Mircea Cărtărescu (Bucarest, 1956), el escritor rumano que hace unos días estuvo en México para recibir el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2022, reitera categórico que desde los 24 años, cuando publicó su primer libro, hasta ahora, que supera los 66 años, no ha sido otra cosa que poeta, y como también lo dijo durante la recepción del galardón que le fue entregado en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, ha escrito siempre poesía “como una forma de libertad, de solidaridad, de empatía para con todos los seres humanos”. Y en esa conciencia de la poesía como forma de libertad es que el poeta, narrador, ensayista y crítico literario apunta que los regímenes totalitarios que él vivió en su niñez y padeció en su juventud, ya como escritor, son el lado negativo de la humanidad, el del autoritarismo y los tiranos, que, por desgracia, hay cada vez con mayor fuerza en el mundo.
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“Hoy en día el mundo está lleno de tiranos. Allá a donde mires encuentras estas figuras monstruosas; su arquetipo es Vladimir Putin, esta persona que está provocando tanto daño en el mundo”, afirma el escritor que ha sido mencionado en los últimos años como candidato al Premio Nobel de Literatura; de hecho hay miles que aseguran que lo ganará.
Mircea Cărtărescu, el autor de obras fundamentales de la literatura contemporánea, como Nostalgia, Solenoide y Cegador, afirma en entrevista con EL UNIVERSAL que muchos no solamente no conseguimos escapar de regímenes totalitarios sino que en estos últimos tiempos incluso se han multiplicado.
El poeta y narrador que asegura que la literatura de Rumania “es una literatura de poetas”, habla de su más reciente obra, Theodoros, una novela que define como seudo histórica, de 600 páginas, en la que, dice, estuvo muy influido por Gabriel García Márquez y Cien años de soledad y en la que creó su propio Macondo. Y cuenta además de sus temores: “A lo que tengo más miedo es a mí mismo”.
¿Rumania es un país de poetas y usted no ha sido otra cosa que poeta?
La literatura rumana es sobre todo una literatura de poetas, incluso hay un dicho que afirma que el rumano nace poeta. Es verdad, de forma tradicional en nuestra sociedad prácticamente todo el mundo ha escrito algún poema en su juventud, así empecé también yo, escribí algunos poemas ingenuos imitando a nuestros poetas clásicos, creo que más o menos a los 14 años. Luego tuve la suerte de asistir a un círculo literario en el instituto, donde entendí muchas más cosas sobre la poesía y sobre la literatura. Así pues, cuando llegué a la universidad ya tenía bastantes conocimientos sobre qué significa la poesía. Leí mucha poesía, sufrí la influencia de grandes poetas del mundo y a los 24 años debuté con mi primer libro y luego publiqué ocho libros más de poemas.
¿Pero a los 30 años abandonó la poesía con una absoluta convicción, igual que como entró?
Dejé de escribir poesía porque tenía la sensación de que ya era suficiente, y que si seguía escribiendo iba a seguir imitándome a mí mismo hasta el infinito. Así pues, pasé a otro arte, que tiene otras reglas, otra envergadura, que es el arte de la prosa. Y entonces me dejé embrujar, hechizar por este arte hasta hoy. Sin embargo, creo que en mi prosa sigo siendo poeta, porque ese fue mi primer amor, que no se olvida jamás.
Volvió a la poesía hace un año tras enfermar y al seleccionar los poemas que se reúnen en Poesía esencial, publicada por Impedimenta, ¿Reconoce al joven que fue?
Sí, porque yo mismo hice la selección, elegí solamente los poemas en los que me reconozco. Así, gracias a la excelencia de Marian Ochoa, quien me ha traducido, efectivamente ha salido un libro excelente.
Dice que la poesía podría llamarse libertad, ¿ha visto coartada su libertad?
Claro que sí, yo viví y pasé mi juventud en un régimen totalitario, que implicaba una censura durísima en todos los libros, yo publiqué cuatro libros en la época comunista y todos fueron extremadamente mutilados por la censura, cada uno de ellos tuvo que lidiar una verdadera batalla para poder aparecer. Afortunadamente, los escritores rumanos de esa época fueron extremadamente dignos frente a la dictadura y lucharon en contra de ella; entonces, los libros podían aparecer, pero con severas mutilaciones.
¿Luego llegó la escritura en libertad?
Después de la revolución apareció otra forma de censura, que es la censura económica y que resultó ser tan mutiladora para los escritores como la política. En los años 90 prácticamente no se publicaron libros en Rumania, las editoriales desaparecieron, desaparecieron todos los periódicos por motivos económicos. Pero tras nuestro ingreso a la Unión Europea las cosas empezaron a cambiar, hoy puedo decir que la escena cultural rumana es efervescente y que está llena de vitalidad.
¿Por qué no alcanzamos la libertad y seguimos tolerando regímenes autoritarios?
No solamente no conseguimos escapar de regímenes totalitarios, sino que además parece que en estos últimos tiempos incluso se han multiplicado. Hoy el mundo está lleno de tiranos, allá a donde mires encuentras estas figuras monstruosas, su arquetipo es Vladimir Putin, esta persona que está provocando tanto daño en el mundo, el que llega a amenazar incluso la vida en la Tierra, porque la amenaza con su poder nuclear, esto es algo bastante intolerable y la humanidad tiene que liberarse de él.
Esta es la parte negativa de la naturaleza humana, siempre ha habido tiranos y muy probablemente existan en el futuro. Sin embargo, lo importante es que existe también la libertad, que existen también mundos democráticos que llevan adelante nuestros valores democráticos.
¿Se puede alcanzar un mundo más justo a partir de la rabia y las sublevaciones?
Yo no creo que puedan existir ideologías basadas en el odio o en la rabia, no creo en las guerras de género, pero creo que las mujeres han sido oprimidas a lo largo de la historia, y que deben ser compensadas; que tienen que poder demostrar su talento, su poder y su valor en el mundo. Yo apoyo los movimientos feministas racionales, que piden igualdad económica para las mujeres, igualdad de derechos, pero no creo en el odio entre hombres y mujeres.
Desde los 17 años de edad escribe sus sueños. ¿Qué dan los sueños?
El ser humano sueña y los sueños siempre nos han intrigado, porque todos tenemos un mundo común en el que vivimos en realidad, pero cada uno tiene su mundo privado durante la noche. Yo creo que el hecho de soñar es algo muy afortunado para nosotros porque de lo contrario creeríamos que existe sólo lo que vemos, no crearíamos y no produciríamos arte y literatura, todo ello se basa en los sueños, los sueños son un regalo impresionante que hemos recibido. Incluso en la literatura, donde ha influido la aparición de la literatura imaginativa, de la literatura fantástica; por ejemplo, los grandes escritores de la literatura latinoamericana han escrito sobre los sueños, Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, Juan Rulfo... escribieron bajo la influencia de los sueños sin que tuvieran que ser necesariamente escritores oníricos.
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Theodoros nace de este universo onírico, ¿cómo lo influyó García Márquez y Cien años de soledad?, ¿creó usted su propio Macondo?
Theodoros es una novela que acaba de aparecer en Rumania, es una novela de 600 páginas, pseudo histórica, transcurre en el siglo XIX, y puede ser comparado con Macondo por los mundos que inventa. En esta novela yo he intentado contar cuatro o cinco mundos que se entrecruzan, y cada uno de esos mundos es milagroso a su manera, está lleno de imaginación y de poesía. Sólo en este sentido admite la comparación con el magnífico libro de Gabriel García Márquez. Por lo demás, Cien años de soledad no puede ser superado, es una obra maestra absoluta.
¿A qué le teme: a dejar de soñar, a dejar de escribir poesía o a perder la libertad?
A lo que tengo más miedo es a mí mismo. Me daría miedo perder mis ideales de la juventud, a hacerme viejo de una manera fea, osificarme; pero, conociéndome, creo que no va a pasar algo así. Voy a intentar, en la medida de mis posibilidades, de mis fuerzas, seguir siendo joven de espíritu, con mi literatura, con mis sueños y con mi vida.
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