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Tres detenidos en caso Silvano Aureoles suman denuncias por excesos y desvíos; uno de ellos, señalado por tener 32 escoltas
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Sheinbaum acusa “puro nepotismo y mucha corrupción” en el Poder Judicial; “jueces se dedicaban a liberar delincuentes”, dice
El trabajo que lleva a cabo el único refugio que hay en el mundo para trabajadoras sexuales de la tercera edad, en situación de calle, fue presentado hoy en el evento "Estelas de la Casa Xochiquétzal", que se realizó en el Ágora del Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). En el conversatorio estuvieron presentes la directora Jesica Vargas González, la vocera Minerva Valenzuela, las residentes Guadalupe Ruiz y Norma Ruiz Sánchez, la periodista Celia Gómez Ramos y la coordinadora del Seminario Universitario Interdisciplinario sobre Envejecimiento y Vejez de la UNAM, Verónica Montes de Oca.
Durante el evento, se recapituló la historia y las acciones del refugio, destacando su creación en 2006 y su misión: ofrecer un techo, acompañamiento y apoyo material y moral a sus residentes. Además, se trata de una asociación civil sin fines de lucro que se sostiene gracias a donativos.
La residente Guadalupe Ruiz compartió cómo la Casa ha brindado ánimos a las trabajadoras sexuales "para salir adelante", y contó que tanto ella como otras compañeras han aprendido a leer y escribir allí. También han recibido talleres recreativos (cocina, baile), alimentos, medicinas y "una forma de sanar heridas morales".
Cuando fue su turno, Montes de Oca habló de cómo muchas mujeres que ejercieron el trabajo sexual llegaron a la tercera edad y no alcanzaron ni un poco de agua caliente, dentro de un gran mosaico que abarca ciertos Derechos Humanos esenciales.
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Por su parte, la periodista Celia Gómez Ramos, coautora junto a Bénédicte Desrus de "Las amorosas más bravas", libro lanzado en 2014 sobre las residentes del refugio, contó que, desde que llegó por primera vez, en 2011, tras una clase de danzón que se ofreció en el lugar, sintió un entendimiento profundo con las mujeres de la Casa. "Cuando llegan, se les da una identidad porque a veces no tienen papeles y, sin papeles, no se puede acceder a un servicio médico", dijo.
Gómez también relató ciertos hechos relacionados con el origen del refugio: la historia de una estructura de plástico en Avenida Circunvalación con la que dos trabajadoras sexuales se protegían del frío, así como de las condiciones de dormir a la intemperie. Una escena que fue vista, quizá, hace 20 años, por Carmen Muñoz, trabajadora sexual y fundadora de la Casa, quien pensó en la vulnerabilidad de sus compañeras, en plena vejez y sin un sitio dónde vivir.
Dos de las escritoras e intelectuales más importantes de México, Marta Lamas y Elena Poniatowska, se convirtieron en segundas aliadas del proyecto y le plantearon al entonces Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Andrés Manuel López Obrador, la creación de la Casa para atender una vieja deuda pendiente con las trabajadoras sexuales.

Al principio, la Casa recibió apoyos, pero, como pasa con todas las cosas después de un tiempo, se pierde ese impulso, continuó Gómez Ramos. Por lo que deben seguir haciéndose proyectos que impulsen la ayuda social.
La polémica obra de la artista Ana Gallardo que revictimiza a las mujeres de Casa Xochiquétzal
Uno de los ángulos más relevantes de la mesa fue el impacto que tuvo la pieza de la artista argentina Ana Gallardo, que se exhibió en el MUAC y a la que se señaló, en el marco de una serie de protestas, de revictimizar a las trabajadoras sexuales de Casa Xochiquétzal. Fue en octubre del año pasado, cuando “Extracto para un fracasado proyecto, 2011-2024” de Gallardo despertó la indignación y protestas del público y otras trabajadoras sexuales por incluir una serie de palabras despectivas hacia las residentes de la Casa.
Una trabajadora sexual, que se encontraba entre el público, recordó este caso, lo puso sobre la mesa y preguntó si el evento tuvo como fin convertirse en una vía para reparar el daño, a lo que Valenzuela, vocera de Casa Xochiquétzal, contestó que la mesa estaba lejos de ser una reparación porque todos aquellos que, durante dos meses, vieron la pieza tendrían que conocer hoy, de forma cabal, el trabajo y las condiciones verdaderas del refugio. "Una forma de no joder a la Casa es rechazar las formas de representación no consensuada", respondió.
"No es necesario que los artistas hablen de nosotras. ¿Por qué quieren hacerlo? Estas cosas que dicen: le doy voz a las que no la tienen. Nosotras tenemos voz. Si tú te acercas a hablar con nosotras, vamos a hablar, no es necesario que el arte hable de nosotras", dijo Valenzuela, ya en entrevista.
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Al respecto, Tatiana Cuevas Guevara, directora del MUAC, informó que el 29 de enero se llevará a cabo el foro "Prácticas colaborativas y dimensiones éticas desde el arte y la cultura", el cual se centrará en varias disciplinas artísticas con el fin de que casos como el de Ana Gallardo no vuelvan a suceder. Dijo que aceptó la dirección del museo después de que la muestra fuera aprobada y que el error fue reconocido públicamente. El foro, dijo, es solo un principio de una serie de actividades que tomarán tiempo y señalarán aquello en lo que aún falta reflexionar.
Valenzuela llamó a los artistas a replantear las razones por las que abordan ciertos proyectos:
"Si creen que lo necesitan y que en algo los beneficia, deberían preguntarse: ¿por qué los beneficia?, ¿por qué quieren hacerlo? Que los artistas hablen de lo que les pasa a ellos o, si van a hablar de algo relacionado con el trabajo sexual, que digan: 'yo creo esto, pero no lo sé. No necesitamos que el arte hable de nosotras, es una ficción más. El trabajo sexual está lleno de imaginarios. En vez de seguir haciendo imaginarios nuevos, hay que derribar los que ya están."
Estereotipos, abundó, como el tacón rojo, el hurto o el chicle en la boca; lamentó la "necesidad del artista de sentirse buena persona o persona de mundo; sentirse cool o interesante por hablar de cosas barriobajeras, cosas que, finalmente, no le tocan porque el artista está en lugares con paredes blancas. No sé qué es más blanco, si su conciencia o las paredes del museo, pero, si para legitimarse y sentirse bien, el artista necesita hablar de alguien más, sería pertinente que se pregunte para qué y por qué quiere eso. Es una falta de empatía básica. Vale aclarar que la pieza de Ana Gallardo decía cosas de la Casa y del estado en el que estaban las mujeres que no son verdad; esa cosa de los pañales que llevaban sin cambiarse días son situaciones que no suceden en la Casa."
El artista —continuó— tiene que invertir en su propia formación e información, buscar las cosas que abran su mente y le den límites:
"Algo que les pasa mucho a los artistas es que sólo se están viendo el ombligo unos a otros, sin salir. Un artista tendría que salir al mundo y nutrirse de la vida. Hay artistas que pretenden hablar de problemáticas sociales, no dicen que es ficción y crean un falso imaginario, ¿qué les da hacer eso?"
La mesa de diálogo fue también una invitación a derrumbar esos viejos imaginarios y ver a las trabajadoras sexuales como sujetos y no como objetos. Se exhibieron figuras y muñecos de cartón, así como bolsas tejidas, creadas en los talleres que ofrece la Casa. También fueron expuestas las fotografías de Rotmi Enciso e Ina Riaskov, quienes han ido formando un archivo para la memoria de Casa Xochiquétzal, que sirva para recordar a las trabajadoras cuando ya no estén. En el público había trabajadoras sexuales, estudiantes y maestros.
Los datos para hacer donativos pueden consultarse en: https://oqg-primary-prod-content.s3.us-east-1.amazonaws.com/uploads/pdf/1737567007015_67912a9bf15e7.pdf
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