Desde hace 40 años, el escritor y el ensayista y periodista cultural José Gordon han sostenido largas conversaciones sobre la vida, la literatura, la escritura, las obsesiones y las tragedias. A partir de esos diálogos realizados en casa, en cafés y en taquerías, surgió el libro Novelista de lo invisible (Grijalbo, 2023), donde se descifran los mundos literarios de Ignacio Solares: sus búsquedas sobre la existencia, la muerte, lo sagrado, los fantasmas de la historia, lo onírico, el misticismo, el espiritismo, el destino, el azar, el delirio, la infancia, la imaginación, el bien y el mal.

Ese libro que en 166 páginas traza las rutas que persigue la literatura de Solares, el narrador, ensayista, dramaturgo, editor y periodista cultural de 78 años, recrea sus episodios de vida más determinantes y la entrada de esos episodios a su literatura, en un texto que pone en palabras y sobre el papel las profundas conversaciones entre dos amigos que comparten la fe en la palabra escrita y, en particular, en la poesía, que ofrecen al lector una especie de “novela en vivo” contada a dos voces y que, pese a las oscuridades, creen en la humanidad.

“Pepe ha sido verdaderamente un mago, ha sido mi psicoanalista, mi confesor, mi terapeuta, y ha logrado que yo articule lo que yo tenía suelto, y que lo baje a la tierra y que lo pueda tocar y ver, eso es muy importante. Le dio a cada cosa su lugar y yo ya tengo manera de abrir cajoncitos y ver lo que hay allá dentro, porque antes escribía intuitivamente; sigo escribiendo intuitivamente, pero no tenía el más mínimo rigor”, afirma Ignacio Solares en la entrevista en la que ambos escritores continúan la conversación mantenida en cuatro décadas.

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José Gordon propuso y asumió el reto de intentar recrear, a través del diálogo, los mundos de Ignacio Solares y de su obra, sus tribulaciones, sus obsesiones, sus creencias y miedos.

“La obra de Ignacio Solares es la búsqueda del otro y resulta que en esa búsqueda nos encontramos a nosotros mismos”, dice Gordon, quien reconoce en Solares el poder de la buena literatura, porque esta “novela en vivo” es también una conversación sobre los buenos libros y los grandes autores.

Gracias a este libro, afirma Ignacio Solares, “encuentro cierta coherencia en lo que he hecho, y no debo soltarla, porque me va a ayudar a partir de ahora. El orden siempre ayuda, el desorden nunca. Le agradezco a Pepe profundamente el que haya puesto en palabras lo que yo tenía tan disperso”.

El narrador nacido en Ciudad Juárez, Chihuahua, en 1945, que es autor de obras que giran lo mismo en torno a la literatura fantástica que a la novela histórica, asume la literatura como una vocación que es fuerza de vida: “Me he dedicado a escribir lo que se me antoja, nada más, sólo eso”.

Solares cita las palabras de Vicente Quirarte escritas para el prólogo de la traducción de uno de sus libros de cuentos, cuando señaló que es muy significativo que los cuentos de Solares parten de la realidad, no de la fantasía. “O sea, mi mundo es un mundo cotidiano donde sucede lo insólito. Porque por más que se vea firme el suelo que pisamos y caliente el Sol que nos ilumina, estamos rodeados de ángeles y demonios, que en cualquier momento causan una hecatombe dentro de nosotros mismos. Entonces hay que estar preparados y sobre todo aprender a verlos”.

Ignacio Solares, ganador del Premio Xavier Villaurrutia, en 1998, y del Premio Nacional de Ciencias y Artes, en 2010, en el área de Lingüística y Literatura, afirma: “Yo me he preocupado mucho porque alguna persona me enseñe a ver lo que yo no he aprendido a ver, y esa persona es Pepe Gordon, él ve cosas que yo no veo, pero empiezo a verlas porque él me las está enseñando”.

Resonancias poéticas

Novelista de lo invisible muestra el mundo de Solares, los caminos que ha abierto en su literatura tan compenetrados con su vida. Es un libro en el que está la infancia del escritor, su fascinación ante la Sierra Tarahumara y su cielo, sus encuentros y desencuentros con Dios, el alcoholismo de su padre —cuyos delirios exploró en Delirium tremens—, su intriga ante el espiritismo que lo llevó a la escritura de Madero, el otro e incluso El Jefe Máximo, y su pasión por la literatura de otros escritores emblemáticos, como Julio Cortázar y Aldous Huxley.

El mapa literario llamado Ignacio Solares está en la conversación que dio lugar al libro en el que también se habla de sus angustias juveniles, de sus encuentros con Erich Fromm, con el ateísmo y el insomnio, pero también los episodios autobiográficos, personajes reales y temas personales que entraron a su literatura.

“Yo tuve la suerte de que me tocarán autores cuando era muy joven. Empecé a vivir cuando empecé a leer, porque ahí supe que estaba mi destino. Mi papá me preguntó un día: ‘¿Qué vas a estudiar?’ Le dije: ‘Letras’. ‘Qué?’, preguntó otras vez; le respondí otra vez: ‘Letras’. ‘¿Pero cómo Letras?’, me dijo. ‘Sí, Letras’, insistí. ‘Eso comerás’, me dijo”, relata Nacho Solares, el escritor que ha indagado en sus propias tragedias, en sus desventuras económicas cuando era niño, en sus coqueteos con el sacerdocio, para crear una obra narrativa que es considerada una de las más importantes de la actualidad.

“Tuve la suerte de tener mi Robinson Crusoe, mi Salgari, mi Julio Verne y la obsesión por leer. Eso me lleva a pensar que lo que no hagas con obsesión y con pasión es mejor que no lo hagas. Lo digo en una minucia: ‘Si lo das todo, pero no la vida, has de saber que no has dado nada’”, puntualiza.

José Gordon, su escucha y amigo, asegura que las exploraciones de Ignacio Solares nos llevan a revelarnos esos mundos internos de los personajes, pero además con claves que son distintas, pero claves al fin, que nos revelan nuevos mundos porque el escritor que es creador emérito del Sistema Nacional de Creadores de Arte tiene el poder de la poesía para penetrar en el interior mismo del corazón humano.

Foto: Berenice Fregoso / El universal
Foto: Berenice Fregoso / El universal

“Este es un diálogo que trata de abrirnos ciertas claves de la obra y del mundo de Ignacio Solares, de sus exploraciones, de los mundos internos de sus novelas, de los mundos invisibles de los sueños, de los fantasmas que perciben sus personajes, del delirium tremens y también de sus búsquedas de lo sagrado y esto que es clave, porque la literatura es una exploración que puede llevar, como dice el novelista Amos Oz, a revelar el lado invisible de lo visible, es decir, lo que explica, lo que está detrás de lo que nosotros hacemos”, afirma Gordon.

El novelista, ensayista, traductor y periodista cultural nacido en la Ciudad de México, en 1953, asegura que cuando te asomas a las novelas, a los reportajes, a las obras de teatro de Ignacio Solares, lo que ves son personajes, son obsesiones que penetran el otro lado de la percepción, que además resulta ser más amplia y más luminosa y conlleva riesgos, porque muchas de las cosas que podrían parecernos como imaginativas en la obra de Ignacio Solares están en la realidad.

“Nacho Solares se ha ido directamente a contarnos un mundo a través de la literatura que tiene resonancias poéticas profundas y que en realidad nos están abriendo su mundo perceptivo. Y este mundo perceptivo tiene que ver con las fronteras últimas del conocimiento, con zonas de la realidad que uno dice ‘eso no lo podemos contar’, es un tabú en la vida cotidiana; por ejemplo, hablar de cuestiones que tienen que ver con estos fantasmas que nos pueden habitar; y sin embargo, Solares se atreve a hablarnos de ellos en su literatura. Creo que lo más conmovedor del libro es darnos cuenta cómo se nutren de una experiencia real, que tiene Ignacio Solares, y que se revela en el diálogo entre amigos donde, sin afán de convencer a nadie, damos fe de lo que nos pasa”.

Ese es el riesgo y el atractivo de la literatura de Ignacio Solares, el autor visto por José Gordon: “Yo siempre he podido ver en él al niño curioso que está detrás de Ignacio Solares, este personaje que está profundamente asombrado por la existencia, a pesar de todo lo que ocurre en la vida, a pesar de los momentos más oscuros, siempre hay esa búsqueda de Ignacio”.

Una sentencia que lleva a Ignacio Solares, el narrador de La noche de Ángeles, Columbus, El sitio y Anónimo, a afirmar: “Yo no reconozco más patria que la infancia. Es mi patria, de ahí soy, de ahí vengo y para allá voy”. Así de cierta y tajante es la conclusión de Nacho Solares, cuya trayectoria literaria el gobierno de Chihuahua, su tierra natal, reconoció en 2016 al crear el Premio Chihuahuense de Narrativa Histórica Ignacio Solares.

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