Un nuevo descubrimiento realizado por investigadores de diferentes países ha revelado más sobre la conexión que existió entre los mayas y los teotihuacanos. El particular hallazgo se suscitó en Tikal, Guatemala, donde fue descubierto un altar con murales que, de acuerdo con las evidencias, son de origen teotihuacano, cultura que habitó en la zona centro de México.
Ayer, los detalles se dieron a conocer en el "Antiquity Journal", revista especializada en arqueología, así como en una conferencia de prensa del gobierno guatemalteco.
De acuerdo con el Ministerio de Cultura y Deporte de Guatemala, “el hallazgo se logró tras la excavación de una serie de túneles, y representa la prueba más contundente de la interacción entre ambas culturas”, informó en un comunicado.
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Antiquity Journal detalló en su sitio web que el altar encontrado fue edificado en el siglo IV d. C., y está decorado con cuatro paneles pintados en rojo, negro y amarillo, que representan a una persona con un tocado de plumas y flanqueada por escudos o insignias. “El rostro tiene ojos almendrados, una nariguera y una orejera doble. Se asemeja mucho a otras representaciones de una deidad conocida como el ‘Dios de la Tormenta’ en el centro de México”, especifica el estudio.
El consenso alcanzado entre investigadores guatemaltecos y estadounidenses es que los murales no fueron realizados por los habitantes de esta zona maya, sino por un artesano teotihuacano experto en la realización de estos murales.
Para Stephen Houston, coautor del estudio, este hallazgo es una fuerte evidencia de un periodo turbulento en Tikal, en el que jefes con poder de Teotihuacan crearon réplicas de las instalaciones rituales que habrían existido en su ciudad.
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Los arqueólogos tienen evidencia de que Tikal y Teotihuacan comenzaron relaciones en el 300 d. C. Lo que al principio parecía una relación comercial informal, según Houston, rápidamente se convirtió en algo más profundo e invasivo.
“Cada vez es más evidente que este fue un periodo extraordinario de turbulencia en Tikal, casi como si hubieran provocado a la bestia y hubiesen recibido demasiada atención de Teotihuacan, fue entonces cuando los extranjeros comenzaron a llegar a la zona”, explica Houston a Antiquity Journal.
Houston señala que se ha recopilado cada vez más evidencia de una relación “poco amistosa” entre las dos ciudades.
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Las investigaciones comenzaron en la década de 1960, cuando los arqueólogos encontraron una piedra tallada y mutilada con un texto bien conservado que describe el conflicto a grandes rasgos.
Gracias al texto de la piedra, descubrieron que alrededor del 378 d.C., Teotihuacan estaba prácticamente decapitando a este reino, afirma Houston. “Destituyeron al rey y lo reemplazaron con un colaborador, un rey títere que resultó ser un instrumento local útil para Teotihuacan”. En el interior del altar, los arqueólogos encontraron los restos de un niño enterrado en posición sentada, práctica poco común en Tikal y común en Teotihuacan. Y a a un adulto enterrado con una punta de dardo de obsidiana verde; el estudio explica que el material y el diseño de la punta de dardo son característicos de Teotihuacan. (Con información de EFE)