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yanet.aguilar@eluniversal.com.mx
El lanzamiento de la Estrategia Nacional de Lectura que ayer fue lanzada en Mocorito, Sinaloa, por el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, tiene poco de novedad y mucho de incógnitas. Estudiosos de la lectura, escritores y editores reflexionan sobre este nuevo programa de Fomento a la lectura.
Gerardo Ochoa Sandy dice que la Estrategia Nacional de Lectura no es novedosa. “Los tres ejes resumen lo que se ha hecho o intentado hacer al menos en las últimas tres décadas: el formativo –cultivo del hábito a nivel escolar—, el sociocultural –tirajes masivos, precios bajos— y el comunicativo –el de campaña en medios, que habrá que esperar en qué se traduce”, incluso la articulación de instituciones como SEP, FCE, bibliotecas, librerías, se ha hecho también.
Dice que a la actual administración le cuesta trabajo aceptar la tarea realizada en las 7 mil 436 bibliotecas públicas y las 4 mil 452 salas de lectura, por lo que pide que digan cómo se hará de manera más eficaz y cómo se medirán los resultados entre las diferentes clases de lectores.
Está de acuerdo en que hay que leer por placer pero pregunta: ¿leer qué y para qué?, pues no basta con leer cualquier libro; ni tampoco cree que la lectura, como se subrayó, deba ser un vehículo para “el bienestar del alma” y para fomentar los “valores culturales y espirituales”. Incluso señala:
“Esa tácita catequización moral y política a través de la lectura, que intenta alentarse con el relanzamiento de la Cartilla Moral de Alfonso Reyes y tres títulos asociados a la Revolución Mexicana —Rafael Buelna. Las caballerías de la Revolución, de José C. Valadés; Vicente Guerrero, el carácter, de José Mancisidor, y Combatimos a la tiranía, de Samuel Kaplan— me parece un tanto anacrónica y fuera de lugar. ¿Se busca crear lectores o crear un solo tipo de lector interesado en un solo tipo de libros? La lectura así dejaría de ser subversiva”.
Por su parte, Juan Domingo Argüelles reitera que todo lo que se haga por la lectura es importante para cualquier país, y en particular para México. Pero no le queda claro en qué consiste esta estrategia, con excepción de lo que mencionó Paco Ignacio Taibo II de hacer libros baratos, de llevarlos a los rincones más lejanos del país y de incluso regalarlos.
“El Presidente habló de moral y de valores, y a propósito de ello mencionó el asunto de la Cartilla Moral de Alfonso Reyes, reeditada por su gobierno, pero, en su discurso de casi media hora, prácticamente no dijo nada de la estrategia. Dijo, textualmente, entre otras cosas: ‘Hay que hacerle ver a todos, de manera especial a los jóvenes que sólo siendo buenos podemos ser felices y que se puede salir adelante porque ahora, por decisión del pueblo va a haber un gobierno que va a dar oportunidades a todos para que nadie se vea obligado a obtener ingresos, dinero, con actividades ilícitas’. Esto está muy bien, pero se trata de un asunto político y moral, que muy poco tiene que ver con la lectura, y menos con sus estrategias”, afirma Argüelles.
El autor de más de una decena de volúmenes sobre el libro y la lectura dice que el Presidente habló de las pensiones de ancianos, de los apoyos a personas con discapacidad, del trabajo para jóvenes desempleados, del programa de “Tandas para el bienestar”, pero no del tema. “Mi impresión es que el Presidente no sabía en qué acto estaba. La actividad era para presentar la Estrategia Nacional de Lectura, pero de esto realmente no habló. Fue un acto más de una campaña política ya extendida, desde la candidatura al gobierno, terminó halagando a su auditorio que le aplaudió mucho y se aburrió en los últimos minutos”.
Carlos Anaya, presidente de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana, ve una gran voluntad en la Estrategia Naciona de Lectura, y llama a trabajar para saber cuáles son los puentes entre el sector gubernamental, la sociedad civil y la industria editorial privada. “Creo en el diálogo con las editoriales, con los autores, con los papeleros, con los impresores, es decir, el diálogo con todo el ecosistema del libro para encontrar las estrategias que ayuden a que abaratemos los libros”.