Twitter se convirtió en un termómetro sobre cómo los usuarios vivieron los primeros meses de la pandemia. Insomnio, pesadilla, hastío, tristeza y miedo, son las cinco emociones que más se compartieron en la red social, explica la investigadora, Rossana Reguillo.
Un año después, dice la coordinadora del Programa Formal de Investigación en Estudios Socioculturales del Departamento de Estudios Socioculturales del ITESO, pasamos de la incertidumbre y la orfandad, a la certeza de que la vida, como la conocíamos, no será la misma.
¿En qué consiste el estudio?
Hace un buen tiempo introdujimos en el Laboratorio la línea de socioantropología de las emociones en redes sociodigitales porque nos importa estudiar y analizar cómo se utilizan las plataformas y las redes para la expresión de afectos y emociones en su sentido positivo y en su sentido negativo. A partir de esto dimos un seguimiento acucioso sobre distintos aspectos de la pandemia como los números más duros, como los contagios, pero también emprendimos otro estudio de más largo aliento que tiene que ver con emociones, aislamiento y pandemia.
¿Cuáles son los hallazgos?
Desde el primer momento en que se cerraron los espacios y la que gente que pudo se refugió, empezamos a monitorear palabras y emojis para ver cómo la gente estaba colocándose frente al acontecimiento pandémico. Así detectamos que la primera palabra más usada, en una descarga de aproximadamente un millón 200 mil tuits en español —en algún momento haremos el seguimiento en inglés para tener un comparativo— fue “insomnio”; estaba a flor de piel una preocupación muy grande por todo lo que iba a implicar este fenómeno.
La siguiente palabra que empezó a ocupar la conversación digital en Twitter fue “pesadilla”, eran pesadillas literarias y metafóricas. Esto fue muy interesante de notar.
La siguiente palabra que fue muy fuerte y que se mantuvo durante muchos días en la discusión fue la “tristeza”. Para este momento el número de muertes iba en aumento, esta tristeza se hizo visible en español y no sólo en México, sino también en América Latina. La gente empezó a lamentar la muerte, la imposibilidad de salir. Las emociones fueron complejas y profundas alrededor de la tristeza.
Finalmente, la última afección es el “miedo”. Había un profundo sentimiento de pérdida de la normalidad. Alrededor de la palabra miedo se formó un tejido muy complejo. Es muy fuerte comparar esta emoción con los primeros momentos de la pandemia porque registramos una fuerte tendencia de la gente a escribir “cuando esto se acabe”, es decir, había esperanza de que esto sería pasajero; pero cuando llegamos al miedo ya estaba la orfandad, la pérdida, había una soledad profunda, una huída de la realidad, pero al mismo tiempo la constatación de que las cosas no volverían a hacer iguales.
El análisis que tenemos está a punto de terminar, ha sido muy difícil hacerlo, porque, lo digo como antropóloga social y como comunicóloga, trabajar las emociones es muy complejo.
Es muy importante entender, en esta cultura contemporánea, el papel que juegan las plataformas digitales en la reconfiguración de nuestros modos de comunicación”
Compartir, ha dicho, provoca el acompañamiento. ¿Así ocurrió desde el insomnio hasta el miedo, la gente se acompañó?
Sí, por supuesto. A lo largo de cinco meses en que estuvimos analizando, hubo una construcción de lo que podría llamarse sociología de la cultura, una comunidad de sentimiento, estructuras del sentir, un sentir colectivo. Lo que se logró en Twitter fue una comunidad de sentiemientos que fue acompañándose a través de estas tonalidades afectivas. La recolección terminó entonces el año pasado y es que cuando establecemos los términos de referencia limitamos lo que vamos a sacar. Por ejemplo, recientemente hicimos uno sobre libertad de expresión y mujeres en Afganistán que nos quedó chulísimo. Entonces, primero vemos qué vamos a buscar sobre determinado tema y procedemos a conectarnos con Twitter para hacer la descarga de material, son grandes volúmenes de datos que filtramos y vamos separando, son procesos largos y complejos. Lo que hicimos en este caso, de emociones vinculadas a la pandemia, fue descargar y hacer el tránsito y línea de tiempo. El paso en el que estamos ahora es fortalecer el análisis más cualitativo.
¿Podemos inferir que esas emociones hoy son muy distintas?
¿Para qué nos serviría este tipo de análisis?
Creo que es muy importante entender, en esta cultura contemporánea, el papel que juegan las plataformas digitales en la reconfiguración de nuestros modos de comunicación, de nuestros modos de entender la realidad, para ver cómo se interviene tramposamente el discurso digital.
Llegó el momento en que se contaban por cientos las historias de pérdida.
Sí, totalmente. Ahora, desde mi punto de vista personal, creo que hemos ido normalizando esos datos. Si te fijas, ahora hay mucha gente que escribe que tiene Covid, pero están bien. Es decir, la expresión comunicativa en redes ha cambiado.
¿Hay un aprendizaje?
Es que todo era mucho más desconocido que ahora. Lo que creo es que hemos ido normalizando la idea de la anormalidad y esto es sumamente interesante.
Detectamos que la primera palabra más usada, fue ‘insomnio’; la siguiente palabra que empezó a ocupar la convesación digital en Twitter fue ‘pesadilla’“
¿Podríamos decir que la discusión se dividió entre quienes aceptan esa anormalidad y quienes no?
¿Como el regreso a clases?
Exactamente, hay discusiones que polarizan y que no resuelven de fondo el problema. Son temas complejos, pero creo que nos falta, y lo digo como analista de redes, agarrar muchísimos hilos de lo que ha sido la pandemia. Por ejemplo, la compra local, es decir, cuando todos hablábamos de coloborar para que nadie cerrara sus negocios. ¿En qué estamos?, ¿cómo se ha modificado ese apoyo a los negocios pequeños? Otro elemento que me parece fundamental es entender el concepto de cuerpo, vinculado a la pandemia, el cuerpo enfermo contagiado, el cuerpo ciudadano, el cuerpo infantil. Yo quisiera tener cinco laboratorios para poder analizar todo lo que leemos diariamente.
¿Y en esta conversación también hay manipulación no orgánica?
Sí, en relación a la pandemia sí hay un uso no orgánico y un impulso de una estrategia manipulada para impulsar ciertos temas como las vacunas, la pérdida de millones de vacunas. Ha sido claro que hay una estrategia que usa una narrativa que en el caso de México se da una conversación impulsada por automatismos, pero también impulsada por cuentas oficiales. Hay estrategias plebiscitarias en el sentido de López Obrador, sí; o López Obrador, no. La pandemia ha sido colonzada por esta discusión tan absurda.
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