A fines del año pasado, el Centro de Estudios y Políticas Públicas del Libro, de la Universidad Nacional de San Martín, en Argentina, llevó a cabo —con la colaboración del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (CERLALC), el cual está bajo los auspicios de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura ()— una encuesta sobre usos, representaciones e impacto de la (IA) en la industria editorial en Iberoamérica.

“El primer dato que emergió de manera muy evidente es que hay una oposición entre lo que podemos llamar el polo creativo: traductores, ilustradores y escritores, y el polo funcional-administrativo: diseñadores, editores y distribuidores”, apunta Alejandro Dujovne, quien recientemente estuvo en México para participar en la Feria Internacional de Libro de las Universitarias y los Universitarios (FILUNI), de la UNAM, en su calidad de director del Centro de Estudios y Políticas Públicas del Libro.

A decir de Dujovne, luego de aplicar dicha encuesta y analizar sus resultados se vio que los diseñadores, editores y distribuidores recurren a la inteligencia artificial con una actitud favorable y optimista, mientras que los traductores e ilustradores —y en menor medida los escritores— muestran una posición crítica y reticente respecto al uso de esta herramienta.

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“Los primeros que se vieron afectados por el uso de la inteligencia artificial en el mundo del libro fueron los traductores e ilustradores, por eso aparecen como las poblaciones más expuestas. En cuanto a los traductores, por ejemplo, ya lo resienten en al menos tres sentidos: uno, ha disminuido su trabajo; dos, la remuneración por el trabajo que les llega también ha caído; y tres, cada vez les piden menos traducciones originales que partan de cero y, en cambio, cada vez les dan más traducciones hechas con inteligencia artificial y sólo les solicitan que las revisen. Esto significa que ha habido una mutación muy clara. Por supuesto, ésta tiene distintas formas, en función de la clase de traducción que se haga. La traducción de lo que se conoce como literatura de calidad o alta literatura es la más protegida hasta la fecha, porque, como la inteligencia artificial tiende a la uniformización de contenidos, si fuera empleada en la traducción de esta literatura, achataría, aplanaría su riqueza y complejidad. En el caso de los ilustradores, está sucediendo algo parecido.”

Y aun así, de acuerdo con Dujovne, 88% de los encuestados, entre los cuales están muchos de los que mantienen una actitud más favorable y optimista respecto al uso de la inteligencia artificial en el sector editorial, reclaman algún tipo de legislación que limite los efectos más nocivos de ésta sobre los trabajos creativos y resguarde los derechos de autor.

“Asimismo, se está pidiendo que los propios integrantes de las diversas cámaras de la industria editorial en Iberoamérica conversen y generen consensos para llegar a una suerte de decálogo de buenas prácticas en el mundo del libro, lo cual no necesariamente supone el establecimiento de regulaciones, pero sí acuerdos acerca de cómo usar la inteligencia artificial en este sector”.

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Human Authored

Por lo que se refiere a los escritores, ¿es posible identificar si alguno pudo haber recurrido a la inteligencia artificial para crear una novela, un cuento, un poema, una obra de teatro, un ensayo, etcétera?

Dujovne responde: “Además de inquietante, ésta es una pregunta muy pertinente porque alude al corazón de la producción editorial, o sea, a cómo se escribe lo que se escribe y quién es el autor. Hoy en día resulta muy difícil determinar si una obra literaria ha sido producida con inteligencia artificial. Creo que sería posible detectar patrones, porque la inteligencia artificial funciona precisamente a partir de patrones estadísticos. Ahora mismo ya se dispone de algunos programas que permiten eso. Pero también es cierto que la inteligencia artificial puede volverse más sofisticada y camuflar lo que hace.”

A Dujovne le interesa especialmente lo que hizo The Authors Guild, que reúne a algunas decenas de escritores y guionistas en Estados Unidos.

“El año pasado, The Authors Guild sacó un sellito con la leyenda Human Authored (‘Autor Humano’)... Nuestros libros pronto tendrán un sello que garantice que fueron escritos por humanos y que no sufrieron ninguna intervención de la inteligencia artificial. The Authors Guild ha determinado cuáles son los modos y la profundidad de ésta: puede detectar errores y corregir una obra para mejorarla, pero no hacerla desde cero, simplemente es una herramienta para afinar un trabajo original creado por un humano… Tendremos que ver cómo funciona esta política, porque no sólo el mundo editorial, sino el mundo en general vive un momento muy incipiente. Vamos tanteando y viendo qué es esto de la inteligencia artificial, y tratando de darle forma y cauce a algo que se nos escapa de las manos... Me parece que la propuesta de The Authors Guild es digna de atender.”

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Reflexión necesaria

En opinión de Dujovne, hay que estar atentos y seguir, paso a paso, lo que ocurre con la inteligencia artificial, pues nadie tiene la última palabra en relación con la manera en que se utilizará en el futuro en el mundo del libro.

“Queremos que la encuesta elaborada por el Centro de Estudios y Políticas Públicas del Libro con la colaboración del CERLALC no sólo sea un mero archivo de datos, sino que también sirva para radiografiar, objetivar y mostrar la realidad del sector editorial en Iberoamérica, y para abrir discusiones en las sociedades de traductores, ilustradores y escritores que les permitan reflexionar acerca del tema. Necesitamos preparar el camino para entender y aceptar que la inteligencia artificial ya está aquí. Nadie puede negarla y, de hecho, tiene utilidades muy positivas. La cuestión es cómo cada gremio será capaz de traducir políticamente sus posiciones frente a ella para que, tanto en términos de buenas prácticas como en términos de legislaciones nacionales o internacionales, se regule. Es importante, insisto, que hagamos una reflexión colectiva y que las conclusiones a las que lleguemos todos se vayan plasmando en documentos”, finaliza.

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