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La UNAM ha sido siempre una instancia de transformación de las vidas de las personas al brindarles la oportunidad de aprender una profesión y prepararse para afrontar el campo laboral en condiciones siempre de alta competitividad. Les ha dado la posibilidad de entrar en contacto con la ciencia, el conocimiento, la cultura y el deporte, e incluso conocer otros países, formas de enseñanza y de vida, a través de la movilidad estudiantil, las actividades culturales y recreativas, y los programas de investigación conjunta.
En mi caso, debo mi formación doctoral a la Universidad Nacional, a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, lo que me permitió llegar a tener el honor y el privilegio de dirigir la Facultad de Estudios Superiores Acatlán y, hoy en día, seguir sirviendo a nuestra Universidad como coordinador de Enlace de las facultades y escuelas nacionales de Estudios Superiores en la Secretaría General de la UNAM.
Llegué a la Universidad de la Nación como consecuencia de retornar a mi país después de una prolongada estancia en el extranjero, gracias a un hombre que también consagró su vida a la Máxima Casa de Estudios: el doctor Modesto Seara Vázquez, formador de formadores, creador de instituciones y quien vio en mí esa vocación de dedicarme a la docencia y a la investigación, y supo canalizarla en la UNAM.
A 42 años de distancia de haberme integrado a esta gran institución, me doy cuenta de lo que hizo la UNAM por mí: pasé de ser un hijo de campesinos, sin grandes expectativas, a desarrollarme personal y profesionalmente; e, incluso, tuve el privilegio de colaborar en el crecimiento y modernización de la FES Acatlán.
Sin embargo, debo reconocer y agradecer también a la Fundación UNAM A. C. una buena parte de estos logros. Gracias a ella, la FES Acatlán cuenta, por ejemplo, con una planta de tratamiento de aguas residuales que permite coadyuvar a ser una entidad responsable socialmente y sustentable. Pero más allá de este tipo de apoyos que son necesarios, la Fundación nos otorgó becas alimenticias para más de 4 mil estudiantes por año, bajo el entendido de que no puede haber aprendizaje sin alimentación. También nos dio la posibilidad de incentivar las actividades deportivas mediante la realización de carreras anuales que organizábamos al amparo de diversos temas, como Corre por el Agua o la Carrera Rumbo a los 50 Años de la FES Acatlán. Asimismo, FUNAM hizo un gran aporte al favorecer la movilidad nacional e internacional ante las reducciones presupuestales que vivimos en algunos momentos.
Muchos fueron los apoyos que nos dio Fundación UNAM A. C. y que permitieron hacer de Acatlán una facultad del siglo XXI, con una comunidad muy integrada y con un gran sentimiento de pertenencia; pero sobre todo coadyuvando en el objetivo de que nadie se quedara atrás por falta de ayuda para salir adelante.
Gracias, UNAM, y gracias, Fundación UNAM A. C. por hacer de mi Facultad, de nuestra Facultad, una instancia importante; por darle sentido a muchas vidas que, como la mía, de otra forma difícilmente podrían haber conseguido sus logros; y por apoyar a este país que tanto se lo merece.
Coordinador de Enlace de las facultades y escuelas nacionales de Estudios Superiores de la Secretaría General de la UNAM