El (2025, INAH) da un recorrido para conocer a fondo el , el cual surgió para tener registro de las piezas que forman parte de su colección, saber de dónde proceden y cómo llegaron al repositorio, explica la autora de esta novedad editorial, la investigadora Rosa Casanova.

La obra también contó con la participación de la investigadora Thalia Montes Recinas, y es un proyecto que tiene como objetivo exponer las posibilidades de investigación y difusión que brinda el acercarse a este archivo.

Rosa Casanova detalla que el libro se divide en dos partes: una de ensayo, que incluye tres textos, en la cual se reconstruye la historia del museo y se dan pistas sobre qué tipo de materiales se resguardan en el archivo y cómo está organizado; y la otra, referente a guías de consulta”.

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Este archivo integra dentro de sus colecciones pinturas, armas blancas y de fuego, cañones, banderas con sus respectivas condecoraciones, fotografías e indumentaria militar y civil, entre otros objetos, como aquellos que pertenecieron a personajes como Miguel Hidalgo y Costilla, José María Morelos y Pavón, Vicente Guerrero, por mencionar algunos.

Detalla que en el Castillo de Chapultepec se reflejó la primera separación de colección que tiene el INAH, tras su creación en 1939, a partir del Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía.

En el capítulo uno, “Para llegar a Chapultepec”, se explica por qué se eligió al Castillo de Chapultepec como sede del Museo Nacional de Historia, para albergar las colecciones de los departamentos de Historia y de Arte Colonial, lo cual no se dio de manera fortuita.

“Luis Castillo Ledón, quien fue director del Museo Nacional, delineó el proyecto en 1936, y encontró eco en la decisión del entonces presidente de México, Lázaro Cárdenas, de destinar este espacio para uso del público; la iniciativa presidencial se enlazó con la creación del INAH, que había bosquejado la necesidad de un museo de historia”, apunta.

“La primera gran división de colecciones también implicó la separación de archivos que tenía el antiguo museo y, en ese sentido, revela la dificultad de estas particiones; qué le corresponde a quién, porque muchas de las decisiones o gestiones involucran a varias áreas de trabajo”, explica Rosa Casanova.

El siguiente apartado del libro, “El Museo Nacional”, aborda sus primeros años, en el periodo cardenista, el proyecto inicial del museo, las diferencias del acomodo de colecciones con respecto a su antecesor, ubicado en la calle de Moneda, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, hoy sede del Museo Nacional de las Culturas del Mundo.

Enseguida, se presenta una sección relativa a la necesidad de ordenar y dar acceso a los investigadores a la documentación que acompañaba a las piezas, y a aquella que generaba el museo desde 1944, considerando aspectos como las exposiciones, la conservación y restauración, cambios en la museografía y la parte administrativa.

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La labor de sus trabajadores también es abordada en la publicación. “Es interesante ver que las instituciones las forman las personas. Entonces, conocer sus nombres, formaciones, revela la parte humana. Los museos requieren de personal especializado, lo cual se da en los mismos espacios”, menciona la investigadora.

La segunda parte del libro se compone de las primeras guías de consulta de material, con el objetivo de que los lectores tengan idea de lo que pueden encontrar para sus investigaciones sobre algún tema en específico, ya sea la historia del museo, sus trabajadores o áreas específicas, como restauración y museografía.

Aunque los trabajos sobre el volumen se remontan a 2009, la autora apunta que apenas es el inicio de un proceso que debe continuar, pues aún existe mucho material por conservar y organizar, para dar continuidad a la historia del recinto.

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