Ana Carrasco-Conde hace un viaje desde la antigua Grecia hasta la época contemporánea para entender qué impacto tiene la muerte de un integrante de la comunidad y cuánto afecta a las sociedades la desaparición de los rituales de duelo compartidos. Ese recorrido apoyado por la filosofía, la literatura, la música y el cine ha llevado a la filósofa y profesora de Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid a escribir La muerte en común, un libro en el que concluye que hemos normalizado que estamos solos ante la muerte y que el proceso de duelo depende sólo de nosotros.
El libro que es publicado por Galaxia Gutenberg y que obtuvo el II Premio de Ensayo Eugenio Trías, es un intento de pensar en las consecuencias de perder a alguien que te constituye como persona y, por otro, de reflexionar sobre qué sucede en la comunidad ante la muerte. Sin embargo, aunque es un libro que reflexiona sobre la enfermedad, el duelo, la muerte y el mal morir, se constituye en una obra imprescindible sobre el bien vivir, los rituales comunitarios y de acompañamiento durante el duelo y sobre todo un libro acerca de la vida.
Aunque en la conversación la filósofa no prescinde de pensar la muerte por la violencia y producto de la tragedia, el duelo no cerrado ante las desapariciones y la impunidad frente a los asesinatos.
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¿Qué es morir?, ¿ha cambiado lo qué entendemos por morir?
El filósofo alemán Martin Heidegger, con quien no estoy muy de acuerdo en muchísimas cosas, pero sí cuando da diferentes sinónimos o conceptos que nos permitan entender qué es morir, dice que morir es acabar. Entonces qué pasa si pensamos que el morir tiene que ver con un acabamiento, con el acabamiento de la vida. Así, el ser querido nunca se acaba porque siempre lo seguimos queriendo.
¿Nos hemos aislado para vivir la muerte de un ser querido?
Revisitar la muerte hoy y pensarla tiene que ver con cómo pensamos la muerte, pensamos que la tenemos que pasar nosotros mismos solos en nuestra casa, y a los tres días nos tenemos que incorporar a la vida laboral, a la productividad porque justamente en esta sociedad de lo que se trata en el fondo es de imponer el tiempo del capitalismo y si no volvemos muy rápido, el doliente se convierte en paciente y se le medica, y medicar es un negocio, la muerte se ha convertido en un negocio.
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¿Y con ello han desaparecido los rituales comunitarios?
La muerte se ha mercantilizado, es decir que todos los procesos de los rituales han desaparecido y se lleva directamente al tanatorio que está fuera de la ciudad, con lo cual invisibilizamos la muerte como visibilizamos la enfermedad cuando llevamos a los enfermos a los hospitales. Hemos normalizado el hecho de que estamos solos ante la muerte y que por supuesto el proceso de duelo depende de nosotros y si no nos curamos rápido es nuestra responsabilidad.
Cuando empezamos a acostumbrarnos a este tipo de tópicos que repetimos y con los que todos vivimos nos damos cuenta de lo mal que vivimos y que lo contrario a la vida no es la muerte, es el mal vivir. Así que lo que hacemos es mal vivir al no enfrentarnos a lo que significa la muerte y a no hacerlo como seres sociales.
Pides recuperar los rituales comunitarios.
No se trata de que vivamos unos junto con otros, sino que construyamos afectivamente un mundo en común y ese mundo afectivo en común que construimos también implica cómo nos cuidamos cuando alguien muy querido fallece. Uno de los elementos más terrible de las sociedades actuales es que hay una invisibilización de la muerte y la enfermedad y sobre todo una desocialización del dolor.
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En México la muerte se ha vuelto absolutamente violenta, ¿se puede bien morir?
No es lo mismo morir a que te maten, son dos dimensiones muy distintas y se afronta distinto el duelo de una persona que ha muerto por enfermedad a una persona que has perdido porque la han matado. La realidad en México es terrible con el narco, el ultrajamiento y la desaparición de los cuerpos, no tinies ni siquiera la posibilidad de enterrarlos y despedirlos.