A estas alturas del año seguro ya leíste varios artículos sobre “los mejores libros de 2022” o “los libros a esperar en 2023” o incluso ya también leíste infinitos hilos de Twitter de tus amigos indicando (presumiendo) todos los libros que leyó este año.
Hacer esta lista es una tradición de hace años y si bien no puedo decir la fecha exacta en la que el humano inició este hábito de enlistar a final del año los libros más destacados, sí puedo mostrarte un ejemplo, una reliquia: la lista de los mejores libros de 1923, publicada en EL UNIVERSAL ILUSTRADO, que fue un suplemento cultural del periódico, similar a lo que vendría siendo hoy Confabulario .
En este artículo, el autor pide la opinión de editores, lectores, profesores e incluso de escritores, como Xavier Villaurrutia. El texto da una buena idea del panorama cultural de México en los años 20, como el hábito de sacar libros de bibliotecas y el éxito comercial de Amado Nervo y de “Las Mil y una Noches”.
A continuación, la lista de los libros del año de 1923… ¿tú ya los leíste?
Páginas de año nuevo: ¿Cuál fue el mejor libro del año?
27 de diciembre de 1923
Luis G. Nuila
Los lectores por lo mismo que no son críticos que escriben, me han dado su opinión en las bibliotecas. He hablado con los obreros y los niños y todos me encargan dar las gracias al señor Secretario de Educación por el bien que les hace diariamente: les da su libro de cada día, el pan nuestro.
Los bibliotecarios, que se hallan bajo la vigilancia del profesor don Juan B. Salazar, me ha dicho:
-Se prefieren los cuentos de Calleja, las obras de Salgari, los libros de viajes.
En algunas bibliotecas, como la “Justo Sierra”, la Guerra Europea intrigó a los visitantes, y también las obras del señor Blaco Ibáñez y la Gramática de la Academia. A Nervo lo solicitaron bastante en la “Manuel Acuña”, de Tizapán: así como “Las mil y una noches”. En la de San Ángel triunfó Nervo, junto con “El tesoro de la juventud”, además de “El cruzado”, de Walter Scott, Dumas, Verne, Hugo y Juan de Dios Peza. “Las desencantadas” de Loti fue muy solicitada en la “Gabriela Mistral”, a más de “La feria de los discretos”, de Baroja, y “El tesoro de la juventud”, con Salgari por supuesto. En la “José Enrique Rodó” también pidieron mucho “El Quijote” y “Las mil y una noches”.
Nervo se impone definitivamente…
…En el corazón de las gentes sencillas, a pesar de Iglesias Calderón
Don Indalecio, el jefe de la gran librería-editorial Porrúa Hermanos, me cuenta:
-Las obras de Nervo, especialmente “Plenitud”, son las que más hemos vendido durante el año.
Lo que nos vino del sur
Villaurrutia, que ya es crítico de los que inspiran confianza (¡Xavier sabe tantas cosas!), está, por supuesto, al tanto de lo que pasa en los libros hispanoamericanos. Me habla con entusiasmo de Pablo Neruda, el poeta chileno de “Crepusculario”. Le llama la atención la producción de libros en verso que están llegando de Sudamérica. Xavier hace una pausa para contarme “Poemas en prosa”, de Pedro Prado:
-Es el producto -me dice- de un temperamento que sacrifica el hallazgo ocasional a lo artístico o depurado que se hace permanente. Prado representa en América el mejor triunfo de las serenas disciplinas espirituales.
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Según Iguiniz son tres
Para saber algo sobre el mejor libro mexicano del año, es lógico preguntarlo a don Juan B. Iguiniz. El subdirector de nuestra Biblioteca Nacional me recibe en medio de una Babel de papeletas bibliográficas. El irreverente ruido de los ratones cesa durante nuestro diálogo:
-Los que más me han interesado y que juzgo de imprescindible consulta para los estudiosos, son, a mi humilde sentir, teniendo en cuenta mis aficiones, la “Historia de México”, por Monseñor Francisco Banegas Galván; el “Diccionario Autobiográfico de Conquistadores y Pobladores de Nueva España”, publicado por don Francisco A. de Icaza y “Cuauhtémoc”, de González Obregón.
No hubo libro definitivo
La opinión de don Eduardo Colín merece ser conocida con respeto. Fui a verle a la Secretaría de la Escuela de Jurisprudencia y concluyendo de dictar: “Sufragio efectivo. No reelección”, a la taquígrafa, me habló así:
“La producción literaria novísima, nacionalista, por un lado, o niponista, ultraísta y estridentista, por otro, aunque de vigoroso arranque, no ha producido este año libro definitivo, en que realizaran esas orientaciones su expresión verdaderamente humana y estética. Entre labor más terminada, “El Minutero”, de López Velarde, me parece la obra de mayor substancia de “las izquierdas”; la publicación de “El concepto de la Historia Universal”, de Antonio Caso, aunque no es un acontecimiento propiamente literario, me parece de significación en nuestras letras, por el soplo de nobleza intelectual y moral -que es casi Belleza- y por la elocuencia de esas páginas.
“El tesoro de la juventud”
Parece que no, pero fueron 110,000 los lectores que hasta el 18 de diciembre asistieron este año a la Biblioteca Nacional. Trabajan allí, en contacto directo con el público, dos empleados expertos y serviciales, don Julio Híjar y Haro y don Salvador Hernández Barrón. La biblioteca se queja de falta de dinero para comprar libros modernos y del clima polar que en estas noches se disfruta allí. Los lectores piden mucho “El tesoro de la juventud” y de Dumas se lee hasta lo increíble “Los tres mosqueteros”.
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