Lo que yo planteó como estado planetario, afirma el filósofo y escritor mexicano Leonardo Da Jandra, va mucho más allá de la globalización malsana que se basa en una economía de mercado, se trata de “afinidades éticas, búsqueda de un bien común planetario, apoyo a los ciudadanos y países, dentro de la totalidad, que más lo necesitan; es decir, el tipo de conciencia que tiene que ver con un énfasis necesariamente espiritual”.

Ese estado planetario al que Da Jandra aspira y que va a llegar, dice, en dos o tres generaciones impulsado por los niños que hoy tienen 9, 10 y 12 años, nada tiene que ver con el mundo actual ni con quienes están hoy en el poder, “nada que ver con Trump que implora a Dios, claro, a su Dios, que le ilumine y luego chinga al mundo. Los árabes, lo mismo, “Alá, Alá y meten bombas y matan”, o los judíos, lo mismo, con su Yahvé justiciero. ¿Cómo puedes explicar eso? No hay manera, yo no lo puedo concebir, un Dios vengativo, un Dios rencoroso, un Dios violento. En eso estamos ahora, no hay principios espirituales, no hay principios éticos. ¿A qué nos mandan? A una confrontación animal”.

El autor de El estado planetario, publicado por Editorial Avispero, propone principios espirituales y éticos en donde prive la autoconciencia y tres principios básicos: la belleza, la bondad, la libertad.

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“La ciencia es fáctica. Sólo un imbécil va en contra de los logros científicos, pero la ciencia sin espiritualidad y sin ética se convierte en una dinámica mercenaria que es lo que estamos viendo ahora, grandes científicos haciendo armas. Luego necesitamos darle significación a la ciencia y eso es lo que hace la filosofía. Para mí es fundamental la relación entre la ciencia, que son hechos y experiencia, la filosofía que son significados, y los valores que es la espiritualidad”, afirma Da Jandra.

Para el también autor de Entrecruzamientos y Huatulqueños, un ateo no tiene valores y entonces le vale un carajo el mundo y la sociedad. “Si no existe algo superior que nos una, entonces para qué carajo voy a apoyar yo a los demás, me tiro como un egocéntrico despiadado, de ahí viene lo que estamos padeciendo. Los jóvenes ven que estos idiotas triunfan, y quieren ser como ellos, pero este proceso en el que estamos va a parar. Estoy convencido que esto va a parar, por lo menos hay que hacer nuestra luchita, poner nuestro granito de arena y tratar de aplicarlo a nuestra experiencia cotidiana, a nuestro día a día”, afirma el escritor que confía en el humanismo, en la superación del Yo y el egocentrismo para pensar en el bien común.

“La tarea del filósofo es ver en lo que se arrastra lo que tiene posibilidad de vuelo. No regodearnos en este proceso de caída estrepitosa en el que estamos inmersos. Ha habido un gran avance tecnológico, pero la tecnología sin ética necesariamente es destructiva. Tenemos dos opciones: o regodearnos en el lamento, que es lo que vemos por doquier, o tratar de, no desde un optimismo ingenuo, sino ver las posibilidades de en cuánto tiempo podamos salir pues de esta tiniebla en la que estamos inmersos. Yo le calculo que quizás dos, tres generaciones”.

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Dice Da Jandra que en su generación era fundamental la ideología con la que militaba, era un ánimo de lucha y la esperanza que los movía de cambiar una ideología por otra, pero hoy no es así, hoy todas las ideologías tienden a la perversidad, y que si no hay valores no importan las ideologías, lo que necesitamos nuevas generaciones, nuevas formas de pensar, generaciones que tengan conciencia de que lo fundamental es la ética, no creer en una ideología de izquierda, centro, derecha, arriba o abajo, pues ya es la misma basura en todos lados. “Estamos ante una perspectiva que podría parecer totalmente oscura, pero también tiene su fase de luz; después de la noche viene la esperanza”.

Da Jandra tiene claro que la evolución no se da en línea recta, “estamos en un momento muy difícil, pero también es un momento de esperanza porque vamos a tener que resurgir, yo creo que ya lo estamos alcanzando. Apostémosle a una vía racional, a una racionalidad crítica, pero siempre pensando en el mayor beneficio para la mayor cantidad de gente, el mayor tiempo posible. Esa es para mí la democracia”, afirma el autor de La hispanidad, fiesta y rito: Una defensa de nuestra identidad en el contexto global.

Y en esa dinámica, Leonardo Da Jandra propone un proceso civilizador. Dice que él no está a favor de ninguna forma de represión, pero sí de leyes que regulen nuestro comportamiento, “todos esos aspectos represores siempre han resultado nefastos porque lo que reprimes por un lado retoña por otro y generalmente con peores condiciones que donde estaba antes. Yo creo que la corporalidad queda en el lugar que le corresponde, pero centrar el desarrollo de tu existencia en la autogratificación, te convierte en un vil animal y los animales no tienen ética. De ahí la importancia de recuperar los fundamentos humanísticos, que aunque están en crisis, son los verdaderos valores civilizatorios”, dice.

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