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cultura@eluniversal.com.mx
Madrid. —La poeta uruguaya Ida Vitale aseguró que durante su exilio en México volvió a nacer de muchas maneras, ya que es un país al que considera su segunda patria.
“Es casi como si me preguntaran qué me aportó Montevideo. Claro, en México no nací y en Montevideo sí. Pero en México, de alguna manera, nací también a muchas cosas”, respondió a una pregunta acerca de su experiencia mexicana a nivel existencial y literario.
Empujada por la dictadura militar en Uruguay, la poeta se refugió en los años 70 y 80 en México, por lo que reiteró su agradecimiento al país por recibir a muchos uruguayos que se exiliaron cuando la situación era incómoda y anunciaba peligros. “México es un producto elaborado de una cultura propia y de una cultura adquirida. Hay un habla española distinta, con algo que para los mexicanos es esencial, el picante. Yo detesto el picante, pero el picante cuando está en la lengua es otra cosa. Y los mexicanos han logrado tener una lengua picosa, española, pero picosa”, refirió.
Con una lucidez envidiable a sus 95 años, el relato de la poeta fluye con nitidez, salpicado por su sentido del humor y sus puntadas irónicas.
Reconoce sentirse abrumada por el premio Cervantes que recibirá este martes en la Universidad de Alcalá de Henares de manos del rey Felipe VI. Luego de definirse como un “bicho nocturno”, se disculpa entre bromas por llegar unos minutos tarde a la rueda de prensa celebrada en la Biblioteca Nacional de Madrid. Eso sí, con paso firme.
Lectora precoz, Vitale se topó con El Quijote en la adolescencia. “Me sirvió como un tratado de psicología para elegir a los amigos (quijotes y sanchos). Lo que comparto en mis libros con Cervantes es el humor con el que asumo todos los riesgos”, señala antes de precisar que en la actualidad hay más sanchos que quijotes.
El libro insignia de Miguel de Cervantes siempre la ha acompañado, hasta el punto de que recientemente descubrió en El Quijote el significado de una nueva palabra, “pizmienta” (de color de la pez, atezado), lo que definió como un pequeño milagro.
Poeta, ensayista, crítica literaria, traductora, lectora voraz y profesora, Vitale reivindica constantemente la labor pedagógica, por lo que defiende la lectura en la infancia y habla de la escuela como un vivero de curiosidad, donde, incluso, el hecho de no entender también es importante para despertar inquietudes.
La poeta depositó en la caja de seguridad número mil 191 de la caja de las letras del Instituto Cervantes un legado personal, consistente en dos obras manuscritas que el escritor y ensayista español José Bergamín elaboró durante su exilio en Uruguay.
“Algo que he guardado como un tesoro, de alguien que quise mucho”. Luego precisa que no se considera una corredora de gran velocidad, más bien lenta, y que a los 95 años tiene conciencia de que no trabajó lo suficiente en el terreno literario. “Sencillamente, me gustaba escribir”.