades de montar una pieza en un tiempo en que los actores están monopolizados por las plataformas que hacen series o películas. "El teatro no puede competir con los salarios ni con la fama que da el entretenimiento audiovisual (...) Yo veo cómo se acercan peligrosamente estas tecnologías".

En ámbitos como los de ciertas series o películas se está a un paso de que suceda el desfase, debido a que en dicha producciones se pide renunciar a la individualidad para crear a partir de las fórmulas de consumo, concluye González Mello.

Además de Beck, en el elenco están Carlos Aragón, Dobrina Cristeva, Diana Sedano, Fernando Rebeil, Verónica de Alba y Elena del Río. La obra se podrá ver hasta el 19 de marzo en el Teatro del Centro Cultural Helénico (Av. Revolución 1500, Guadalupe Inn), los jueves y viernes, a las 20:00 horas, los sábados, a las 19:00 horas, y los domingos, a las 18:00 horas.

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melc