El Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey (MARCO) presenta dos nuevas instalaciones que comisionó a los artistas Cosa Rapozo (Guanajuato, 1987) y Carlos Lara (Nuevo León, 1994), en las que se reflexiona sobre las dinámicas de poder que ejerce el heteropatriarcado y el capitalismo, respectivamente.
En “Fábula rota y los cuerpos que olvidaron huir”, Cosa Rapozo presenta dos esculturas que hacen referencia a un carrusel y unas fotografías de una mujer con pezuñas de peluche. Para la artista, fundadora del Programa de Producción Artística (Proa), la mujer y los animales comparten el hecho de que sus cuerpos se han puesto a disposición de un dominante.
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“He hecho varios proyectos en donde hay una insistencia por encontrar una relación entre la figura femenina y la animal. En ese sentido identifico que en el carrusel hay figuras animales ceñidos a una estructura, empalados o sometidos, y eventualmente llegué a la reflexión de que el carrusel podría llegar a ser una representación del sistema opresor o incluso de lo colonial”, explica la artista sobre cómo llegó a trabajar la idea del carrusel.

Cosa —quien eligió ese nombre artístico como una forma de "buscar una identidad desde otras posibilidades"— explica que si bien hay perspectiva de género en su trabajo, este va más allá del tema de las mujeres: “mi interés no necesariamente oscila en el género, sino también en otras especies, definitivamente es de una perspectiva que critica no sólo a los cuerpos opresores, sino que intenta percibir una transespecie”, explica la egresada de la Universidad de Guanajuato.
Estas ideas surgen de las reflexiones que hace Rapozo sobre su generación, la millenial, que considera es un sándwich entre los valores conservadores de las generaciones pasadas y los valores liberales de las nuevas generaciones: “vivimos conviviendo con esas dos convicciones, por eso creo que es importante es revisitar cuál ha sido la concepción que tenemos de nuestra identidad y devenir en la vida cotidiana”, explica.
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Por su parte, Carlos Lara exhibe “El México que se nos fue” en el patio del museo. La obra consiste en la recreación de un campo y hace referencia al trabajo del agricultor inmigrante: el pasto verde es falso y las máquinas como tractores y podadoras son los animales del campo. La obra hace referencia al Programa Bracero, un acuerdo entre Estados Unidos y México que permitió de 1942 a 1964 la migración legal de mexicanos para trabajar, pues muchos hombres norteamericanos estaban peleando en la Segunda Guerra Mundial. Hoy el contexto es muy distinto, incluso en legalidad, los migrantes están siendo perseguidos en EU. Aunque existe la actual coyuntura, Lara explica que no fue la intención inicial, sino que se trataba de un trabajo que al inicio abordaría la sequía que azotaba a Nuevo León y su impacto en los campos, pero esta fue evolucionando.

¿Qué tienen en común esos dos temas, el daño medio ambiental y la migración, para hacer ese recorrido? El capitalismo, dice Lara.
“Los une el cuestionamiento del progreso. El jardín es una metáfora de crear ambientes de paz en un mundo de caos, pero es muy artificial. Esto está unido al capitalismo, un sistema que se basa en el crecimiento en un mundo de recursos finitos, de ahí el fracaso de las ciudades modernas, que se basan en el crecimiento y explotación de recursos: ahí se une la cuestión ecológica y la migración, pues los braceros fueron usados como un recurso (para trabajar)”, explica Lara, quien ha expuesto en ferias como Salón ACME, Clavo y FAMA.
Las instalaciones podrán ser visitadas por el público hasta el 19 de octubre en MARCO.
melc