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Estamos cinco personas dentro de una cueva. De repente, alguien la levanta como si fuera un tazón y deja al descubierto un desierto. Es un hombre gigante, de cinco metros, y pronto se suman otros cuatro. Danzan con pasos frágiles y suaves mientras se acercan hacia nosotros. Nos observan desde las alturas como si fuéramos hormigas. No pueden tocarnos, ni nosotros a ellos, pero da la sensación de que compartimos la misma realidad.
Esta es la propuesta que ofrece el artista suizo Gilles Jobin (1964), una coreografía en realidad virtual titulada VR_I, con el propósito de trasladar la danza a otra plataforma: “El lenguaje coreográfico queda aumentado. Hay un entendimiento que no he encontrado en otras de mis piezas”, dice en entrevista con EL UNIVERSAL.
El laboratorio suizo Artanim se comunicó con Jobin para que visitara sus instalaciones en Ginebra. Lo equiparon y se asombró de verse a sí mismo con una de sus bailarinas. Entonces acordaron los términos para montar una pieza con esa tecnología, y así se concibió VR_I.
La coreografía está del 8 al 11 de noviembre en el Salón de Danza del Centro Cultural Universitario, en un horario de 13:00 a 18:00 horas. De acuerdo con la institución, las localidades ya están agotadas.